sábado, 5 de diciembre de 2009

Episodio XVIII

Cuando regresamos al castillo, notamos que las cosas habían cambiado mucho. Lily, estaba sola y se la veía decaída y confundida. Marian lloraba y salía del Gran Salón. Ni Wipa ni Cornamenta estaban a la vista.

Yo miraba a Lily, Joda lo notó.

-Ve si quieres.

-¿Me echas?

-No, pero es tu amiga, te corresponde. Lo comprendo. Pero si prefieres quedarte, mejor para mí -dijo.

No llegué a creerle que de verdad pensara eso, pero le agradecí y fui con Lily.

-¿Qué sucedió?

Quitó su mirada del piso, y la puso en mí.

-Fue… confuso -comenzó con voz temblorosa y los ojos llorosos.

-Pero… ¿Qué?

-Estaba bailando con Wipa -luego bajó la voz y Me senté su lado para escuchar mejor- Y me ofreció de ir afuera a charlar, solo a charlar… o al menos eso dijo…

-¡Oh, no! ¿Y entonces? -pregunté ansiosa.

-Bueno, se puso un poco…

-¡Caliente!

-Claro, por decirlo así… intentó besarme. Y bueno, yo se lo permití… pero luego… -hizo una pausa y se secó las lágrimas-. Estábamos en los terrenos, sin nadie alrededor, o al menos eso pensé… intentó… eso… y yo le grité que me suelte. No lo hizo. Le dije que quería regresar al castillo. Me preguntó que por qué había aceptado ir afuera con él si no era para eso. Yo le dije que había ido sólo porque él había dicho “Solo a charlar”. No me creyó, seguía haciendo sus esfuerzos, creía que yo me estaba haciendo la difícil. Pero tú sabes que no es así… yo ya no soy así.

Nadie parecía notar lo que sucedía, lo cual fue decididamente mejor.

-¿Pero, qué pasó? Ustedes no… ustedes no lo hicieron ¿O sí?

-¡NO!

-¿Qué pasó entonces?

-En ese momento empieza lo más confuso. De algún lado salió James, y me defendió…

-¡BIEN! ¡Ese es mi chico! Bueno, es una forma de decir...

-No del todo. Se golpearon, se dieron puñetazos. En un momento de nervios y desesperación, eché chispas rojas al cielo.

-Bueno, eso estuvo bien…

-No del todo…

-¿Otra vez?

-Llegó el profesor de Pociones, los separó y… se los llevó… creo que están con McGonagall, pero no he sabido más de ellos…Mmm… esto está difícil… ¿Qué tal tu noche?

-Bueno… me siento mala nuevamente…

-Esto ya lo hablamos. Deja de sentirte así, no estás lastimando a nadie… ¿Qué pasó?

-¡Jugué a dos puntas!

-¿QUÉ?

-En realidad no me lo propuse… yo estaba con Joda, como habíamos quedado. Vi que Severus salía del Gran Salón, como diciéndome que vaya con él para decirme algo, bah, eso pensé…

-Ingenua.

-Bueno ¿Yo cómo iba a saber que me esperaba detrás de ese arbusto para besarme apasionadamente?

-¡Wow, genial!

-Me siento algo culpable. Digo, yo tenía que estar con Joda, dedicarle esta noche, y no con él. Volví al Gran Salón, y bailé con Joda, me ofreció salir “Solo para charlar”.

-Uy, no…

-Uy, sí. Intentó besarme y le corrí la cara en el último momento… casi-casi, me dejo llevar. Tiene sus encantos.

-Ya lo sé… pobre ¿Qué le dijiste?

-Que me gustaba otro…

-¡Uff! Eso debió doler, pero hiciste lo que debías. Fuiste sincera con él, aunque le duela, eso fue mejor que mentirle… ¿Te preguntó quién?

-Por suerte no… así que me siento aliviada…

-Lamento decirte esto, pero no creo que te duré…

-¿Por qué?

-Porque creo que no te lo preguntó por el estado de shock en que lo dejaste, pero se me hace que cuando reflexione al respecto, te lo va a preguntar…

-¿Qué le digo?

El resto de la fiesta fue tranquilo. Volví con Joda, y me quedé hablando con él, de las cosas que hablábamos antes de todo esto. Pero la charla fue un poco hipócrita y trabada al principio, pero yo no quería dejarlo plantado en la fiesta e irme como avergonzada como pasa en las historias baratas. No podía hacerle eso… preferí volver y rescatar lo que pudiera de relación, porque es una buena persona.

Cuando la fiesta llagaba a su fin, me ofreció acompañarme a la Sala Común.

-Se supone que no puedes…

-Avísame con tiempo, y me regreso antes de ver dónde está…

-Está bien.

Salimos nuevamente, lo último que vi antes de irme, fue a Severus, con Bellatrix muy cerca de él… me dio un arrancón de ira exitosamente reprimido, y me fui con Joda.

Caminamos y charlamos, fue una casualidad que recordara decirle “Alto”, porque tenía la cabeza en otro lado.

-Hasta aquí -dije repentinamente a dos corredores de la sala común, antes de una bifurcación en donde está la estatua del ese brujo de nombre raro, que inventó la Poción de la Amistad… Humberto Grasiento, se llamaba ¿No?

Mmm… acabo de rendir ese examen, y ya no lo recuerdo… ¡Cómo se nota que esta vez estudié sin ganas!

-Bien, que descanses -dijo extendiéndome la mano.

La tomé.

-Tú también…

Nos soltamos y él se dio media vuelta. A continuación, obedeciendo a un impulso, regresó hacia mí. Y dijo:

-Si me hubieras conocido antes…

-No lo sé… -atajé.

Ya había oído esa pregunta antes, y la detestaba… ¿Cómo se supone que pueda saber si me hubiera enamorado o no de él? Mil cosas pudieron pasar, es imposible de saber. ¡Maldita futurología y las millones de variables que deja afuera!

-Ese chico es un idiota. Si lo quieres, y no lo aprovecha, debe ser realmente un imbécil.

Se puso a jugar con mi pelo, y a acercarse a mí nuevamente.

-Lo es, pero espero que se le pase…

-Pero hasta entonces, no lo engañamos si…

Agarró dulcemente mi cara, y me besó suavemente. Sin pasión, pero con dulzura y ternura.

-Un chico con coraje… -dijo una voz masculina, que provenía del principio del pasillo que habíamos transitado con Joda.

-Cierra la boca, Lucius -atacó él, y sacó su varita.

-Déjalo, no vale la pena… -repuse, aunque sabía que este testigo me traería problemas con Severus.

-No puede estar tratándote así porque sí.

-No es porque sí. Aún le duele lo de la otra vez -dije. Miré a su pareja, y luego a Lucius-. Porque lo rechacé para ir al baile…

La chica de Slytherin, lo miró.

-Aunque aún no comprendo por qué lo hiciste… ¿Qué tenías planeado? ¿Dejarme plantada, y aparecerte con otra en el baile, logrando a la vez burlarte y dejarme sin pareja?

-Quizá -confesó.

-Bueno, si te anotas ahora en la lista se espera, quizá llegues a ser mi pareja para el año que viene, pero no te garantizo nada –lancé.

Tomé a Joda del brazo, y me lo llevé.

Pero no fuimos en dirección a la torre de Gryffindor, no podía arriesgarme. Regresamos por el camino al Gran Salón, pero no entramos.

-¿Sabes qué? -le dije- Mejor yo te acompaño a ti, mientras espero que ellos se vayan, a la torre de Astronomía, adonde seguramente se dirigían...

Sí, leo mentes.

-No creo que decidan ir, los oigo discutir.

-Bueno, me va a odiar por arruinarle la noche.

Caminé con Joda, hasta que me dio el alto, y luego me encaminé a la Sala Común. Llegué a la bifurcación, y pasó algo súper extraño. Desde atrás de la estatua, salió Lucius Malfoy. Su pareja ya no estaba, definitivamente yo le había arruinado la noche.

Se me acercó lentamente, y cuando habló lo hizo en un tono más bajo de lo normal, como si estuviera rodeado de gente que no debía escuchar. Sus ojos brillaban con malicia… ¿malicia?

-¿Sabes qué? Me sorprendiste…

Me miraba de arriba abajo, pero no con el gesto de sorpresa de Joda, sino con otro de… no sé, como un tigre que aguarda para lanzarse sobre su presa. O sea que más que sorpresa, él tenía “sobresupresa”. ¡Dios, ese comentario fue muy agudo de mi parte! ¡Qué pena que siempre soy graciosa cuando no hay testigos! Pero volviendo a lo que contaba...

-Nunca creí que podrías verte tan… eh…

-Atractivamente femenina. ¡Qué pena que te hayas cambiado! Haz vuelto a verte como muchacho gay, cuando disfrazarte de mujer no te quedaba mal.

Me miraba como si aún tuviera la ropa de Lilian, pero ya no la tenía, así que bien podría haberme dejado en paz, pero...

-Increíble.

Ya estaba casi sobre mí, no pude retroceder, había una pared. Yo estaba completamente paralizada, no lo podía creer… ¿Lucius? ¿Yo?

-…y creo que como hiciste que mi pareja se fuera, me debes algo, que me podrías pagar…

Sentí su cálido aliento, pero preferí quedarme con la duda de qué olor tenía, preferí aguantar la respiración. Estaba pensando cómo empujarlo.

-Si no fueras una Sangre Sucia de Gryffindor…

Retrocedió un paso.

-Pues… una vez más me alegro de ser una Sangre Sucia…

¡Si no lo fuera él me habría besado! ¡Adoro los matrimonios con muggles! ¡Son un seguro Anti-Malfoys para todas sus hijas!

Pero canté victoria muy temprano, al oír mi comentario, se acercó con brusquedad. Su cara con la mía, su cuerpo pegado al mío. Deslizó una mano por mi cintura, y luego la sacó.

-No me obligues a hechizarte.

-¡Oh, vamos! ¿Por qué no lo has hecho hasta ahora? ¿Qué es lo que te detiene?

Me desafiaba. Él quería oírlo, quería que le dijera que me gustaba, y que confirmara sus estúpidas y erróneas sospechas. Rápidamente, saqué mi varita, lo empujé hacia atrás, y con un conjuro lo levanté en el aire, y lo moví haciendo que me de la espalda.

Lo impulsé hasta la otra pared del corredor, a la que se quedó pegado. El Conjuro del Mata Moscas, es muy eficiente y eficaz.

Bajé mi varita, lo fulminé con la mirada.

-Que pases buena noche –me despedí.

Como su cara estaba pegada a la pared, no había riesgos de que viera qué camino tomaba, y llegara a saber el camino a la Sala Común. Como tenía la boca adherida a la pared, tampoco podía gritar

Por un momento me sentí culpable de dejarlo ahí, pero luego descubrí que no era culpa lo que sentía, sino que estaba un poco incómoda por el miedo a lo que pasaría cuando lo encuentren y me delate.

En la Sala Común estaba McGonagall, hablando con James, en lo poco que escuché antes de que ella me mandara a mi habitación, entendí que ella se encargaría de su castigo, y que se lo trasmitiría a Jefe de Hufflepuff, para que ambos sean castigados juntos. Pobre, eso le va a molestar.

En lo que vi, tenía el labio inferior lastimado pero con una cascarita, lo que me dio a suponer que ya habían estado en la enfermería.

Me cambié de ropa a oscuras, porque Lily ya estaba dormida, y luego bajé a la Sala común a hablar con James, acerca de Lily.

EL 30 DE DICIEMBRE

Lo que los chicos le hicieron a Severus y la humillación que le causaron, no lo voy a contar. Por más que es gracioso, no aporta datos de gran importancia.

Solo recuerdo que ese día no intervine para ninguna de las dos partes, porque estaba enojada con los chicos por portarse así, pero también con Severus. Lo que me hacía estar enojada con Severus, era que él se besó con Bellatrix, según me enteré por Remus… ¡Qué odio!

Te asombrará saber que Lucius no le dijo a Severus nada de lo que vio que yo hice con Joda. Supongo que no quería que todo el mundo terminara enterándose de que él quiso besarme. Afortunadamente, tampoco nadie sabe del conjuro que le hice, así que de eso me salvé… no sé por qué, supongo que un brazo no estaba bien pegado, y que sacó la varita y se salvó antes de que McGonagall saliera de la Sala Común, luego de hablar con James. Especulaciones mías, tan probables como que haya sido salvado por su mejor amigo un topo gigante.

Pero no importaba que no le hubiera dicho a Severus que me vio con Joda, ya que yo misma se lo dije:

-¿Que tú qué? -preguntó enojado, un día que estábamos en la Torre de Astronomía.

La habíamos pasado fenómeno, hasta que le dije eso. Pero no podía ocultárselo: me carcomía por dentro, por más que no fuera mi culpa. Además, como sé que no fue mi culpa, no tengo por qué ocultarlo. Si lo hubiera hecho, daría a pensar que en la profundidad de mi Inconsciente, obré por voluntad.

-Que yo nada. Que él me besó… eso es todo. ¿Qué iba a hacer?

-Correrle la cara.

-¿Con qué fin o motivo? ¿Para hacerlo sentir mal por despreciarlo a pesar de lo bien que se portó conmigo, cuando ni siquiera tú lo hiciste? ¿Rechazarlo para no serle infiel a un novio inexistente? –suspiré- Me tomó por sorpresa, yo ya lo había rechazado una vez, y no esperaba que lo intentara nuevamente…

-No te comprendo… por un lado, dices que no tenías motivo para rechazarlo, y por el otro me dices que sí lo habías hecho…

-Es distinto…

-¿Por qué?

-La vez que lo rechacé, yo me la veía venir, y lo frené a tiempo ¿Por qué? Porque pensaba en ti, y no tenía caso besarlo si no lo quería… y menos, lastimarlo dándole esperanzas, cuando no es necesario. La segunda vez me tomó por sorpresa, no lo pude impedir, porque ni siquiera me dio tiempo de hacerlo. Fue un “Toco y me voy”, no fue un beso en serio. Si lo hubiera sido, yo habría tenido tiempo de decirle “Espera, esto no es así”.

Se hizo silencio.

-Está bien. Pero de todos modos, no me gusta la idea.

-Bueno, tu problema… -saqué un pergamino y me puse a estudiar.

-¿Qué haces?

-Leo.

-No seas aguafiestas… -sonrió con insinuaciones.

-No lo seré.

-Entonces, deja ese pergamino.

-No.

-Vamos.

-¡NO!

Retrocedió. Silencio.

-De acuerdo.

Otra pausa silenciosa.

-¿Qué te sucede?

-Nada.

-Seeh, claro,

Pausa.

-Vamos, dilo, tienes ganas de decirlo.

-Es solo que tengo una duda, y las dudas me ponen de mal humor.

-¿Qué duda?

-¿Cómo besa Bellatrix?

Se quedó helado.

-No lo sé.

-¿Dices que no sucedió nada?

-No, estuvimos cerca, sí. Pero solo fue un inocente cruce de respiraciones. Que tú te hayas besado con Joda, no quiere decir que yo...

-Aja… ¿Sabes qué? Me ofendes al llamar mentiroso a quien me lo dijo.

-¡NO! No digo que mienta, es solo que no puede distinguir entre un beso en serio, y un pobrísimo roce de labios…

Lo supe, pero no le dije nada.
-¿Y en qué se diferencia un beso en serio de un “pobre roce de labios”?

-Sarah… ¡Dime que no necesitas que te lo explique, porque sería estúpido que no lo supieras a estas alturas!

-No me refiero a eso, sé en que se diferencian. A lo que me refiero, es en que cambia que halla rozado sus labios, a que se hallan besado en serio. En caso de haber infidelidad, para ambas es igual. No me informaron que corrieras la cara después, así que para el caso es lo mismo.

-¿Haces tanto escándalo por un beso que ni siquiera pedí?

Se le cayó. No pudo sostener más su temperamento.

-Es distinto -se atajó.

-Primero dijiste que fue un “cruce de respiraciones”, luego fue un “roce de labios”. Lo que ya me dio la pauta de que estabas tratando de minimizar las cosas. Y finalmente es “un beso”. Genial. Mintiendo ¿Eh? -metí el pergamino en la mochila, y me levanté para irme-. Te molesta si me besan, pero está bien que te lo hagan a ti. ¡Qué bueno que no somos pareja, porque si tienes ese concepto, no llegaríamos muy lejos!

Me fui.

Cuando doblé en la esquina, comencé a llorar. Me sentía realmente mal, y sabría que me costaría concentrarme ese día, para estudiar todo lo que correspondía.

De todos modos, hice el intento. Algo logré esa mañana. No fui a ninguna de las clases. Ya me había escapado de una, para estar con Severus, ya que no podría hacerlo hasta después de rendir. Pero como me peleé con él, falté a las otras, porque no tenía ganas de ir a aburrirme y perder el tiempo, ya que sabía que de ningún modo lograría poner atención.

Subí a mi cuarto, y me acosté en la cama. Sacando el trozo de pergamino, me puse a estudiar. Cada tanto mi mente vagaba por Severus, y yo la obligaba a volver al estudio.

-Estudiar, para no llorar -me repetía una y otra vez.

Al mediodía bajé al Gran Salón para almorzar. Me encontré con los chicos, les dije que me había quedado estudiando, y comimos. James eludía la mirada de Lily, y viceversa. Fue un poco incómodo, pero yo estaba demasiado pendiente de Severus como para afligirme. En la mesa de Slytherin, no había rastros de él.

-¿Dónde estará? -pensaba.

Y la respuesta a esa pregunta, llegó un momento después, cuando salí del Gran Salón para estudiar en los veinte minutos que teníamos antes de las clases de la tarde.

En la puerta, choqué bruscamente contra Severus que entraba. Me golpeó el brazo izquierdo, y seguí de largo, sin hacer caso a su grito de:

-¡Fíjate por dónde vas!

Tratando de no sentirme mal otra vez, me tiré en la cama y me puse a estudiar rápidamente, para olvidar ese penoso encuentro.

Pero el brazo izquierdo me dolía. Y sentía una puntada en él, que me lo recordaba a cada segundo. El dolor se fue poco a poco. Pero la puntada seguía allí. Luego noté un cambio. Ese dolor punzante era superficial…

-Las puntadas son en el interior… ¿Qué es esto que me pincha?

A ver en la manga, noté que del lado interior, había un papel. Un trozo de pergamino, como cualquier otro. Estaba doblado hasta ser pequeño y puntiagudo.

Con ayuda de las uñas, lo desdoblé, con movimientos traicionados por los nervios.

Doce de la noche en el campo de Quidditch, detrás de las gradas de Hufflepuff, ten cuidado, sé cautelosa, que ellos no te sigan.

Me puse más nerviosa, ansiosa, feliz… olvidé nuestra pelea de ese día. Ya no importaba, todo tenía solución… lo hablaríamos y lo resolveríamos como adultos.

Era extraño, algo pasaba. Ya que él jamás me cita por las noches, se nos fue esa costumbre. Luego de las dos peligrosas noches que pasamos fuera, decidimos que no podía volver a repetirse, por muy bien que la pasáramos.

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