sábado, 5 de diciembre de 2009

Episodio III

12-09-84
Querido Diario:

Sábado, y todavía no lo vi... ¡Uff!

Últimamente me estoy concentrando más en Canuto. Lo quiero mucho, eso es un hecho. Pero sigo sin saber en qué forma. Ya te dije que no me puedo arriesgar, tratándose de un amigo tan cercano, puedo perder mucho. Hace un rato estaba pensando en eso, cuando una voz dentro de mi cabeza dijo: “Piensa también en lo que ganarías”. Y es cierto que debo pensarlo y no estaba teniéndolo en cuenta. Pero de todos modos, algo hay que me dice “No, no lo hagas” y no puedo evitar hacerle caso cada vez que Canuto esta cerca de mí.

El otro día, cuando bajé a desayunar, estaba llegando a la mesa cuando Canuto me recibió diciendo:

-Y aquí está mi escurridiza amiga.

Una de dos: o se refiere a que últimamente ando más sola y pensativa que con ellos, o se dio cuenta de que lo estoy esquivando mucho... que es lo más probable.

Por otro lado, no tuve tiempo de hablar con Cornamenta de ese tema que tanto quiero hablar. Solo le dije en HM:

-Tengo que hablar contigo a solas.

Y él me contestó:

-A su tiempo...

¿Qué me quiso decir? En una de esas, nomás me quería sacar del medio, o estaba pensado que yo quería hablar de Canuto, o se quería evitar temas que no le convengan, o sospecha lo que sospecho y no quería hablar de eso, por lo cual me sacó del medio con una excusa baratísima.

Ya no sé ni qué pensar. Creo que este es el momento en el que iré con Lunático, para que entretenga a Canuto, mientras hablo con Cornamenta... ¿Por qué separarlos por unos segundos es tan complicado?

- - - - -

Bien, ya hablé con Cornamenta. Es cierto... ¡Soy una genia! Hice que lo admitiera, “escucha” esto:

-Hey, Cornamenta.

-Hey, Bahgeera.

Estaba en la biblioteca cuando yo lo encontré. Sé lo que estarías pensando si tuvieras cerebro “¿Qué hacía James Potter en la biblioteca?”. Este año dijeron que es indispensable aprobar los primeros exámenes para poder empezar Quidditch este año. Es como si lo hubieran amenazado con cortarle un brazo.

-Sabes que no lo haré, así que no gastes saliva en decírmelo. ¿Qué sucede?

-Quiero hablar contigo, y quiero que seas sincero conmigo.

-Seguro -afirmó cerrando el libro.

-Bien... ¿Desde cuándo te gusta Lily?

-¿Que qué?” -simuló sorpresa- ¿Quién es Lily?

-No te hagas el idiota conmigo. Dijiste que serías sincero.

-Técnicamente, no mentí. Bueno... hace un tiempo, no puedo decir cuánto... ¿Desde cuándo lo sabes?

-Un poco antes de las vacaciones... ¿Quieres ayuda? Digo, si quieres que te mire con buenos ojos, necesitarás ayuda de una mujer que te aconseje...


-Bien, iré con Myrtle la Llorona... -dijo y le pegué.

-Yo te ayudaré.

-Lo siento, creí escuchar que habías dicho “mujer” -se burló.

-Hey, no es buen momento para esas estupideces, querido. Bien, si sigues mis consejos, nada puede salir mal. Primero, deja de desordenarte el pelo de ese modo...

-Pero...

-Sé lo que vas a decirme, pero será mejor si sacudes la cabeza luego de bañarte, mismo efecto, y no quedas como un arrogante.

-Pero, es parte de mí.

-Una parte de ti que no conviene que una chica como Lily vea... te hace ver jactancioso. Y tercero... tendrías que hacer buena letra y no molestar a Quejicus.
-¿Qué?

-Sabes que ellos son amigos, y que lo maltrates te distancia de ella.

-Pero ¿De qué sirve que cambie tanto? ¿No se enamoraría de alguien que no soy? –se burló en tono novelístico.

-¿“Tanto”? ¿Dos estupideces para dejar de hacer, y te parece “tanto”? Solo estoy haciendo una prueba. Ahora...

-Si no están estudiando... ¡FUERA! -gritó la aguafiestas de la bibliotecaria.

En fin. Esa es la confesión. Supongo que Canuto ya lo sabe todo acerca de este tema, pero claro, hay cosas importantes que se cuentan en grupo y cosas importantes que se cuentan entre ellos.

Lo que también me parece, es que Canuto debe haberle contado con lujo de detalles a Cornamenta cómo lo esquivo todo el tiempo. Si soy la chica de la que Sirius gusta (Vaya a saber uno por qué), seguramente le contó todo a su mejor amigo. Los hombres son así, se quejan de que las mujeres se cuentan las cosas y las acusan de chismosas, pero ¡ellos también lo hacen! Así como tam - - -

- - - - -

¡Ay mi Dios! ¡Cómo me salvé de cometer un asesinato!

¿Ves el rayón de arriba, bueno, una vez más estaba escribiendo de noche, en la ventana de la otra vez... voy a poner alarmas en ese lugar. Nuevamente apareció Quejicus a interrumpirme:

-¿Es que vives aquí? -preguntó a modo de saludo.

-¿Es que te gustó tanto el beso que vienes por otro? -repliqué sin vergüenza.

-¿De qué hablas?

-No te hagas el idiota, conmigo no funciona. Sabes perfectamente de lo que hablo. ¿Qué estoy haciendo aquí? Vengo a escribir, como hago casi todas las noches y eso incluye fines de semana. En cambio tú, estás el medio del ala este, en el descanso de la torre más alta, sin mochila, a un horario del que sólo se puede pensar mal, a kilómetros de las mazmorras, donde todos saben que está la Sala Común de Slytherin, aunque no sepamos bien dónde. De modo que eso me hace pensar que no tienes nada que hacer, y como ya la última vez descubriste que vengo aquí a esta hora, creo que viniste a buscarme ¿Para qué? No lo sé, pero supongo que tú si puedes decírmelo.

Se quedó callado, posiblemente sorprendido, pero no lo demostró.

-Supongo que pasas tanto tiempo con tu amigo Potter, que te has acostumbrado a su arrogancia y estás segura de que es lo normal. Pero déjame enseñarte algo que parece que no has notado en todas nuestras clases de Astronomía: El universo no gira en torno a ti...

-¿Eso es lo mejor que se te ocurre para salir de esta situación?

-No necesito justificarme contigo.

-Ajá... pues bien... supongo que todos tus amigos de Slytherin se encontrarán interesadísimos en saber que has venido aquí a esta hora un Sábado en la noche, sin tener nada que hacer, y también les encantará saber que fue aquí nuestro anterior encuentro...

Sí, lo sé... soy una idiota, pero estaba actuando impulsivamente.

-Sí, les gustaría saberlo... pero no se lo dirás -se acercó a mí-. Porque, no te conviene que tus amiguitos se enteren, así como no conviene que los míos lo sepan. Es un pacto que nos conviene a ambos. Si tú hablas, yo hablo... aunque no será necesario, ambos sabemos que en este colegio los rumores se corren rápido... como comprobaste el año pasado, una tarde en Hogsmeade...

Sonrió con un triunfo malicioso.

-Bien -dije extendiendo mi mano- Hagamos el pacto.

Pero él no la tomó.

-Que el pacto quede cerrado sin que nos demos la mano... Sangre Sucia -susurró con maldad.

-Hace un par de noches, no te importaba que fuera Sangre Sucia... de hecho, se podría decir que estabas fascinado ¿o no? Fuiste mucho más allá de darme la mano... tocarme no te dio nada de asco. Te encantó.

Su sonrisa desapareció. Hablé una vez más:

-Sí, siempre tuve fama por acorralar a la gente con palabras. ¿Negarás que te gustó mucho besarme? ¿Negarás que en ese momento no te importaba mi árbol genealógico? Piénsalo, querido... y has como te plazca... me da igual -dije y lo dejé en solo.

Pero ahora algo me queda muy claro. Para empezar, totalmente cierto lo que Canuto dijo en Pociones, y para seguir... totalmente claro que fue ahí a buscarme...

Tengo que hacer algo. Quizá ir ahí mañana, con Canuto. Que en lugar de interrumpir mi escritura, interrumpa... lo que sea que pueda darse una noche, junto al hermoso paisaje de esa ventana.

Iré ahí con Canuto. No provocaré ninguna situación. Si pasa algo, no lo impediré. Pero no voy a provocar nada, para no utilizarlo. Lo único que necesito es que Quejicus vea que no estoy sola, y que se deje de perseguirme, y eso es algo que también podría hacer con Cornamenta... solo que no es lo mismo, porque los rumores que se corren son entre Canuto y yo, no entre Cornamenta y yo.

Ahora que lo pienso, llevar a Canuto ahí a esa hora es también usarlo... por más que no pase nada. Y si además dejo que las cosas se sucedan, después de interrumpirlas tantas veces, también lo estaría usando. Y estaría arriesgando todo lo que vengo protegiendo desde Junio del año pasado. Si llevo a Canuto, debo hacerlo en complicidad con él. Tengo que contarle la situación, y si él se ofrece (que es lo más probable), entonces iría sabiendo cómo son las cosas, y yo no estaría usándolo... estaría manipulándolo, que no es lo mismo. ¡SÍ, ESA ES LA SOLUCION! Voy a hablar con Canuto esta misma noche.

Lo hice. Estuvimos haciendo lo que hacemos después de cenar: Nos quedamos en la Sala Común charlando y riendo los cinco, hasta que quedó vacía; y cuando Cornamenta empezó a bostezar...

-Uuuen... chicos, vamos a dormir.

-No, vayan ustedes, yo me quedo.

Sirius estaba haciendo la tarea que no había hecho durante el día, por pasárselo por ahí, haciendo nada con James.

-¿Vienes Canuto? -preguntó Lunático.

-Eh... no. Me quedaré haciendo tarea -respondió.

-Sí, claro... tarea -se burló James, que casi es derribado por el libro que Canuto le arrojó, pero como sus reflejos son excelentes, y está acostumbrado a esquivar Bluddgers, se movió justo a tiempo.

Cuando los chicos se fueron, todo quedó en silencio. Me levanté a juntar el libro, y se lo extendí a Canuto, que lo tomó y lo abrió en la página que necesitaba.

Llevaba unos segundos mirándolo, cuando dije:

-¿Sabías que... hoy me encontré con... Snape?

Sin decir nada, cerró el libro y me miró con atención.

-¿Sí? ¿Qué sucedió?

Le conté el cómo, dónde y cuando de mi encuentro con Snape. Censurando y reemplazando, obviamente, las partes que hablaban del macabro beso de nuestro encuentro anterior.

-Él... sabe que tu vas ahí. Sabe qué es lo que haces. Sabe que vas sola... te anda buscando ¿Sabes? Ya te expliqué por qué... –dijo rotundamente.

-Sí, lo sé.

-Bien, no sé qué es lo que quiere lograr... pero sé qué podemos hacer... bésame.

-¿¡Qué!? –me sobresalté, con el corazón latiendo a mil por minuto- ¿Tengo qué besarte para que me des la solución?

-Si quieres... pero yo me refería a que me beses frente a él. Para derribar las esperanzas.

-Eh...

Era una idea genial, pero no me gustaba del todo, el hecho de tener que besarlo si no lo sentía así... pero no es el caso, porque sí lo siento así.

-¿Qué? Es solo... actuar -dijo sonriendo.

-Sí, pero creo que te estás aprovechando de la situación, me estás obligando a...

-Te equivocas... no te estoy obligando a nada, te estoy dando opciones. Si no quieres, no quieres, y yo respeto eso...

-Ah, ¿Lo respetas? ¿Cuánto lo respetas? -pregunté con un dejo se sarcasmo.

-Mucho, y te consta. ¿Es que no te diste cuenta? Si yo hubiera querido en este último tiempo, te habría besado montones de veces... ¿O de verdad crees que tienes fuerza suficiente como para impedirlo? Claro que no, es solo que no me gustan las cosas forzadas, yo solo juego un poco para ver qué consigo, y nada... siempre fue tu decisión... -explicó con una tranquilidad asombrosa, y como si fuera lo más obvio del mundo. De seguro en Siriuslandia es normal, pero en este mundo...

-¿Te diste cuenta de que nunca antes habíamos hablado de esto, es decir, tan abiertamente? Siempre lo dejamos suspendido en el aire antes de ir a dormir. Jamás habíamos puesto las cartas sobre la mesa y dicho las cosas tan claramente.

-¿Decir las cosas claramente? ¿No estaban suficientemente claras?

-Creo que no -respondí.

-Yo creo que sí. No hay nada de raro ni disimulado en mi conducta... ¿no lo crees?

-Sí, lo creo... pero nunca lo habíamos hablado, a eso voy.

-No lo creí necesario. Bueno ¿Qué opinas de mi brillante plan? ¿Aceptas?

Y acepté.

17-09-84
Querido Diario:

Hoy es el día. Hoy después de la cena, Canuto y yo iremos a la ventana, y esperaremos a que Snape venga, si es que realmente me está buscando. Ultimamente me entró la duda. Es decir ¿Por qué de todos los momentos del día elige ese?

-Es porque va sola, y él lo sabe, pero no sabe la que le espera -se burló Canuto con una radiante sonrisa.

Pero, si uno se pone a pensar, yo voy sola a muchos lugares... no ando siempre pegada a los chicos y menos últimamente.

-¿A plena hora del día, con gente rondando por ahí, dices? ¡Por Dios! Ni el idiota de Goyle haría las cosas de esa manera, Sarah.

De todos modos, a cada minuto que pasa me arrepiento un poquito, siento que no deberíamos hacerlo...

-¿Te da lástima ese pelmazo? No te creo... piensa que no solo le estamos dando su merecido, sino que también haremos que deje de perseguirte...

A todo esto, yo me puse a pensar en si lo hacía por mí o por él. No, eso ya lo sé, lo hace por él en el sentido de que le encanta la idea... pero me pregunto si se siente inseguro.

En estos años que nos conocemos, nunca se había dado que un chico gustara de mí. Pero ahora las cosas se dan a la luz, y quizá le molesta la competencia. Aunque debería haberse dado cuenta de que Snape no representa ninguna competencia... no hay ninguna forma en la que él pueda competir con Canuto. Ni siquiera en DAO, que tanto le gusta a ese imbécil.

Pero de todos modos, siento lástima... a mí no me gustaría. Es decir, me pongo en su lugar (con mucha dificultad), y pienso que el pobre ya es demasiado infeliz como para que lo agraviemos. Pero después pienso en el beso que me dio el otro día, y me agarran muchas ganas de llevar a cabo el plan.

Y esta noche es la primera luna llena desde que somos animagos. Veremos cómo van las cosas. Luego de hacer lo nuestro con Sirius, iremos al Sauce Boxeador, donde nos encontraremos con los demás, que por supuesto sabes a dónde vamos y por qué.

Ya les conté la misma mentira que a Canuto sobre mis dos encuentros con Quejicus, y les contamos nuestra idea. Cornamenta lo encontró excelente, y felicitó a Canuto unas veces; Colagusano, lo encontró apropiado y gracioso; por alguna razón, Lunático no quiso opinar, pero tampoco nos regañó.

- - - - -

¡Lo hicimos! ¡Dios mío! Creo que nunca mi corazón latió con tanta velocidad...

Cuando terminé de cenar, salí inmediatamente, e involuntariamente, le dirigí la mesa de Slytherin una rápida mirada antes de cerrar la puerta.

No salí junto con Canuto para que Quejicus no se dé cuenta de nuestra jugadita. Canuto salió del Gran Salón junto con los chicos. En realidad, con Cornamenta y Colagusano, ya que Lunático estaba ya en la Casa de los Gritos.

Yo llevaba unos minutos junto a la ventana, muy metida con mis pensamientos, cuando me sobresalté al oír la voz de alguien. Afortunadamente era la de Canuto:

-Así que... este es el lugar -se paró frente a la ventana en cuyo alfeizar estaba yo sentada.

-Sí, es este -respondí innecesariamente, porque estaba un poco nerviosa... y mi corazón todavía se acelera cuando lo escribo.

-Es espantoso... ¿Por qué te gusta tanto? -bromeó.

-Porque es tan espantoso que me inspira, para escribir, pensar, cantar... -respondí, siguiéndole el juego.

-Ah, ya entiendo, te gustan las cosas espantosas.

-Será por eso entonces, que me gusta Severus Snape -dije en broma.

Pero a él no le gustó el comentario, tomó mi mano. Toda sonrisa había desaparecido de su cara, y con una voz seria, o más bien sombría, dijo:

-No digas eso ni en broma, ¿Entendido?

-Entendido... -contesté, y su actitud volvió a ser la misma.

-¿Dijiste cantar? ¿Será posible que en todo el tiempo que llevo en Hogwarts jamás te había oído cantar? -preguntó y yo me reí-. No lo encuentro gracioso, no sabía que cantaras.

-Yo no dije que canto en el sentido de ser cantante. Todo el mundo canta.

-Filch no canta -replicó.

-¡Oh, vamos! Claro que canta ¿no lo has oído? –mentí-. Vive cantándole canciones de amor a su gata.

No pusimos a charlar en voz baja, y a reírnos como hacemos siempre, frenando cada poco tiempo para oír si se acercaba alguien. Pero, no hubo caso, ya eran las once de la noche.

-¿Sabes? Si él no viniera, no me importaría, de todos modos me divertí mucho y la pasé muy bien contigo.

Sus ojos brillaban a la luz de la luna. Y algo en su mirada me recordó a una situación, tiempo atrás, una tarde en Hogsmeade.

-Estaba pensando en eso precisamente.

Volvió la cabeza hacia la oscuridad, como un perro que oye un sonido distante, creí que me advertiría de algo, pero no lo hizo, siguió actuando igual que antes, como si nada hubiese ocurrido, o como si no tuviera importancia, pero yo no había oído nada. Mis ojos se volvieron más penetrantes en la oscuridad desde que soy pantera y no había nada en ese corredor. Volvió a mirar los terrenos.

-¡Mira eso! Parece que no somos los únicos, será mejor que bajes de ahí o te verán -anunció.

-Estamos suficientemente alto ¿No lo crees?

-Por las dudas -volvió a mirar hacia abajo. Otra excusa baratísima para ponerme cerca, ¿no te parece?

Ahí en la oscuridad de los terrenos, había dos personas, que a pesar de la oscuridad y distancia, nuestros ojos reconocieron. Eran el profesor de Aritmancia y McGonagall. Estaban caminando juntos por los terrenos. Lo que ni nuestros ojos de animales no pudieron ver, fue si estaban o no, tomados de la mano.

-Bueno, ¿Qué puedo decir? Es terrible -dijo él mirándolos.

-No lo creo, conozco cosas realmente peores.

-Ustedes las mujeres todo lo ven tierno. Ojalá pudieran diferenciar entre un romance hermoso y uno repulsivo –hizo una pausa-. Yo siempre creí que McGonagall andaba con Dumbledore -bromeó.

-No, él le lleva muchos años, el de Aritmancia no.

Volvimos a mirarnos. Él me sonreía, pero se volvió un poco más serio al tomarme la mano. Con su mano libre, puso el pelo que yo tenía casi en la cara, y lo acomodó dulcemente detrás de mi oreja. Luego, me besó... otra vez.

Creo que si no fue lo más lindo y dulce de mi vida fue... no, fue el momento más lindo y dulce de mi vida. Y hubiese durado más, si no hubiésemos escuchado aplausos. Maldito aguafiestas de Quejicus.

-Bien, he descubierto un nido de amor -dijo con una voz muy desagradable-. Oh, y el invitado de esta noche es, nada menos que el señor Black.

-¿Por qué el enojo, Snape? ¿Te gustaría estar en mi lugar?

Quejicus estuvo a punto de responder, pero yo interrumpí, al leerle en la cara, las ganas de contarle la verdad entre nosotros.

-Si mal no recuerdo, creo haberte dejado claro que no ha habido otros invitados.

-¿Ah, no? -preguntó acercándose peligrosamente, pero con suerte, mi idea no fallaría.

-NO. Ha habido uno que otro no invitado, pero con esos no puedo hacer nada -dije como “al pasar”, sin darle mayor importancia.

Si tenía suficiente suerte, Sirius lo interpretaría “con esos no puedo hacer nada” como si fuera “con esos no pasa nada” y lo tomaría como alumnos que pasan inevitablemente por ese corredor, volviendo apresurados a sus Casas antes de la hora prohibida: alumnos con los que nunca sucederían... cosas; y Quejicus, lo tomaría como “contra ellos no puedo hacer nada”, asociándolo con lo que había sucedido entre nosotros, y que yo, por tener la guardia baja, no pude impedir.

-Deja de tratarla de ese modo, Snape, ¿Entiendes? Si llego a enterarme de que le has hecho algo malo, lo pagarás el resto de tu vida.

Me agarré de su brazo y apoyé la cabeza en su hombro, esperando que las cosas se sucedieran sin que yo tuviera que hacer algo.

-Amenaza cuando sea necesario -contestó mirándome indiferente.

-Es necesario.

-No, no lo es. Yo no le he hecho nada malo...

Canuto comenzaba a impacientarse, pero si Snape lo notó, no pareció afectarle.

-¿Llamarla Sangre Sucia no te parece razón suficiente?

-Es la verdad, y alguien tiene que decírsela.

Sirius sacó la varita, y Snape también lo hizo. Ambos se apuntaron a las caras.

-¡NO! –dejé escapar y me puse en el medio.

-Sal de ahí, Sarah -ordenó Sirius.

-No, vamos, querido, es tarde tenemos que irnos.

Lentamente, Sirius bajó la varita.

-Tú también baja eso -le dije a Quejicus, y lo hizo.

-Vamos -tomé a Canuto de la mano, mientras él le dirigía a Quejicus una mirada de odio, que le fue devuelta.

Eran las once y media cuando llegamos a la torre de Gryffindor, y me puse a escribir, ahora son las doce menos cinco y a las doce tenemos que irnos a la casa de los gritos. Deséame suerte. Adiós.

- - - - -

¡Fue genial! Estuvimos toda la noche rondando, como animales por Hogsmeade.

En un determinado momento, Lunático se tentó de morder a un par de personas, una pareja que paseaba en la noche, pero con los chicos tomamos las precauciones necesarias. Para empezar, estuvimos en los lugares más desolados del pueblo; y para seguir, dos de nosotros son enormes... ¿casualidad? Sabes que no.

Bueno, me caigo del sueño, me voy al cuarto. Los chicos ya se fueron y yo sigo en la sala común. No dejo de preguntarme... ¿Qué habrá pasado con Quejicus?

No hay comentarios:

Publicar un comentario