sábado, 5 de diciembre de 2009

Episodio VI

4-10-84
Querido Diario:

Se lo conté a Snape. Le conté que nos amigamos cornamenta y yo. Fue una conversación bastante cortada, al decir verdad, pero las cosas quedaron bien. ¡Ay, cielos, te conté el final!

Terminamos con el trabajo y Lucius y Joe se fueron. Snape y yo nos quedamos juntando nuestras cosas:

-Bueno, nunca lo creí, pero este trabajo está muy bien hecho. ¿Debo darte crédito por eso? –dijo.

-Claro que sí, querido –respondí.

-Bien, lo siento, te compliqué las cosas un poco.

-No te preocupes. Si puedo contra James y su Snitch, y Sirius que no la aguanta... puedo contra ustedes dos.

Se hizo silencio.

-Quizá hasta nos saquemos un sobresaliente –se mostró algo emocionado.

-Me sorprendería si no fuera así -dije con una sonrisa de satisfacción.

-Un poco humilde ¿Eh? –comentó sarcásticamente.

-Hum... hum... ¿Humqué?... no, en mi diccionario, la única palabra que empieza con “hum” es “humo”.

Silencio.

-Ah, hay algo que no te dije... eh... James y yo somos amigos otra vez.

-Ah... bien -y otra vez silencio-. Eso significa que... –agregó luego de una larga pausa, y paramos de caminar- ¿Somos enemigos otra vez?

-Te dije que no, te lo dije entrando a una clase de Pociones hace un tiempo.

-Sí, pero del dicho al hecho...

-No conmigo –contesté-. Escucha, puedo llevarme bien y ser amiga de ambos, aunque sean enemigos. No digo que no vaya a costarme. Él y yo hicimos un pacto: cuando el se meta contigo, yo no debo intervenir, así como él no se meterá cuando estés conmigo, bien. Haría un pacto contigo pero es en vano... no serías tan idiota de meterte con él ¿No?

-Has como quieras.

-Nunca creí que me darías a elegir.

-Ni tampoco que algún día nos llevaríamos bien.

-Culpa de James y mía -dije.

-De Potter, solamente -corrigió.

-No, si te pones a pensar, la ciega era yo. El pudo hacerte las mil y una, pero si yo hubiera sabido verlo, no me habría visto involucrada, y las cosas habrían sido diferentes.

Habíamos llegado a la ventana de siempre, solo que nunca habíamos ido de día. Eran las seis de la tarde cuando llegamos y como las nueve cuando nos fuimos. Además de quedarnos charlando, aprovechamos e hicimos la tarea. Este es el final feliz. Pero la parte triste es que los chicos sospechan.

Punto a: llegué de noche a la sala común.
Punto b: llegué con la tarea lista.
Punto c: la última vez que nos habíamos visto, había sido en la biblioteca, con los chicos.
Punto d: Joe llegó a la sala común y yo no... lo raro sería que no sospecharan.

Ya saben que estoy de amiga con él... pero de todos modos me incomoda que ellos sepan que estuvimos tres horas juntos haciendo la tarea. Prefería cuando no sabían nada. Por suerte no hicieron preguntas, lo dieron por sentado y así terminó el día.

5-10-84
Querido Diario:

Hoy fui a visitar a Dumbledore. Estuvimos hablando largo tiempo, sobre Snape, para variar. Le conté toda la historia desde el principio... si todo... hasta ahora. Cómo empezó todo, cómo siguió, cómo se dieron las cosas para favorecer la relación (que nos tocara trabajar en grupo, que yo me peleara con Cornamenta), cómo quedó todo hasta ahora. Una historia larga para haberse dado en un mes y un poquito.

Me miró con una sonrisa que decía mucho, pero se entendía poco, y después dijo:

-Ya era hora.

-¿Qué quiere decir eso? Vamos, vamos, no puede ser solo lo que yo estoy pensando. Tiene que haber algo más. Nos conocemos hace tiempo... yo siempre te digo todo y sin embargo tú eres de esos que piensan y saben mucho pero dicen nada. No entiendo lo que has dicho... ¿Me lo puedes explicar?

-Simplemente que ya era hora de que comenzaran a terminarse los conflictos entre Slytherin y Gryffindor. Un día, necesitarán unirse para enfrentar algo peor.

-¡Oh, no me digas nada! ¡Un mago malvado intentará conquistar el mundo! –fue mi sarcástico comentario.

-Lo dices como si fuera imposible. Pero volviendo al tema de Severus... ¿Notas los signos? ¿Estás pendiente de ellos? Me refiero, claro está a lo siguiente: Levan años de llevarse mal, de humillarse mutuamente (y disparejamente). De repente, muestra interés en ti. Pero no lo manifestó directamente hacia el diálogo, ya que ustedes nunca antes habían hablado. Lo manifestó con un beso... ¿Cómo se llama eso?

-¿Calentura adolescente? -respondí.

-No. No me refiero a eso. Creo que gusta de ti. Pero no se sentía lo suficientemente cerca para hablar...

-¿Pero si para besarme? ¿Cuánta lógica hay en eso? Es más lógico que fuera calentura.

-Uno no puede guiarse por la lógica cuando se trata de sentimientos, Sarah. Tú estabas sola, era su oportunidad. De modo que, si se quería acercar, ése era el momento. Aunque él no estaba seguro de que realmente estuvieras sola, no podía tratarte bien porque sí, para después descubrir que tus amigos estaban por ahí. ¿Qué hizo? Atacó, por prevenir. Cuando estuvo seguro de que estabas sola, ya era demasiado tarde para detener la discusión... tuvo que recurrir a… otros métodos -explicó.

-¡Demonios! ¡Tienes una respuesta para todo! Puede que a ti te enorgullezca, pero a los que nacimos idiotas, nos hace sentir más idiotas. ¿Entonces el tema del trabajo práctico grupal mixto entre las casas no fue por el enojo de McGonagall, sino por idea tuya?

-Sí.

Sirius ya no me gusta. Lo encuentro atractivo, sensual y toda la cosa, pero es distinto... ya no tiemblo cuando está cerca. No tengo el impulso de abrazarlo o tomar su mano, de estar con él en todo momento. No tengo la fantasía loca de agarrarlo contra una pared y... otro montón de cosas cambiaron...

Ultimamente pienso más en Severus que en él. No del mismo modo en que pensaba en Sirius, pero Snape resultó ser muy distinto de lo que parecía y me hace bien hablar con él.

En fin, me voy por ahí...

7-10-84
Querido Diario:

Hoy pasó algo muy raro…

Todo comenzó cuando fui a la biblioteca, porque tenía un trabajo de Botánica que terminar, y merodeando entre las estanterías me encuentro a Bellatrix Black (Slytherin), prima de Canuto, y a Snape. El estaba acorralado contra la estantería y ella se le acercaba… se notaba que la muy desesperada se le tiraba encima. Cuando él me vio, se apartó de ella rápidamente.

-Sarah… -dijo- ¿Qué… qué estás haciendo aquí?

Realmente, era un poco evidente la respuesta… no hay muchas cosas que una persona pueda estar haciendo en una biblioteca:

-Vine a barrer -contesté con sarcasmo.
-Me refiero a… -comenzó pero no lo dejé terminar.
-Olvídalo -dije y procuré desaparecer antes de que Bellatrix diga algo.

Falle, y mientras me iba, escuhé:

-¿Por qué la noviecita de mi primo te hace una escena?
-No era una escena, ella solo… ¡No es la novia de tu primo!

-Sé reconocer una escena cuando la veo, Severus, y te guste o no, ella es la novia de mi primo...

-Déjalo ahí -terminó él.

Escuché pasos acelerados detrás de mí, sentí que me tomaban del brazo y me arrastraban fuera de la biblioteca. Era Snape:
-Lo siento -dijo, yo empecé a caminar más rápido de lo normal.
-¿Qué sientes? No tienes que disculparte por andarle coqueteando a Bellatrix, tu y yo no somos más que amigos…

-Lo sé, pero… te molestó.

-No, nada que ver -repliqué, aunque hasta yo noté lo poco creíble que sonó-. Si quieres, incluso puedes salir con ella… claro, en caso de que ella quiera salir contigo… como si alguna persona quisiera salir contigo…

-¿Por qué me atacas? –cuestionó.
-No te ataco.

-¿Por qué ese repentino cambio de actitud?
-No hay ningún cambio en mi actitud.

-Vamos ¿Por qué no confiesas?

-No hay nada que confesar.

-¿De quién huyes, que casi estás corriendo?

-No es así. No estoy huyendo.

-¿Por qué no lo admites?

-¡PORQUE NO QUIERO!

Oops…

Esta respuesta no solo me paralizó a mí, él también parecía sorprendido. No supe en qué momento dejé de caminar. Ambos nos quedamos callados mirándonos, finalmente, él hablo:

-Entonces… sí hay algo que admitir.

-¡Bien! -dije aumentando el espacio entre nosotros, desde lo que pasó aquella noche, que cada vez que estoy con él, estoy con la guardia alta- Me molestó tanto como a ti, el hecho de que yo me besara con Sirius en Hogsmead.

-Yo… ¡No mezcles! –se defendió, por primera vez nervioso- No estamos hablando de eso.

-Estamos confesando… no esperarás que sea yo la que confiese, querido.

-Yo… no quiero hablar sobre eso.

-Bien, yo no quiero hablar de esto -comencé a caminar para irme, pero me detuvo tomándome el brazo, me jaló hacia sí.

Quedamos realmente cerca, pero retrocedí rápidamente.

-Está bien, acepto tu reto.

Ouch…

Mi corazón latía a toda velocidad. Yo creía que si me defendía acusándolo, el no tendría valor suficiente, pero me equivoqué. Estaba en un callejón sin salida. Mientras él me confesaba lo que yo ya sabía por Sirius, tenía que inventar algo rápido y bueno, para salir del encierro, pero… ¿Qué?

-Yo, admito que… me molesto algo ese tema, pero fue solo…

Desde el extremo del corredor al que me dirigía, se escuchó el sonido de un beso, con el que yo habitualmente llamó a mis amigos, para no gritar. Era Canuto. Cuando Snape lo vio se quedó callado, y metió la mano en el interior de la túnica, tomando el mango de la varita, por si Sirius lo atacaba.

Cuando llegó, cruzó una mirada de advertencia y desagrado, con Snape. Me pasó la mano por la cintura, ignorándolo, y dijo:

-¿Conseguiste los libros de Botánica? -preguntó.

-No, tuve una demora -contesté mirando el piso.

Canuto miró a Snape:

-No sé si captaste la indirecta, así que me aseguraré de que la entiendas: te llamó “Demora”…

-Sirius, por favor, déjalo -dije, y no supe quién de ellos se sorprendió más- ¿Sabés? Ve a la biblioteca y espérame. Evito la demora y voy -agregué, para arreglar las cosas con Sirius, y ganar tiempo para aclararlas luego con Snape.

-Bien -finalizó Canuto, y se fue.

Aguardé un momento en silencio y dije:

-No era necesario que tomaras tu varita, él no te atacará mientras yo esté presente.

-¿Te comportarás como una heroína y me defenderás de las cosas que durante tiempo tú me hiciste?

-No, es solo que… es solo que él sabe lo que ahora pienso al respecto… sabe que me molesta que te hechice…

-¿Sí? ¿Y cuando cambiaste de parecer? -dijo como si esa pregunta no tuviera respuesta.

-Cuando te conocí -respondí sin miedo, y comencé a caminar a la biblioteca. Le tapé la boca en una forma... un poco más práctica que la que él usó conmigo.

-Tenemos… una conversación pendiente.

-Ahora no tengo tiempo, luego hablamos -y seguí mi camino.

Que Sirius hubiera llegado en el momento más oportuno, no fue una salvación en su totalidad.

-Bien, bien, bien… supongo que todo tiene su explicación -empezó Canuto.

Estábamos en la biblioteca, sacando libros de los estantes y dejándolos sobre una mesa.

-Sí, todo tiene explicación, excepto la matemática... fui a colegios muggle, y aún así no logro entenderla… ¿Te has puesto a pensar que mediante una ecuación de derivadas puede obtenerse la pendiente de la recta tangente a un punto perteneciente a una función? ¿Cuánto sentido hay en eso? -eludí descaradamente.

-No te hagas -dijo él- ¿Qué hacían ustedes dos solitos en un corredor?

-Nos besábamos apasionadamente... –bromeé, ya que era evidente que no era lo que estaba sucediendo.

Una mueca de asco cruzó su rostro.

-Sabes lo que pienso de esas bromas.

-¿Bromas?

-Es en serio -dijo casi enojado-. No me gusta que digas eso, sabes que él anda detrás de ti.

Miré hacia atrás. El giró mi cara con brusquedad.

-No es momento para bromas, Sarah, comprende. El gusta de ti. Tú haces como si no lo supieras y te pasas las tardes libres, paseando por los terrenos más alejados, charlando a escondidas con él. Es extraño.

-No lo es, es mi amigo –expliqué-. Nada más.

-Lo sé, pero estás dándole falsas esperanzas -respondió.

-¿Pensará cualquier cosa sólo porque doy un par de paseos con él a la semana, hablando de cosas sin importancia? ¡Oh, vamos! -dije irónicamente.

-Te lo digo como hombre –contradijo- Cuando nos gusta una chica, el menor signo significa mucho para nosotros, aunque ustedes no lo hayan notado -explicó acercándose.

Me alejé de él, y dije:

-Mejor, vamos a aquella mesa que es más grande.

En ese momento, Snape entró en la biblioteca. O quería espiar, o quería seguir haciendo lo que hacía cuando Bellatrix se le tiró encima. Cuando Sirius y yo nos sentamos, dije:

-De todos modos, para que no pienses mal, esto fue lo que pasó: -como odio mentirle- Me dijiste que fuera a la biblioteca, que nos veríamos ahí… cuando estaba llegando, me encontré con él, y me preguntó qué estaba haciendo, le explique. Me dijo que la profesora McGonagall no se siente bien, así que esta tarde la tendríamos libre… Yo le dije, que sería genial, porque tenía que estudiar algo de DAO que me costaba mucho. El me dijo que esa materia se le hacía fácil, que si quería, él podía ayudarme… y justo tú llegaste…

Snape se había sentado en una mesa próxima a la nuestra, y había sacado libros y pergaminos.

Sirius se me acercó y me dijo en secreto:

-¿Te molestaría si coqueteara descaradamente contigo, para herirlo un poco?

La verdad es que siempre me coquetea descaradamente y yo le sigo el juego, no comprendía cuál era la idea de pedirme permiso AHORA, pero dije:

-De acuerdo, después de todo, se supone que somos novios, recuerda.

Creo que de todo lo que hicimos Sirius y yo, eso fue lo que más evidenciaba nuestra supuesta relación… estaba a la par con mi comentario de aquella vez: “El hecho de haber dormido conmigo, no te da ningún derecho sobre mí, querido, recuérdalo…”

Estuvimos lanzándonos miradas y sonrisas de dulzura durante más o menos una hora. Snape lo notó, lo sé porque miraba de reojo y en el momento en el que Sirius se me acercó más (casi nos besamos), arrugó su pergamino. Cuando él hizo eso, me quedé mirándolo un momento, desapareciendo de mi rostro, todo asomo de sonrisa. Me sentí culpable.

-Te cansó todo este teatro ¿No es así? -adivinó Sirius en voz baja, simulando escribir algo que estaba en su libro.

-Yo…

-Vamos, ve. Corre y dile toda la verdad, hazme quedar como un perdedor frente a él… eso es lo que deseas.

-¡NO! -dije más alto de lo que quería. Snape dejo de escribir súbitamente. Demostrando que estaba esforzándose por escuchar.

No podía correr riesgo de ser oída, así que mientras simulaba estar hablando de alguna estupidez relacionada con el trabajo, escribí:

“No es así, no es eso lo que quiero. Eres mi amigo y nunca te haría eso”

El leyó, sin la más mínima expresión, contestó:

“Sin embargo, tampoco quieres que él piense lo que no es, ¿me equivoco?”

Y yo puse.

“No, no quiero que él piense lo que no es, en realidad, no quiero que nadie piense lo que no es”

A lo que él respondió, preguntando lo siguiente:

“¿Qué propones?”
Y bueno, es un diálogo de dos personas, no hace falta que te aclare quién habló cuando...

“Diré que no hay nada entre nosotros. Pero no que nunca lo hubo”

“De modo que rompimos, pero seguimos siendo tan amigos como siempre… ¿Te parece eso creíble?”

“Podemos fingir una pelea temporal”

“O sea que te molesta aparentar que eres mi novia, pero no te molesta aparentar que estamos peleados… ¿A dónde quieres llegar?”

“Mira, no sé tú, pero yo creo que si seguimos así no será necesario que la pelea sea actuada…”

“Solo trato de entenderte”

“¿Como si eso fuera posible?”

“Durante mucho tiempo nos entendimos muy bien”

“Pero ahora es distinto, porque hay cosas con las que ya no coincidimos”

“Hablas de tu trato con Quejicus…”

“Exacto. Te guste o no, soy su amiga ahora, y ya no quiero mentirle. Pero tampoco puedo decirle la verdad, porque tu también eres mi amigo, entonces, para tener una relación sincera con ambos hay que dejar todo esto en el pasado. Pero tampoco se puede dejar en el pasado así como así. Te propongo me parece justo: mintamos, por última vez”


En cuanto terminó de leer eso, se levantó metió todo en su mochila con un solo movimiento, y salió sin decir una palabra. Yo hice lo mismo solo que no puede evitar hablar.

-¿Qué...? Sirius… Sirius, escúchame. No seas así. Necesito… ¡Sirius! -pero era inútil, me quedé callada y lo seguí, fuera del lugar.

Tomé su brazo antes de doblar en el corredor, y comencé a hablar sin parar.

-Escucha, sé que esto no te gusta, se que no es esto lo que quieres… pero esto es así y la situación no va a cambiar porque sigamos fingiendo lo que no es.

En su enojado rostro apareció una sonrisa.

-¿Qué? ¿No te gustó?

-¿Qué? ¿Estabas fingiendo?

-Me pareció una buena forma de empezar la pelea, realmente me pareció una salida bastante… aceptable. No es lo que yo quiero, pero… -no terminó de hablar, porque le pegué un mochilazo- ¡Ey! Snape está en la biblioteca, no necesitamos seguir peleando.

-Ya lo sé. Eso fue por hacerme sentir mal –dije enojada, y luego le sonreí.

Me guiñó un ojo y se fue.

¿Te diste cuenta de lo irreal de eso? Se enojó, es evidente... pero no lo quiso mostrar. Debo admitir que tiene toda la razón si se enoja conmigo, es que si todo esto es confuso para mí, confundo a los demás.

Después de tanto tiempo coqueteando y jugueteando con él, que de golpe dejó de parecerme divertido, es raro... ¡El mundo se dio vuelta!

No quiero ser su novia... quiero ser su amiga. Y lo mismo pasa con Quejicus ¿Cómo hago para decirlo? A ver:

-Hola, Sirius. Mira, ya se me pasó lo que sentía por ti, y no quiero ser tu novia. Sé que no me lo haz pedido y que no vas a hacerlo nunca, pero bueno. Voy a decirle a Quejicus que tampoco quiero nada con él. Adiós.

Estúpido, ¿No te parece?

Pero bueno, vamos avanzando, la parte positiva es que ahora sé lo que quiero. El problema es cómo lo consigo. Tengo que distanciarme de ambos, al menos un tiempo... pero ¿Cómo me distancio sin quedarme sola como un perro leproso? ¡Si tan solo hubiera alguien normal en todo este colegio!

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