sábado, 5 de diciembre de 2009

Episodio IX

9-11-84
Querido Diario:

Definitivamente esto es preocupante. Los días pasan, y Sirius sigue con Kat... hoy cumplen dos semanas, creo. En realidad no he hecho la cuenta.

Sí, soy consciente de que no escribí en días, pero este es el año de los MHB y parece que nos profesores no lo han olvidado... nos dan mucho trabajo, hay muchos exámenes, no tengo mucho tiempo.

De todos modos voy muy bien, con notas altas, aunque con más esfuerzo que otros años. El otro día obtuve un Sobresaliente en el examen de DAO, en lo que Severus me había explicado. Y hablando de eso, sigue lloviendo y justo cuando estoy con él en los terrenos.

Sería sospechoso, pero los únicos que me vieron entrar empapada en la Sala Común, fueron los chicos. Ellos saben perfectamente que me encanta mojarme en la lluvia, pero si supieran que en ese mismo momento, “Quejicus” entraba a la Sala Común de Slytherin en las mismas condiciones que yo...

Otro tema. Me preocupa un poco que Sirius quiera leer mi diario ¿Y si lo hiciera? Yo tendría muchos problemas. Tengo que amigarme con él: porque lo quiero, porque lo extraño, porque no soporto esta situación... y porque si nos amigamos no leerá mi diario. Todos ganan.

Ahora que lo pienso más detenidamente, no tengo derecho a decir que las cosas siguen igual, algo cambiaron. Sirius sigue portándose como un idiota cuando estoy cerca, pero en menor medida. Además, luego de lo que me dijo cuando estaba “dormida”, soy mucho más flexible. No le sigo el juego y solo lo miro como queriendo decir “si tan solo fueras un poco menos estúpido”. Fin de la discusión. Es la razón por la que en la próxima incursión a Hogsmeade, estaremos todos juntos.

Este cambio leve, se notó más desde afuera (al menos en Gryffindor), lo notó Lily y lo notó Kat, que parece esforzarse para molestarme por todo lo que ya no me molesta Black. Aunque lleva las de perder... esto pasó en el baño:

-Ah, eres tú -dijo.

-Sí, desde que nací ¿Curioso no? -contesté con sarcasmo.

-Si vienes a tomar tu clase de “Make up” de hoy, espero que estés lúcida, porque pronto me iré de Luna de Miel con Sirius, y quiero que adelantemos las clases de la semana que viene... -sus amiguitas rieron.

-Dijiste que las clases eran los Jueves, y... la semana tiene sólo uno. Ojalá tu cerebro pudiera hacer esa cuenta... –hice una pausa-.
Mmm... Te irás de Luna de Miel con Sirius pero... ¿El lo sabe?

¡Qué fácil es borrar sonrisitas de idiota de las caras de todas ellas!

-Por supuesto, él me lo prometió.

-Ah, entonces debe estar por cortarte. Siguiendo la rutina... si de verdad te prometió eso...

-Ah ¿sí? –comenzó incrédula.

-Sí, conozco a Sirius, y es lo de siempre: un día te dice esas cosas, y al otro día te deja. No puede ser de otro modo, si no se casó conmigo cuando quedé embarazada...

-Eso no es cierto -dijo no muy segura.

-¿Eso crees? Ve y pregúntale... no, mejor dile “Supongo que ya, a estas alturas, habrás olvidado lo del 3 de Agosto” después ven y dime lo que dijo. O puedo ir contigo y que te lo diga delante de mí... de ese modo, no podrá mentir...

Tal vez no lo recuerdes porque fue hace mucho tiempo, pero con Sirius habíamos hecho un pacto por si alguna vez nos peleábamos, y la clave era “3 de Agosto”, a lo que él tenía que contestar “Fue el 5”. Confieso que yo no quería enviarle la clave, pero en el momento actué impulsivamente sólo por molesta a Kat.

-No necesito probar nada, y menos para complacerte.

-Como quieras –terminé sin darle importante, pero ella estaba bastante alterada y no se callaba más.

-Además... él me lo había dicho. Tú lo que quieres es hacerme duda, y no vas a conseguirlo.

-Claro, está bien –dije con el mismo tono. Sé como piensa. Mucha palabra, poca idea. Lo estaba diciendo para creerlo ella más que para demostrarme algo a mí, pero yo sabía que iría a preguntarle-. Si estás tan segura no vayas.

-No iré.

-¡Qué mala suerte! Debo admitir que te subestimé. Creí que podría engañarte –comencé a acomodarme el pelo en el espejo para hacer tiempo.

-¡Qué tonta eres!

-Realmente. Bueno, me voy.

Salí y me escondí tras una estatua. Son horribles, y siempre me pregunto qué hacen en el colegio, pero cada vez que me escondo detrás de una, recuerdo lo útiles que son en determinadas circunstancias.

Vi que Kat salía y miraba para todos lados como cerciorándose de que yo no estuviera por ahí. Luego, caminó hacia el lado de la torre de Gryffindor y la seguí. Todo el camino lo hice muy nerviosa, no porque Kat pudiera verme, sino por miedo a que Sirius no conteste como yo quería. Ella entró en la Sala Común, yo esperé escuchando. Sirius estaba solo en un sillón y Kat se le acercó:

-¿Qué sucede?

-Nada solo quería pasar unos momentos contigo -se recostó junto a él-. Tú me quieres, ¿Verdad?

-¿Qué clase de pregunta es esa?

-Nada es sólo que estuve hablando con... –vaciló, se hizo un silencio tenso.

-¿Con...?

-Tu amiguita.

-¿Sarah? –fue más una exclamación de incredulidad que una pregunta.

-Quiero hacerte una pregunta y no me gustaría que te enojes conmigo.

Silencio.

-¿Es verdad lo queme dijo acerca del 3 de Agosto?

Sirius pareció impactado, luego dijo:

-¿Ella te lo dijo eso?

-Con exactitud ¿Es cierto?

-Sí, no. ¡Espera! Te lo puedo explicar. Pero antes necesito que hagas una cosa... –parecía estar hablando contra su voluntad.

-¿Qué?

-Tienes que decirle que está equivocada, que fue el 5.

-¡¿Es cierto?!

-No sé lo que te dijo ella, pero es importante que le contestes eso.

-¡Yo no voy a decirle nada a nadie! ¡Me voy!

Salió corriendo sin que Sirius pudiera detenerla, salí de mi escondite y dije:

-Escuché, no hace falta que me conteste nada.

El se quedó en completo silencio. Me miraba como si no pudiera comprender que yo estaba parada delante de él, mirándolo a los ojos.

-¿Por qué enviaste la clave? –preguntó suave y lentamente.

-Porque una vez... –me fui acercando- le prometí a un gran amigo que si alguna vez me enojaba con él...

Sonrió con la boca, pero no con los ojos. Se Hizo un silencio tenso.

-¿Por qué la contestaste?

-No sé, no estaba pensando lo que decía. Me sorprendí tanto que...

-¿Entonces... no es válido?

Por un momento creí que me iba a decir lo que menos quería escuchar. Sentía que me miraba con dureza, y no con incomprensión y sorpresa, pero luego todo su cuerpo empezó a aflojarse, y soltó:

-¡Claro que es válido! ¿Todo perdonado? –preguntó, pero hablaba fríamente.

-Sí.

Nos quedamos duros, cada uno es su lugar, como si estuviéramos pegados al piso. Cuando me imaginaba amigándome con él, debo decir que lo visualizaba más emotivo de lo que fue. Pero porque mi cerebro vive de cuentos de hadas.

-Creo que deberías explicarle...

-Mi relación con ella, no es de tu incumbencia... -contestó.

-Bien. Pero si todavía tienes algo de dignidad, corta con ella, en vez de seguir usándola.

La verdad es que no sé qué pensar. Se supone que nos amigamos, pero todo es tan frío y distante que siento que seguimos peleados. ¿Por qué sucedieron las cosas de ese modo? Sí sabe que lo perdono, y sé que él me perdona... y se supone que ahora seremos amigos de nuevo... ¿Por qué me sigue tratando como antes?

En este momento estoy en la ventana que tan bien conozco, pensando recordando. Severus está por venir, íbamos a reunirnos aquí para hacer la tarea. Sí ya sé lo que crees... habiendo tantos lugares más cómodos que estar sentados en el piso, justo elegimos eso. Pero este lugar está escondido y hay menos probabilidades de que nos vean... y ya sabes lo que él piensa de eso. Ahí viene...

- - - - -

Definitivamente, mi relación con Severus va progresando. Desde que somos amigos, no habíamos tenido el tipo de cercanía que tengo con el resto de mis amigos. ¿Demostrar? ¡No, él jamás!

Pero hoy, cuando vino, te puedo asegurar que la tarea la dejamos pendiente. Llegó, me preguntó cómo andaba, e intenté decir que estaba bien, pero involuntariamente, sonó muy poco convincente.

-No, no lo creo... –dijo-. ¿Qué sucedió? Tiene que ver con Black ¿Verdad?

¿Y para qué negarlo? Sería comenzar a mentir nuevamente, y no quiero. Había intentado no hablar con él de ese tema, pero en ese momento, quizá necesitaba charlar...

-¡No lo entiendo! ¡Se supone que nos amigamos! ¡Se supone que todo debe estar bien! ¿Por qué no me dijo lo que sentía?

-¡Demonios, Sarah! ¿Acaso tengo que explicarte todo?

-¿Todo qué?

-¡Los estás analizando como si él fuera una mujer! –se notaba que era sincero, pero que iba a ayudarme a ver las cosas, pero a regañadientes- ¡Los hombres no hacemos las cosas como ustedes las mujeres! Ustedes son un gran mar de sentimentalismo, y cuando algo les pasa inmediatamente quieren hablar de ello. Con el chico en cuestión o con algunas amigas. Los hombres no hacemos eso.

-¿Y qué hacen?

-Pensamos.

-¿Sólo eso?

-Pensamos mucho. En tranquilidad. Analizamos un poco las cosas, y cuando nuestro cerebro manda sobre los sentimientos, decidimos hablar. Pero ustedes quieren todo en el momento, quieren que nos tiremos a sus brazos y digamos cosas tiernas.

-¿Es mucho pedir? –reí.

Hice un breve recorrido sobre mi amistad con Sirius. Cómo nos divertíamos cuando éramos más chicos, de los temas que generalmente hablábamos, de cuándo me gustaba... y me puse llorar recordando todo eso. Me di cuenta de que extraño su amistad más de lo que creía y que el orgullo es más débil que eso. Hasta que lo tengo frente a mí, entonces el orgullo toma una fuerza increíble, que tendré que dominar si quiero arreglar esto.

Cuando me puse a llorar, él hizo algo que francamente, yo no esperaba... me abrazó. Y lo hizo sinceramente, eso lo noté... así como también noté que al principio estaba nervioso, luego se relajó. Pero me sirvió, me sentí mejor.

Aunque no había terminado de calmarme, cuando Sirius apareció ahí, o más bien... Black. Nosotros aún estábamos abrazados cuando él llegó:

-¡Qué enternecedor!... ¿Enternecedor? No, no estoy seguro de que esa sea la palabra... –saludó bruscamente. Y me recordó mucho a la actitud que tenía Severus, cuando era para mí “Quejicus”.

Mi cara estaba tapada por mi pelo, así que él no notó que lloraba, hasta que yo lo dejé ver. Entonces el muy idiota preguntó:

-¿Estás... llorando?

Yo no la iba a dejar pasar, mi orgullo estaba tomando fuerza.

-No, el Calamar Gigante me metió tres tentáculos en cada ojo... o no ¿Qué crees? Me tiré aerosol de pimienta a mí misma para ver que sucedía...

-Pero ¿Por qué estás así? -miró a Snape como a punto de culparlo.

-Por ti –se apresuró Severus.

-Yo... -intentó decir.

-Olvídalo... –dije.

Tomé a Severus de la mano y me lo llevé. No tuvimos que juntar nuestras cosas, porque ni siquiera las habíamos sacado de la mochila.

En realidad, yo sí quería hablar, pero no lo consideré el momento oportuno, no quería hablar con Severus delante. Esta noche, lo esperaré en la sala común.

- - - - -


¡FUE GENIAL! ¡SOMOS AMIGOS OTRA VEZ, LAS COSAS SE SOLUCIONARON! ¡ESTOY MUY CONTENTA!

Para empezar, cuando llegó estaba con la cosa esa que normalmente tiene pegada en el brazo... eso que habitualmente llaman “Kat”.

-Sirius, ¿Podría hablar un momento contigo?

El me miró con extrañeza y Kat con incredulidad. La cara de Sirius, por acción del orgullo se fue tornando enojada:

-Ah ¿Ahora si quieres hablar? Pues, no sé si tenga ganas... -dijo, y Kat rió.

-Sirius, por favor ¿Realmente creíste que hoy no tenía ganas de hablar? Claro que las tenía, pero no quería hacerlo delante de Snape. Ahora, simplemente te pido que dejemos de comportarnos como niños y hagamos algo que ambos queremos y necesitamos hacer...

-¿De dónde sacaste que mi novio quiere hablar contigo ¿No te alcanzó todo esto para darte cuenta de...? -comenzó Kat, pero Sirius le hizo un ademán de que cierre la boca de una maldita vez. En realidad el ademán era más simple, pero yo me doy cuenta de que la palabra “maldita” debía ser interpretada.

-Está bien... tienes razón es hora de acabar con esto... -se acercó a un sillón y se sentó, lo mismo hizo Kat.

-Eh... –comencé-. Kat, cuando miro a Sirius y le digo que desearía hablar con él, sin siquiera nombrarte o mencionarte o mirarte, es porque no tengo interés en que tú estés presente...

Ella se aferró al brazo de Sirius.

-Tendrás que hablar así, porque él me lo contará de todos modos.

-Si estás tan segura de eso, vete y déjame hablar en tranquilidad.

-Pero... -insistió.

-No tienes que estar aquí parada controlando, nada sucederá, simplemente queremos hablar como dos viejos amigos ¿Entiendes? Quiero que confíes en mí y nos dejes en paz -dijo Sirius.

-Si solo van a hablar ¿Para qué quieren que me vaya?

-¡PARA QUE NO ESCUCHES! ¡DUH! –exclamé- De lo que vamos a hablar es de cosas nuestras... si Sirius quiere decírtelo luego, que lo haga... pero quiero darle la libertad de elegir...

Se levantó y se fue muy enojada. La Sala Somún quedó en silencio. Yo sabía que era lo que quería decirle, pero también quería darle la oportunidad de hablar primero. Como no lo hizo, dije:

-Bueno... quería decirte que creo que toda esta pelea es absurda y me tiene cansada. En todo este tiempo que estuvimos distanciados, estuve pensando mucho y me di cuenta de lo que tu amistad significa para mí. Me tocó a mí dar el primer paso, decidí darlo. No quiero ser la culpable si todo esto no se arregla. Quiero disculparme porque actué y actúo constantemente como una estúpida e inmadura y estoy muy arrepentida del daño que te hice. Reconozco que no me detuve a pensar cuáles serían las consecuencias de mis actos. Ni si estaban respondiendo a lo que realmente quería. Nunca debí meterme en toda esta farsa, y mucho menos si no estaba segura.

-No -interrumpió, yo me preguntaba cuando tiempo más iba a permanecer inexpresivo y callado, dejándome echarme toda la culpa de nuestra pelea.

-¿No qué?

-Hay varias cosas que dijiste que no son así. Para empezar, es que tú no actuaste como una mocosa estúpida, sino que respondiste a mis actitudes, que fueron muy idiotas e inmaduras. Además, si bien no estabas segura de lo que querías, yo tengo mucha responsabilidad en eso, ya que muchas veces te presioné para que hicieras lo que yo quería, y por eso terminabas contradiciéndote. Todo lo que hice fue porque estaba muy confundido por la forma en la que me aceptabas y rechazabas. ¿Por qué a veces me aceptabas y otras no? ¿Por qué a veces parecía que gustabas de mí y otras no? Si gustabas de mí ¿Por qué huías? Si no gustabas de mí ¿Por qué me aceptabas? ¿Estabas jugando conmigo? ¿Te estabas haciendo rogar? ¿No podías definir lo que sentías por mí? Esas fueron las preguntas que tuve en mi cabeza durante mucho tiempo. Le pregunté a Remus si entendía tus actitudes y me dijo que sí. Le pedí que me diera respuestas, pero se negó. Dijo que si quería respuestas que hablara contigo. Luego, con tu nueva amistad con Quejicus, tus rechazos se hicieron más frecuentes, y por un momento tuve la certeza de que estabas cansada de mí. Y si así era, la única explicación era que lo que habías sentido por mí no era nada importante –se hizo silencio, yo estaba muy sorprendida como para articular palabras, y el continuó-. Decidí que no hablaría contigo, por miedo a enterarme la verdad. Luego se me ocurrió lo de decirle a tu amigo que éramos novios para ver si lo desmentías o no. Ahí te presione, por que te ‘obligué’ a mentir. Y esa misma mentira, llevó a otra y a otra. Como veía que mentías por mí, me tranquilicé un poco y me llené de dudas nuevamente. Tu amistad con Snape progresaba. Con lo que pasó en la biblioteca, decidí que tenía que alejarme de ti y olvidarte, pero era una tarea difícil, y más si distanciarme de ti significaba distanciarme de mis amigos...

-Pero... pero... si hubieras venido a preguntarme...

-¿Preguntarte qué?

-Todo eso. Todas las dudas que tenías. Pensar que estaba jugando contigo era un poco absurdo, me conoces. Pero es comprensible que te preguntes por qué te rechazaba o te aceptaba, porque es confuso. Lo que sucedía era que yo quería aceptarte siempre; pero por otro lado, nosotros no éramos novios, no me parecía correcto dejarte acariciarme y besarme como si lo fuéramos. No quería que obtuvieras todo de mí sin un “compromiso” a cambio. Pero al mismo tiempo eso te confundía y demoraba tu decisión de formalizar o no, solo que yo no me daba cuenta. Pero con toda esta confusión las cosas cambiaron mucho...

-¿Estás diciendo que si yo te hubiera preguntado si querías ser mi novia, me habrías dicho que sí?

-Ajá... te lo habría contestado sin pensarlo, era lo que yo estaba esperando. Aunque admito que muchas veces me sentía insegura. Cuando estaba contigo no podía dejar de pensar una y otra vez “pregúntamelo, pregúntamelo, pregúntamelo, pregúntamelo...” -¡Qué tonta soy! ¿Cómo voy a decirle eso? Me apresuré a agregar-, pero cuando estaba sola escribiendo en mi diario me llenaba de incertidumbre e inseguridad.

Se llevó las manos a la cara, parecía que tenía muchas ganas de volver el tiempo atrás.

-Fui un idiota. Si hubiera arriesgado... -se quedó callado- Y tenías razón sobre Katherine, la hice víctima de nuestra pelea, la utilicé, y no lo merecía...

-Ve a saber si no lo merecía, quizá esto la ayudará a saber que la superficialidad no es una virtud...

-Aunque ella tuviera que aprenderlo, quién sabe si soy yo quien tiene que enseñarlo... tengo que hablar con ella... -se levantó y yo hice lo mismo.

-Te extrañé, estúpido -le dije.

-Yo también... estúpido...

Me secó las lágrimas, fue algo tosco y casi me duele, pero tierno al fin.

-Basta, si vuelves a llorar por mi culpa...

-Olvídalo –dije sin dar importancia.

-Tengo que hablar con Katherine -y comenzó a caminar hacia arriba

-Eh... ¿Cómo tienes pensado ir a su cuarto?

-Del mismo modo de tú vas al mío...

-Te digo que no creo que puedas... es por una norma un poco anticuada. Los creadores de este castillo, creyeron que más de un hombre intentaría ir al cuarto de las chicas, pero creyeron que nunca una chica querría ir al cuarto de los chicos. De modo que si yo voy a tu cuarto, no sucede nada, pero si intentas venir al nuestro...

-Tengo que hablar con ella ahora y arreglarlo todo...

-Iré por ella... –repuse- Pero ve pensando qué vas a decir y cómo lo vas a decir... -comencé a subir la escalera- Y otra cosa...

-¿Qué?

-No les digas a los chicos que nos arreglamos, démosles la sorpresa mañana.

-Está bien.

Y subí, le dije a Katherine que Sirius quería hablar con ella. Y me vine a escribir. Hace un rato, escuché llantos en el pasillo, me asomé, era Kat. Al pasar junto a mí me gritó:

-¡ESTO ES POR TU CULPA!

Yo le contesté:

-¡Se te corrió el maquillaje! -algo que estuvo muy fuera de lugar en la situación en que lo dije. Pero estoy tan acostumbrada a taparle la boca, que fue totalmente impulsivo, no me detuve a pensar “Pobre, le acaban de romper. Está muy triste, se está descargando. Quizá tendría que ser un poco más tolerante”. Lo acabo de pensar... mañana iré a hablar con ella.

10-11-84
Querido Diario:

Fue lo mejor. Hoy me levanté a desayunar, y los chicos estaban abajo. Me miraron como de costumbre, y Sirius me guiñó un ojo disimuladamente. Se notaba que los chicos no sabían nada aún. Me senté como si nada sucediera, y comencé a actuar. Sí, se que suena tonto lo de actuar luego de todo lo que pasó, pero se trataba de una pequeña sorpresa, de actuación a corto plazo.

-Buenos días -dije sin mirar a Sirius.

-Buenas -contestaron los chicos.

-Buenos días a ti también -saludó Sirius con brusco sarcasmo, esto generó tensión.

-Disculpa... ¿Tú quién eres? ¿Te conozco? -hice una pausa, para untar un pan- ¿Sacaste una cita con mi representante antes de hablarme?

-¡Te crees la gran cosa!

-Evidentemente sí, si contraté un representante... –contesté.

-¡CHICOS, BASTA! ¡A los dos! -interrumpió Lunático.

-¿Por qué te metes? -retrucó Sirius, el aire se puso feo.

-¡Tú eres el peor de los tres! ¡Te comportas como si fueras nuestra madre!

-Coincido contigo, nena.

-Haces bien, querido. El puede ser tan molesto... -seguí.

-Sí, tiene esos días cuando se pone pesado...

-¿Y qué me dices de los días antes de un examen?

Habíamos comenzado a hablar amablemente como si nada. Y Se había hecho un silencio tremendo. Miramos a los chicos, que nos miraban sin entender. En los últimos días, esta situación de discusión en el desayuno era frecuente, pero generalmente no estaba seguida de una conversación “humana”. Fue muy graciosa la cara de cada uno de ellos ante esa situación. Salvo por Cornamenta que se notaba mucho que estaba fingiendo sorpresa. El cabrón de Canuto le debió contar todo anoche.

-¿Y cómo fue la cosa con Katherine? Estaba un poco histérica cuando me culpó de lo de ustedes...

-Fue terrible. Tendré sus huellas digitales marcadas por siempre...

-¿Te pegó una bofetada? –pregunté-. Dime que no le dijiste “Quiero romper contigo, todo este tiempo te estuve usando porque las muñecas inflables están muy caras”

-¡NO! –dijo-. Tal vez mencioné algo sobre las muñecas inflables pero... –bromeó y reímos-. Ahora, en serio, la herí mucho. Se puso muy mal. Dijo que no se lo merecía, que nunca me había hecho nada malo. Yo le dije que si había alguna forma de compensarlo lo haría, pero me dijo que me perdonaría si, por lo menos, no me ponía a salir contigo. Para no humillarla, está muy mal. Hoy no bajó a desayunar.

-¿Quieres que hable con ella? -me ofrecí.

-Lo veo poco prudente... no le gustará. Ella es muy orgullosa también, y se pondrá peor si le muestras lástima o misericordia.

-Tengo que averiguarlo, de todos modos, hace rato que quiero hacer las pases con ella.

-Sí, claro -dijo con sarcasmo.

-En serio... pasa que cuando me encuentro en desventaja, ella se aprovecha y me trata tan mal, que se hace imposible hablarle. Pero en este momento que yo me encuentro en... ventaja, por así decirle, podré hablar tranquilamente, supongo.

-¡Esperen! –interrumpió Lunático, reaccionando.

Iba a preguntar algo, cuando Sirius interrumpió:

-¡Ah! Quizá anoche haya olvidado decirles algo importante: nos arreglamos -sonrió, y me dirigió una mirada de complicidad.

-Lo noté, pero me vengaré -dijo Cornamenta, sonriendo-. Debiste decírmelo anoche, cuando llegaste al cuarto.

-Jemas... no nací ayer, ya me di cuenta de que tú sabías.

-¡Lo intenté, compadre!

-Los felicito -dijo Remus sonriendo-. Ya era hora de que dejaran sus estupideces de lado.

-Igual –comenzó Peter-, pudieron subir al cuarto los dos para contarlo¿No? Ya lo han hecho otras veces...

-Te agradecería que no lo comentaras cuando la profesora McGonagall pasa juntos a nosotros.

- - - - -

Los chicos no esperaron a que yo terminara de desayunar, así que me cambié de lugar en la mesa y terminé de comer con Lily. Ella estaba esperando para hablarme, según me dijo.

-Bien, espero que tengas una buena excusa para no habérmelo contado anoche...

-Estabas dormida.

-Me hubieras despertado –discutió.

-No te quería molestar.

-¿Molestarme? ¿Somos amigas o no? Cuando tienes algo importante que contar, no me molesta que me despiertes, aunque sea a las tres de la mañana...

-Bueno, lo siento. Pero, luego hablamos, quiero ver si hay algo que pueda agregar antes de que charlemos. ¿Has visto a Katherine? –pregunté terminando rápidamente mi tostada.

-Cuando la vi, hace cinco minutos, se dirigía al baño que tiene el espejo roto –sonrió-. A tapar unas ojeras del tamaño de Brasil...

-¡Qué triste! Bien, iré a hablar con ella... ¿Espejo roto? ¿Nadie se tomó el miserable trabajo de decir “reparo”?

-Es que está arreglado, pero para mí siempre será el baño del espejo roto, gracias a la desubicada de mi mejor amiga...

No hay comentarios:

Publicar un comentario