sábado, 5 de diciembre de 2009

Episodio VII

10-10-84
Querido Diario:

Queda extraño que cuente lo que voy a contar ahora, después de la frase que puse ahí arriba, pero... ya pasaron como tres días de eso. Sí ya sé, no escribí nada, pero entre el estudio y el poco tiempo libre, mi vida cayó en un monotonía insoportable.

La nueva persona que entró en mi vida es... chan-chan... Lily Evans: “la única persona normal de este colegio”. Tuve ciertos cruces con ella hace un par de días, y nos llevamos bien. Te cuento un par de cosas, y después sigo con esto.

Te había dicho que estaba dispuesta a distanciarme tanto de Sirius como de Severus. Y lo hice. Esquivar a Severus, fue lo más fácil: no vamos a la misma casa, nos tenemos muchas materias juntos, no estuve yendo a la biblioteca... me dediqué a liquidar nuestros puntos de encuentro. A fines de pociones, artes oscuras o cualquier materia que tuviéramos en común, yo salía lo más rápido que podía, para que me pierda de vista. Respecto de esa charlita que nos quedó pendiente, no tengo nada que decir por ahora. Pero lo que sí, hubo un amague.

En un cruce inevitable que tuvimos en un corredor, las pocas palabras que cruzamos fueron:

-Aún tenemos que hablar –me recordó él.

-Todo a su tiempo –contesté.

Hay veces que las excusas baratas, funcionan para sacarte del apuro. James resultó ser más hábil de lo que yo creí cuando me dijo esa misma frase acerca de Lily.

Creo que pronto voy a volverme loca. Yo creo que el me siguió a ese corredor. Debió darse cuenta de que lo estoy esquivando, pero seguramente piensa que es para no hablar con él de ese tema, cuando en realidad, lo esquivo para no hablar con él, y punto.

El caso de Sirius es un poco más complejo, siempre lo fue. Evitarlo fuera de la sala común, es lo más fácil. Se supone que estamos peleados. Pero en las noches, cuando nos quedamos a solas, comienza el problema, para variar.

En un principio, creí que de verdad se había enojado, pero luego supe que no. Lo que quiero es blanquear la situación, pero no encuentro la forma...

El tuvo un par de amagues de volver conmigo, en lo que le dejé claro que no quería nada, pero no discutimos lo suficiente. Todo se dio por medio de tres palabras. Yo lo que quiero es sentarme y hablar, pero lo veo difícil. La única persona con la que estuve hablando de esto, fue con Lunático. Es el único del grupo con el que sí se puede hablar en serio, porque no hay ninguna duda sobre lo que siente por mí: absolutamente nada, más que una firme amistad. Eso es bueno.

Empecé contándole, cómo cambie en mi forma de ver las cosas, desde que me peleé con Cornamenta. Fue el único que no vio el cambio de mala forma, de hecho, pareció complacido:

-Si no he hecho eso yo también, es por miedo a perder a mis únicos amigos. Pero tampoco estoy ni estuve de acuerdo con esa pelea.

La charla fue más larga, pero esa frase la resume a la perfección.

Luego hablé de mi amistad con Severus. Eso si que no lo vio del todo bien, pero tampoco le pareció mal.

-Lo único que te diré es que eso confunde mucho a Canuto –dijo-. Ya sabes cómo son las cosas con él. Tu nueva amistad con Qu- Snape, los ha distanciado. Me ha dicho cosas que tú podrías confirmar. El te quiere, Sarah, no es un secreto. Pero no puedes cambiar el juego con él así como si nada. Durante mucho tiempo, ustedes jugaron a ser novios. El juego se les fue de las manos. Ahora si deseas cortar ese asunto, le debes una explicación. No puedes cortar las cosas así nomás, piensa que hay dos corazones, y muchos sentimientos de por medio.

Y tiene toda la razón. Pero se agregaron un par de cosas que tuve que hablar con Sirius, antes de aclarar eso. Pero antes te cuanto lo que pasó con Lily, ya que todo se relaciona.

Todo comenzó hace un par de días, en la sala común. Estaba muy distraía, tropecé con una silla que estaba fuera de lugar, y para no caerme al piso, puse una mano en la mesa (un poco bruscamente, por el envión que tenía). En la mesa había un tintero, que aplasté con la manó, y me corté. Sirius estaba ahí, y de hecho, él fue el causante de mi distracción. Se levantó rápido y me ayudó. En esto, Lily bajaba por las escaleras y vio todo:

-Uy, ¿Estás bien? -preguntó amablemente-. Ven, te acompañaré a la enfermería. Reparo! –murmuró apuntando al tintero.

-Deja, yo la ayudo -dijo Canuto.

-No, está bien –interferí-. Voy con ella.

Salíamos de la sala común y yo envolví mi mano en mi pañuelo, con ayuda de Lily. Soy muy inútil con la mano izquierda, así que sola no podía. Pero antes de eso, ella hizo salir agua de su varita, y sacó toda la tinta que pudo. Pobre Filch, el piso quedó un gran manchón gris amorronado, de tinta y sangre diluidos.

-Feo corte –opinó-. Por suerte Madame Pomfrey es muy buena, a pesar de ser novata.

Llegamos a la enfermería y anuncié:

-Corte con tintero -e inmediatamente, la enfermera se acercó.

-¿Qué hicieron? -preguntó desatando el pañuelo ensangrentado.

-Primero el corte, luego sacamos todos los vidrios que me quedaron incrustados, después ella lo enjuagó y juntas le hicimos el hermoso y artístico torniquete que acaba de deshacer -contesté.

-Eso está muy bien.

Me acerqué a una camilla donde Lily y yo nos sentamos, y la Señora Pomfrey fue a buscar una poción. La trajo, humedeció un pañuelo, y estaba apunto de usarlo en mi mano, cuando apareció Joe Finnigan, con un corte verde en el brazo, que se veía peor que el mío.

-Yo me encargo -dijo Lily, tomando el pañuelo de Pomfrey y la botella de poción. La enfermera se fue a atender al pobre Joe.

Lily comenzó a ponerme la poción naranja en la mano. Ardía, pero la aguanté bastante bien.

-Ya queda poco -avisó levantando la botella por tercera vez. Se hizo un momento de silencio, y luego agregó-. Te veo más distante de los chicos últimamente.

-¿Tanto se nota?

-Sí, sobretodo cuando Katherin se muestra tan interesada en Sirius, y no deja de hablar de esa distancia... –hizo una pausa-. Y hay algo que te quiero decir hace bastante, pero no encontré el momento, y es que... estuvo muy bien lo que hiciste por Snape hace un par de meses...

-¿Te refieres a contrariarme y defenderlo?

-Sí, creo que estuvo muy bien. La mayoría de mis peleas con James pasan por ahí. Y quizá te moleste esto, pero lo que ustedes le hacen cosas horribles. Reconozco que no está bien que él discrimina a las Sangre Sucias... pero cuatro contra uno, es bajo.

-Lo sé.

-Ahora pareces más ser humano que antes. Sé que suena raro...

-¡Oh, vamos! Ahora que estoy sola de nuevo, parezco autista. Estoy más sola que Myrtle la Llorona, y eso es decir algo. Y no suena tan raro... ya me lo habían dicho antes...

Seguimos hablando un momento, mientras me curaba, como si yo fuera su amiga. Finalmente, lo poco que había de poción, se agotó.

-Para que no te vuelva a pasar, te enseñaré algo -sacó su varita, extendió su mano delante de ella, y dijo “Stonmus!”. Su mano brilló un momento, y luego se apagó. No había ningún cambio. Cerró su mano, y con el puño, aplastó la botella de poción.

En su cara, no había gesto de dolor, y su mano estaba en perfectas condiciones, a diferencia de la botella que estaba hecha trizas.

-Reparo! -dije y la botella volvió a estar entera.

-Finite Incantato! -su mano brilló y se apagó nuevamente-. Es el conjuro de Manos de Ladrillo. Conviene tenerlo puesto permanentemente. Nunca sabes cuándo te encontrarás a alguien que te dará un motivo para que le pegues –comentó y reímos.

-Lo pondré en práctica.

Mi mano estaba bien, pero Madame Pomfrey, al examinarla, insistió en que me ponga una venda durante 24 horas. Y no me quedó otra opción. Ese es otro motivo por el que no escribí... no podía.

Pero ese no fue el único encuentro que tuve con Lily. Ayer, Miércoles, entre Transformaciones y Botánica, fui al baño (el que está al lado del aula de ‘Transfor’). Ahí estaban esas chicas, amigas de Lily, que siempre me molestaron, desde que entré a este colegio. Claro que Lily siempre se mantuvo al margen, y esta vez casi también. Me hablaron desde que entré:

-Uy, miren quien vino -dijo la líder, que es una chica realmente hermosa, pero como la detesto pasa mí es feísima-. La chica ‘Quemen el maquillaje’... ¿Vienes a acomodarte el cabello?

-No, a cambiarme de calzoncillo... -contesté. Ellas se miraron horrorizadas, creo que de verdad lo creyeron.

-Este no es tu baño, el tuyo es uno que dice ‘Varones’ en la entrada -intervino otra, adelantándose.

-Ah ¿Ese lugar donde te besaste con el novio de Tiffany, ayer por la tarde?

Tiffany volteó a mirarla... había enrojecido.

-Eso... no es cierto... -se defensa, aunque su cara la traicionaba.

-¿Quién era entonces? ¿El que le gusta a Mereditte?

-Yo... eso... no... no pasó nunca.

La líder se adelantó, no soportaba esa situación, no quería peleas en su grupo de esclavitas.

-Lo dirás de pura envidia...

-Eso quisieras... tú me odias –dije más con orgullo que como reproche-. Claro está que es porque te gusta Sirius... y sabes que paso muy buenos ratos con él...

-Pasabas, nena. Aprende a hablar en pasado. Sirius nos contó en el desayuno que cortaron... parece que se cansó de ti, o al menos eso nos dijo. No podía estar con una chica tan descuidada de si misma. Sale conmigo ahora... pero no te preocupes -su sonrisa de satisfacción, me hizo pensar que hablaba en serio-. Doy clases de ‘Make up’ los Jueves... comencemos por lo básico: Esto es un espejo... repite conmigo ‘es-pe-joo’, ‘ess-pee-joo’, ‘es...’

Pero en ese momento el enojo que tenía en el interior, al escuchar lo que ella había dicho de Sirius, explotó. Con todas mis fuerzas le pegué al espejo, que se hizo añicos, y cayó al suelo luego de un gran estruendo. McGonagall, entró en el baño, atraída por el ruido, y los gritos.

-¿Qué es esto, en el nombre del Cielo? -nos miró a todas- ¿Tú hiciste esto, Sarah?

Sentí su mirada en mi cara, pero yo estaba muy ocupada, con mis ojos clavados en mi enemiga.

-Te estoy hablando, Sarah...

-Sí, sí fui yo –respondí enfrentando a la profesora.

-¿Y se puede saber por qué...?

-No, no se puede -contesté y empecé a caminar hacia la salida del baño.

-¡Ve ya mismo al despacho del Profesor Dumbledore!

Pero no hice caso, y me fui a buscar a Sirius. Lo encontré en el gran salón. Los profesores que no estaban dando clases, estaban sentados en las mesas corrigiendo exámenes. Había pocos alumnos de cada casa. Entre ellos Snape, sentado con su grupo de ‘amigos’.

Con expresión de enojo, me acerqué directamente a Sirius, que estaba junto a Cornamenta, Lunático y Colagusano. Él creyó que yo estaba actuando y me guiñó un ojo antes de fruncir el entrecejo. Yo, con toda tranquilidad, me senté frente a él y hablé en voz baja:

-¿Qué fue lo que le dijiste a la idiota de Katherine?

-¿Qué te dijo?

-Yo pregunté primero.

-Nada, que había cortado contigo, porque me había cansado de salir con una chica tan poco preocupada por el hecho de lo poco estético que se ve que se comporte como un hombre... que sea tan distinta a las chicas normales... tan descuidada de sí misma... tan... tan... tan tú, en resumen. Luego de una larga conversación le pregunte si quería ser mi novia...

Ojalá tuvieras ojos y hubieras visto una cara alguna vez, así podrías compararla con la cara de “¿QUEEEEEEEEE?” que puse en ese momento. ¡Me había humillado completamente! No lo podía creer... era aún peor de lo que yo ya sabía.

-¿Por qué hiciste eso? -dije con la voz temblando. Me costaba mucho elegir las palabras, más cuando tenía más ganas de golpear cosas que hablar- ¿Por qué me humillaste de ese modo?

-¿No era que estábamos peleados? ¿No querías que aparentáramos eso?

-¿Y por qué se suponía que lo haríamos? Para que tú no quedes humillado frente a todo el mundo, por tu idea de que yo finja ser tu novia para darle celos a... –me detuve- El punto es que todo esto surgió para que no quedaras como estúpido cuando todos supieran que nunca... nunca... -me trabé, a causa del nudo que tenía en la garganta- nunca formalizamos nada. Hice todo esto por ti, y sabes perfectamente que yo tenía intenciones decir la verdad... ¿Quién inventó todo esto? ¡Tú!

-¿Pero quién tuvo miedo y se echó hacia atrás?

-Yo. Pero eso no hubiera pasado si no se te hubiera ocurrido todo esto. Te hiciste la víctima ¿no? Ese fue tu juego. Yo como una tarada me lo creí. Me parece injusto que me presiones para que haga algo que no quiero, para que no seas el humillado, y me humilles a mí a modo de agradecimiento. Buen amigo resultaste...

Afortunadamente no nos gusta gritar, entonces cuanto más fea se ponía la cosa, más bajito hablábamos. Lo que sí era notorio, era que nos mirábamos con desprecio.

-¡Si no fueras tan indecisa y poco segura, todo esto no habría sucedido!

-¡Hubiera sido más decidida si no te hubiera tenido encima todo el tiempo!

-¿Ahora la cosa es que yo te presiono?

-Si quieres llamar a eso presionar.

-En su momento no parecías nada disgustada... estabas más bien complacida.

-¡Claro! ¿No? Y por eso te esquivaba... –hice una pausa, como no respondió, agregué-. Mira... miénteles, diles a todos lo buena persona que eres, lo bien que la pasábamos en la sala común pasadas las doce de la noche, cómo era que yo no te esquivaba cada vez que te me acercabas. Cuéntales todas las mentiras que se te ocurran, así como también las verdades que te convengan. Pero sabes cómo fueron las cosas, y yo también lo sé... supongo que con eso alcanza...

Mirando el suelo, salí del salón. En la puerta me topé con Dumbledore, pero no levante la cabeza. Me hizo un gesto de que saliera, y una vez en el Gran Hall, me dijo suavemente.

-Me encontré con la profesora McGonagall... –comenzó- ¿Un espejo roto? ¿Contestaciones irrespetuosas? ¿Mentiras? Curioso que mi despacho está lejos de aquí, como para que equivoques el rumbo y...

Te imaginarás como terminó la cosa. El y yo hablando en su despacho. Le bajó puntos a Gryffindor por las cosas que hice mal, y luego de tragarme tamaño sermón acerca de lo malo que es mentir, pude regresar y sentarme a escribir.

Estoy muy dolida por lo de Sirius, veré como evoluciona el tema.

15-10-84
Querido Diario:

Es curioso que después de mi charla con Remus, lo que quería era hablar con Black y aclarar las cosas, y ahora todo lo que quiero, es evitar verlo... como si fuera fácil.

Como noticia, te digo que los rumores se esparcieron más rápido que la epidemia de gripe el año pasado. Nosotros estamos en boca de todo el colegio.

Con Cornamenta y Lunático las cosas están iguales, me sigo hablando con ellos, pero no tanto como antes. Con la que sí hablo y mucho es Lily, en estos días que la traté, me di cuenta de que es muy buena persona, es amable con todo el mundo... y no es una de esas adictas al maquillaje con las que se junta. Claro que es algo temperamental y un tanto justiciera, pero eso me agrada.

Da gusto tener amigas mujeres... nunca lo había experimentado. Confío mucho en ella. Ya nos contamos nuestras cosas. Ella me contó de una historia que tuvo con un chico de Gryffindor, y yo le conté toda la historia de Black. Estuve un poco entre la espada y la pared, pasa que ella ya había oído algo, quería escuchar la historia contada por mí... y se había portado tan bien conmigo, que me dio pena decirle que no... pero le hice prometer que no se lo contara a absolutamente nadie. Ella lo prometió y le conté todo... desde el beso en Hogsmeade, hasta hoy. E incluso le di el papel que Sirius y yo nos mandamos en la biblioteca, para que lo leyera.

Lo que no le conté, fue mi historia con Severus Snape, es una historia paralela a esa otra, que no tenía por qué contarle. Quizá, si con el paso del tiempo nos hacemos muy amigas, se lo cuente. Pero mientras no me pregunte, no le voy a decir nada al respecto. Aunque debo admitir, que ahora que le tomé cariño al viejo Quejicus, ya no me da asco recordar aquello. Ahora lo leo, me río, y me siento la peor persona por las maldades que escribí.

Ya que hablamos de Severus... hoy me lo encontré en los terrenos. Yo estaba caminando y sentí un chistido en un lugar sombrío, supe que era él y con mucho disimulo, me acerqué. Sin que nos vean, nos metimos en la parte montañosa y alejada de los terrenos, la parte a la que nadie va. Solo entonces habló:

-¿Qué te había pasado en la mano? -preguntó mientras caminábamos.

-Me corté... porque me tropecé, caí con la mano sobre un tintero... gracias a una distracción de mi ex querido ex amigo: El señor Black.

-Ah, sí... supe lo que sucedió...

-Como para no. Todo el mundo habla al respecto.

-Sí... realmente, son buenos actores. Y te lo digo porque lo vi desde afuera. Nadie que los vio llegó a sospechar que era una farsa.

Nos recostamos en el pasto de una loma, de frente al lejano castillo.

-En un principio no lo era... éramos como novios, pero no era nada formal... hacíamos cosas de novios, pero no lo éramos.

-Ah, sí, ya lo recuerdo...

-¿Recordar qué?

-Esa vez que dijiste... nada olvídalo.

Por alguna razón se había sonrojado.

-¿Qué dije yo que...? ah... ya sé -dije riéndome-. Pero es solo un malentendido...

-¿Qué cosa? -preguntó seguro de que hablábamos de cosas distintas.

-¿Hablas de esa vez que dije “El simple hecho de que hayas dormido conmigo no te da ningún derecho sobre mí”? Es un malentendido. Verás, usualmente la gente usa el termino “dormir con” para decir “tuve relaciones con”. Pero cuando yo digo “dormí con” me refiero a “dormí con”... Black y yo dormimos juntos muchas veces... frente al fuego de la sala común. Pero dormir de dormir y nada más.

Por alguna razón, pareció que le quitaban un peso de encima. De todos modos dijo, con desconfianza:

-Pero el contexto en que lo dijeron era engañoso.

-Y bueno, querido, esa era la idea.

-Te creo –dijo-. Pero es tan extraño de golpe saber que todo era mentira.

-Ni que hubieras estado tan pendiente...

OUCH, le di un pie perfecto, pero por suerte lo dejó pasar.

-Lo que me inquieta es, que me decías que yo era tu amigo... pero al mismo tiempo no estabas siendo del todo sincera conmigo.

-Es cierto –admití-. Y no que no quisiera serlo, era porque si te decía la verdad... me arriesgaba a perderlo. Y no podía. Te confieso que, si decidí terminar esta farsa, era porque no quería mentirte.

-Me siento halagado -dijo sin entusiasmo, y un dejo de sarcasmo.

-Aún no me crees ¿Verdad? –hice una pausa-. Lo de la ventana, también. Todo fue cuidadosamente planeado, para que nos veas... ay no. Hablé de más...

Y sí, él no es idiota y ya era imposible disimularlo todo.

-Ya veo... –dijo-. Entonces era por mí... lo que no entiendo es por qué...

-Y no querrás saberlo tampoco.

-Sí, quiero saberlo... -contradijo firmemente.

-No, no quieres.

-Sí, sí quiero -insistió.

-De verdad te digo que esto puede resultar humillante, y que...

-No importa, yo quiero que me lo digas...

-Siempre queriendo saber lo que hacemos, y por qué... luego te quejas de que te digan “Quejicus”... –suspiré-. Bien, todo comenzó hace mucho tiempo, en una clase de Pociones, en la que me dijiste que yo era una ligera... y yo te dije que eras feo y sucio, entre paréntesis: perdón...

-Lo mismo digo.

-Bueno, la cosa es que cuando entramos al salón... Black me dijo algo como... prepárate que te puede causar un shock, me dijo: “Quizá no lo hayas notado, pero Snape gusta de ti”. A lo que yo respondí algo como “¡Qué bien que por lo menos tenga buen gusto! ¿Cómo te enteraste?” y el dijo “Es evidente. Hasta en cómo te mira” y bla bla bla. Y luego de eso me di vuelta y te tiré un beso ¿Lo recuerdas?

El se río.

-Recuerdo esa clase perfectamente.

-La cosa es que no le gustó nada el hecho de “tener competencia” y me propuso que te “bajemos las esperanzas”. Planeamos entonces lo del beso, porque a todo esto ya había pasado entre nosotros, eso que pasó una noche... claro que Black no lo sabe.

-¿No? –se extrañó.

-Ah... ¿En eso también te había mentido? Oops... ¡Qué mentirosa que soy!

-Esa noche que yo los descubrí dije “El invitado de la noche es Sirius Black” y tu dijiste...

-“Si mal no recuerdo, creo haberte dejado claro que no ha habido otros invitados, hubo uno que otro no invitado, pero con esos no puedo hacer nada”. Era solo una estrategia... si me salía bien, Black lo interpretaría como los estudiantes que deambulan por ahí, como los que no pasa nada... y tu lo tomarías como referido a lo que había pasado entre nosotros. Si lo tomabas así y veías que lo decía con total apertura frente a Black, creerías que yo se lo conté y entonces no intentarías decírselo.

-Muy hábil de tu parte, realmente creí que se lo habías contado... ¿Hay alguna otra mentira que me hayas dicho?

-Miles, pero no las recuerdo todas... irán saliendo a medida que charlemos. Igual, no se me antoja contarte todo lo que hicimos respecto al cuento de que andabas detrás de mí...

Se hizo silencio, bastante tenso.

-¿Sabes? –pregunté-. Esperaba que sacaras el tema de las confesiones... no sé por que no lo hiciste. Creí que tendrías ganas de hablar de eso, y por más que no me guste mucho, ya me hice la idea de que va a pasar...

-¿Quieres saber por qué no saqué el tema, a pesar de haberlo pensado?

-Sí.

-Hace un par de días, nos cruzamos en un corredor, te recordé que teníamos que hablar de algo y me dijiste “Todo a su tiempo”, supuse que no estabas lista para hablar de eso. Decidí esperar a que tengas ganas... no te voy a obligar a nada. Aunque tengo que admitir que con las confesiones de esta tarde, fue suficiente por el momento...

Se hizo silencio.

-¿Regresamos al castillo? -propuso mirándolo en la lejanía.

-¿Tienes prisa? -pregunté.

-No.

-Yo tampoco.

Me quedé ahí recostada, hasta que él habló, entonces me incorporé:

-Lo que aún no entiendo es por qué se pelearon... sé que todo comenzó siendo realidad, luego hicieron una farsa, y terminaron peleados... ¿Pero cuál fue el punto detonante?

-Bien. Todo comenzó un día en la biblioteca, en que estabas en una mesa cerca de nosotros. Estábamos exagerando nuestra actuación de noviazgo, y de golpe me sentí culpable. Decidí terminar la farsa, no mentir más; pero a él no le gusto eso. Lo que le propuse fue fingir una pelea... ¿Hasta ahí vamos? Como parte de la supuesta pelea, el dijo por todos lados que había roto conmigo porque cansó de mí, que no podía estar con una chica tan descuidada de si misma... bastante vergonzoso. Supe que Sirius me había engañado. No estaba fingiendo, que estaba enojado. Lo estaba de verdad, y se desquitó hablando mal de mí a mis enemigas, y poniéndose de novio con una de ellas... -mi voz temblaba, pero respiré hondo y seguí-. Cuando me enteré fui inmediatamente a buscarlo, para hablar con él, y terminamos discutiendo en voz casi baja en plena mesa de Gryffindor. Los que estaban cerca escucharon, lo divulgaron, y así es que lo sabe todo el colegio.

-No te preocupes, te amigarás con él tarde o temprano, como sucedió con Potter.

-Quizá. Pero eso todavía lo tengo acá dentro y me duele... me va a costar olvidar lo que pasó.

Y nos quedamos ahí hasta que anocheció y se hizo la hora de cenar. No sabes lo que cuesta regresar al castillo sin luz... habría que rellenar una cantidad grande de pozos...

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