sábado, 5 de diciembre de 2009

Episodio XIX

Esa noche, le robé la capa a Cornamenta, y tomé el Mapa del Merodeador. Salí furtivamente de la Sala Común, a las doce menos cinco. Recorrí los pasillos, con velocidad, ya que con el Mapa eludía a los profesores, y los que eran ineludibles, no podían verme bajo la útil capa de James.

Afuera todo era muy bello. Había una delicada frescura con el especial perfume nocturno. La luna llena brillaba en lo alto del lago, y unas delgadas nubes la acompañaban, reflejando y esparciendo más su luz. Se oía el canto de un búho afortunado que había logrado encontrar un árbol en el bosque, que no tuviera peligrosas plagas mágicas.

Camine sobre la fría hierba. Aunque en las últimas noches no había nevado, había sectores de los terrenos que por razones que desconozco, eran más fríos que otros.

Llegué al campo de Quidditch y miré alrededor. No lo vi por ningún lado. Antes de encaminarme a las gradas de Hufflepuff, hice algo que nunca había hecho en una situación así: me acomodé un poco el pelo.

En el lugar cuidadosamente indicado, me esperaba él. Estaba un poco nervioso, pero lo disimulaba bastante bien. Me saludó con cariño. Luego me indicó una pequeña puerta que había en la pared de madera que sostenía las gradas. Tuve que agacharme un poco, pero pasé con éxito.

Detrás había una escalera de caracol, atravesada con palos de madera, que conformaban la infraestructura. La subí esquivando las telarañas que indicaban que esa escalera no tenía mucho uso. No era por la que subían los alumnos a la hora de ver los partidos. Como ya te describí un centenar de veces, las gradas están elevadas, y en el interior de la gran columna que las sostienen, hay una escalera cuya puerta está en el frente. Por esa subo siempre a ver los partido de Quidditch, pero en los años que llevó aquí, nunca había ido detrás de las gradas a ver si había o no otra puerta. Y la había. Esta escalera era mucho más pequeña que la otra, y era mucho más desprolija. No me explicaba para qué podía ser. Pero tampoco me importaba mucho. No hacía más que pensar en él y en qué se traía entre manos.

En el otro extremo de la escalerita, había otra puerta tan pequeña como la primera, y estaba en el techo, levemente inclinada. Al subir, nos sentamos en el borde.

¿Viste la maravillosa noche que te describí? Pues, desde donde estábamos, se percibía absolutamente todo. El canto del búho, la luna brillante, la perfumada frescura de la noche, las nubes, el reflejo de la luna en el lago, formando millones de destellos plateados en su superficie… todo. Era una hermosura.

No tenía reacción. Estaba muy ocupada admirando todo, como para decir algo al respecto. Luego miré a Severus y le dije:

-Esto es increíble...

-¿Crees que con esto quede perdonado lo del beso?

-¡Jamás!

Debo admitir que el hecho de que me lo mencione en ese momento, me molestó un poco.

El sonrió, como si todo hubiera acabo con ver eso. No podía ser que acabe cuando yo consideraba que estaba empezando. Y no fue así.

-De todos modos, no fue por eso que te traje aquí. Necesitamos hablar.

-Ya lo creo… -dije mirando sus ojos, que en ese momento reflejaban la luna.

No habló inmediatamente. Abrió la boca como para hablar, y la cerró casi inmediatamente. Miró hacia el horizonte, con la mirada perdida. Luego me miró de nuevo. Debió notar mi impaciencia, porque ahí empezó a esbozar lo que parecían retazos de un discurso cuidadosamente practicado. Sin embargo… no se le entendía una frase.

-…no están las cosas muy bien. O sea, es decir… sí están bien… tú yo, bien. Pero…

-Shh –lo interrumpí, y le sonreí-. Tranquilo –y le tomé la mano.

Me miró un instante y exhaló.

-Lamento las complicaciones –dijo secamente, y sin balbuceos-. Somos muy distintos, y hay cosas que me cuesta pensarlas. O me cuesta darme cuenta que para ti son importantes. Eso me confunde. Elegí hacer las cosas rápido, y eso pareció desconcertarte. Intenté ir más lento, y eso parecía sacarte de quicio. Hay ocasiones en las que te enojas conmigo como si yo…

Hizo una pausa. Se había apresurado en un torrente de palabras, pero de pronto, parecía estar en un laberinto.

-…te lastimara a propósito. Y… me cuesta. Sé que no es fácil la situación para ti tampoco. Pero yo soy… muy –buscaba la palabra exacta- difícil. Duro. Toda esta situación es nueva y hay demasiadas cosas que me cuesta comprender o manejar. Para ti parece muy simple. Simplemente te acercas, se arrojas sin temores, con todo tu… tus… pensamientos y sentimientos. Para mí eso es casi imposible, no funciono de esa manera. Pero no quiere decir que no lo intente…

La calidez de sus palabras a pesar de los nervios, alentaron a mi mente a adivinar lo que vendría unos minutos después.

-Cambié mucho mi forma de ver las cosas, y nunca me sentí tan… vivo. Jamás pensé que sentiría algo así por alguien…

Yo estaba completamente en estado de shock, anonadada. Nunca lo había oído hablar así ¿El? ¿Decir lo que siente? ¿Mostrarse vulnerable? En todo este tiempo… estos largos tres meses, había descubierto en él a una persona que desde afuera no se la veía. Y ahí estaba él, diciéndome que esa persona no existía, y que era una creación mía, de la cual estaba muy agradecido. Había miles de cosas que quería decirle, pero me superaba el deseo de seguir escuchando lo que él pensaba.

Y lo amo, y lo sabes. Y me pidió que fuera su novia, y acepté. Desde que me di cuenta de que lo quiero, que ese sentimiento crece dentro de mí. Y no sé cuánto tiempo puedo guardarlo. Pero, esto era lo que durante tanto tiempo había esperado… y él me lo dio. Me hizo sentir querida como nunca nadie lo había hecho antes, y como sé que nadie lo hará jamás. Me quiere conociendo mis defectos, y los acepta. Me quiere tal cual soy, y lo valora.

Nunca creí que querría tanto a alguien, en tan poco tiempo.

13-01-84
Querido Diario:

Dejé las cosas inconclusas porque ya era tarde, y había escrito mucho. Si a Lily se le acalambra la mano con tan poquito ¡Imagínate como la tendría si escribiera todo lo que escribo yo!

Luego de ponernos de novios, seguimos hablando. Como siempre hicimos, pero con más apertura todavía. También nos contamos cosas que habían pasado antes de que nos conozcamos.

-¿Qué fue lo primero que pensaste cuando me viste la primera vez? –pensó y luego agregó- Si es referido a mi nariz, no lo digas… -y se río.

¿No te digo que había más apertura y menos pudor?

-No sé ni cuándo fue la primera vez que te vi. Mmm… déjame pensar -hice un rápido viaje mental a mi primer año en Hogwarts, y lo recordé.

La primera vez que lo vi, fue en la ceremonia de selección.

-En el tren, o en el Hall antes de entrar, no me había percatado de tu presencia. Estaba muy nerviosa. Cuando entramos al Gran Salón y nos situamos ante el sombrero seleccionador, quedaste a mi lado -y junto a Joda, pero eso no se lo quise decir- Entonces, sentí algo extraño… fue como si sintiera que te faltaba algo. Sentía ganas de hablar contigo, de acercarme, como si fueras un misterio a resolver…

Por omitir que era como un pequeño Dementor y que absorbía la felicidad de quién lo rodeara. Era un niño tan deprimido...

-Qué interesante -dijo jugando con mi pelo.

Yo estaba recostada en su pecho, como tantas veces había hecho antes.

-Y pensé: “Si quedamos en la misma Casa, me acercaré a él” -concluí.

-Tenías razón, yo era un misterio a resolver incluso para mí mismo. Pero… ¿Por qué pusiste esa separación según las casas? Tú no tenías idea de la enemistad entre ellas…

-Porque… cometí el error de tomarlo como una señal del destino. Otra Casa, otro camino. Uno que no se cruza con el mío. Un mundo aparte.

Silencio.

-¡Qué estupidez! –opinó. Es tan directo para decir las cosas, que a veces me pregunto por qué me gasto en suavizarlas para él.

-Y tú… ¿Qué pensaste la primera vez que me viste?

-Es que… la primera vez que te vi, no fue solo… John Dark te señaló, y me dijo que le gustabas, eso ya te lo dije… esa fue la primera vez que te vi, pero no la primera vez que me fijé en ti.

-No comprendo.

-Días después de eso, un día de sol, yo caminaba por los terrenos. Iba solo. Y entonces te vi, y sentí algo que no había notado cuando John te señaló. Estabas escribiendo en un rincón donde el sol brillaba más, sentí que pertenecías a otro mundo. Sentada, sin preocupaciones, y sonriendo por nada, al libro que escribías con energía. Vi lo que a mí me falta: ilusiones, proyectos, alegrías… Y pensé: “es extraña, me pregunto si llegaré a conocerla”

Lo que no le quise decir, es que tan ausente no estaba... recuerdo esta tarde, yo estaba escribiendo uno de mis primeros diarios, en el cuál aun de lee con letra infantil “¿Y qué se cree ese idiota que me mira como si yo no me diera cuenta? Además de feo, mirón... menos mal que no quedamos en la misma casa...”

Creo que Dios me castigó por ese comentario...

-Y cinco años después… aquí estamos –concluí-. Es extraño. Pasó muchísimo tiempo, pero aún guardamos en el interior los recuerdos menos pensados. De todos modos, me di cuenta de que me estabas ahí... pero es cierto que la mayoría del tiempo estaba ausente, en otro mundo. Mi mundo, un refugio que había imaginado, y que me hacía sentir bien. Tardé en salir de él, y cuando lo hice, cambié mucho…

-¿Conociste a los chicos?

-Y comencé a fingir como ellos…

-Un gran error.

-No somos lo que parecemos. Aunque no creo que puedas comprenderlo desde afuera, cuando uno los escucha a solas, se da cuenta de que son más de lo que parecen. Sé que se ven como niños malcriados y desobedientes, pero no son así… aparentan… y yo lo adopté como normal, y no lo es.

-Eso me alejó de ti. Aunque no fue lo único. Yo comencé a juntarme con los de Shytherin. A copiar sus modos, y a acostumbrarme a ellos. Te convertiste en una Sangre Sucia de Gryffindor, que se pavonea con sus amigos. Y así siguieron las cosas hasta hoy.

La charla siguió un curso que ya ni recuerdo, porque estaba más pendiente en algo que había notado. Cuando él dijo “Sangre Sucia”, su corazón latió más rápido. Estaba más inquieto, y la mano que tenía en mi pelo, se movía más rápido.

-¿Qué te pasa?

Dije en un momento en el que la paz, parecía retornar. Cuando me contestó, se incorporó.

-Nada.

-No. Sé que algo hay. Vamos, confía en mí. Por favor, sea lo que sea, dímelo. No empecemos a ocultar cosas…

¡CHAN! Sí, lo dije yo... la maldita perra que te acaba de ocultar que unos de sus primeros diarios dice que eres un feo, idiota y mirón...

-Es difícil… es algo que nunca le dije a nadie, y tampoco tenía la necesidad de hacerlo… hasta ahora. Y a pesar de eso, es costoso…

Silencio.

-Yo me siento mal por haberte llamado Sangre Sucia tantas veces… porque al decírtelo te mentí.

Era mi corazón el que se agitaba con brusquedad ahora.

-No sé a qué te refieres… porque está bien. No te diré que no me afectaba, pero… era verdad. ¿Por qué mentías?

-Porque no te lo estaba diciendo a ti. Me lo decía a mí. Cada vez que te lo decía, desahogaba la tensión de guardar este secreto y sobrellevar esa mentira… mi padre… era muggle.

Miró hacia abajo, avergonzado.

-Soy un Sangre Sucia, que carece de valor para admitirlo, y… que se burla de los demás por serlo…

No supe que decir.

-Te entenderé si no lo comprendes ¡No sabes cuánto dudé en decírtelo! Cada vez que hablábamos, en la torre o en los terrenos, en la vieja ventana… siempre estaba latente en mí el miedo a que me rechaces por eso, o que les digas a tus amigos lo que soy. No quiero ni pensar en lo que harían los demás si lo supieran…

-¿Te refieres a los de Slytherin? Mira, esto no cambia nada de lo que siento por ti. Para mí es lo mismo, porque no creo que la sangre tenga algo que ver en nuestro modo de ser, pensar y sentir. Sólo olvídalo ¿Quieres? Yo no se lo diré a nadie, ni lo hubiese hecho si me lo hubieras dicho antes.

Lo besé y me acosté a su lado nuevamente.

No lo podía creer… después de tanto tiempo… una gran revelación.

Estoy agradecida de que me lo haya dicho. De que me haya elegido para guardar ese secreto, eso demuestra confianza… es muy importante.

Pero, no sabes lo feliz que estoy de que seamos novios ¿Entiendes? Es la primera vez que se me da algo así. Después de esperar a Sirius, después de esperar a Severus ¡Por fin!

Pero, algo malo surgió de todo esto, que estaba en mi inconsciente, y que no lo había sacado para analizarlo: ¿Qué pasará con los demás, ahora que somos novios formales?

-Nadie debe saber esto… -sentenció.

-¿Por qué?

-Nadie está listo aún. Esto será una bomba, sobretodo para tus amigos.

-Pero…

-Tendremos que mentir…

-No puedo, no quiero mentir…

-No nos queda otra opción.

-Quizá decir la verdad…

-¿No pensaste en lo que hará o dirá tu amigo Sirius Black, si se entera de esto? ¿Y Potter? ¿Y los demás?

Me entró miedo. Me apareció la imagen de Sirius destruido, y supe que él tenía razón. No podía decirlo, no todavía. Por más que Kat no me gustara para Sirius, si él se enamoraba de ella, podría saberlo sin que le afecte tanto. Pero, tendría que esperar.

Esta mentira no es mala, es solo temporal, porque yo planeo decir la verdad, solo que sé que no es el momento.

-En realidad que no me agrada la idea de mentirles a los chicos, pero por el momento, supongo que será lo mejor… ¿Crees que podremos?

-¿A qué te refieres?

-¿Podrás cruzarme en un corredor, ahorrarte las ganas de darme un beso y además mirarme con odio para que Lucius no sospeche?

-Suena complicado, pero si lo pude hacer en los últimos dos años… supongo que será lo mismo…

-No, mi amor, no será lo mismo, porque ahora sabes que eres correspondido. Hace dos años, no me odiabas, pero pensabas que yo sí. Ahora sabes que del otro lado, voy a estar yo, con las mismas ganas de besarte, pero teniendo que disimularlo para no levantar sospechas…

-Antes sonaba complicado, ahora suena terrible…

Y terrible no es nada comparado con la realidad. O sea, tiene un lado excitante, lo sé... pero el hecho de verlo, y no poder acercarme a él, porque hay gente alrededor... ¡Es un bajón de humor! Esa horrible sensación que produce reprimir algo así. No sé cuanto tiempo más logre sobre llevar esto. Creo que tendré que hablarlo con él. Esto en mucho más difícil de lo que pensamos aquella vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario