domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 10 --- Hogar, dulce hogar.

Estaban llegando al salón de Transformaciones para tener su última clase antes de las vacaciones, cuando las cosas comenzaron a empeorar. Hannah iba mirando el piso, se le había hecho costumbre caminar cabizbaja. Reía de las cosas que le contaba Summer sobre sus amigos muggles, pero en realidad no prestaba demasiada atención. Cuando levantó la cabeza, se sorprendió y tomó enérgicamente el brazo de su amiga.

_¿Qué pasa...?

Pero Ann miraba atentamente. En la puerta del Salón, estaban James, Remus, Peter y más apartada, abrazada a Severus, estaba Sarah.

Los novios sonreían abrazados, mientras los amigos hacían chistes al respecto. Hannah se concentró en Sarah:

_Sólo recuerda, amor mío, que todo esto es tu culpa...

_¿Tengo la culpa de ese apodo que nos pusieron? –preguntaba Severus con una sonrisa de enamorado jamás esperada en él, mientras acariciaba el rostro de Sarah.

_Claro que sí... si hubieras podido vivir sin mí, ellos nunca habrían sabido la verdad y no se burlarían de nosotros... –hizo saber Sarah con su usual modo sensual de hablar.

Severus rió y le dio un beso:

_Lo peor –dijo-, es que tienes razón.

_En fin... me quedaría aquí contigo todo el día, pero mis amigos vomitarán, y además tengo que ir a clase... ¿nos vemos en la tarde?

_Por supuesto. Te amo.

_Yo también.

Y dándole un último beso, la niña se despidió y se unió a la ronda de sus amigos, mientras Severus se iba a nadie sabe dónde.

_¿Qué apodo les pusieron? –inquirió James cuando ella estuvo a su lado.

_No tiene importancia –contestó ella con picardía.

_Parece que todo está bien entre ustedes...

_Sí, así es –suspiró, romántica-. La verdad es que es muy bueno, atento y dulce conmigo.

_Pues me alegro de que seas feliz con él... pero para mí siempre será el idiota, feo y metido de Quejicus –continuó mientras lustraba con la manga de su túnica, una Snitch que acababa de sacar del bolsillo.

Sarah se mordía el labio, ofendida. Se la sacó de la mano, la arrojó y como si su amigo fuera un perro, le dijo:

_¡Ve por ella!

James pasó corriendo al lado de Hannah y se disolvió como si fuera de vapor. Ella miró hacia donde estaba Sarah, y ella también se había esfumado. Todo lucía completamente normal. Ella pensó que James había reaparecido, pero luego notó que era Harry Potter. Recorrió a los demás con la mirada, y luego salió corriendo en dirección opuesta.

Summer la siguió, cuando estuvieron alejadas. Ann se detuvo, y Sum llegó jadeante.

_¡Como... te... gusta... hacer... eso, Juana! –se quejó mientras recuperaba el aire.

Hannah no le contestó, se veía muy mal.

_Huyo, corro, pero la verdad es que no sé qué hacer.

_¿A qué te refieres?

_Me pasa todo el tiempo, Sum, me los cruzo en los corredores, en Hogsmeade, en la Sala Común... –pateó el suelo, con frustración- ¡Desde que Sarah apareció en aquella casa que todo el tiempo mi mente me juega esos trucos! ¡Voy a volverme loca!

_¿Cuántas veces te pasó esto?

_No lo sé, al principio era sólo en sueños, pero ahora es casi permanentemente. Es más... ¡no tengo idea de cuándo estoy despierta y cuando dormida! ¡Así que me es más difícil saber!

Summer no sabía qué decirle, sólo la miraba preocupada y desconcertada. Ahora entendía por qué muchas veces la mirada de su amiga se perdía en el horizonte.

_Al principio pensé que era divertido, después me pareció interesante... pero ahora me parece una locura –continuó Ann-. Supongamos que Luná... Lupin estuviera equivocado y Sarah pudiera ser mi mamá... ¿Por qué tengo sus recuerdos? ¿Por qué me invaden noche y día?

_No lo sé, Ann... pero supongo que los habrá dejando en caso de que a ella le pasara algo.

_¿Quieres decir que por miedo me los dejó y que si sigo recordando sabré adónde está?

Summer hizo una pausa, reflexionaba unos instantes:

_Si bien no ha sido en orden, has tenido recuerdos de distintos momentos de su vida. Tal vez puede que en algún momento sueñes algo que te de la pauta de qué fue de ella. Sólo... sé paciente.

Hannah abrió la boca para decir algo, pero Sum la interrumpió:

_¡No digo que sea fácil! ¡Sé que no lo es! ¡Pero no te queda otra alternativa que esperar!

_Tienes razón –reconoció Ann.

_Vamos a clase. A lo mejor te sirve para olvidar un momento todo esto...

_O para averiguar qué tan buena era Sarah en Transformaciones... –fue su sarcástico agregado.

_¡Ni se te ocurra sentarte con ella, que me aburro cuando me toca sentarme con Rose! –se burló Summer.

* * *

El momento de volver a sus casas, llegó más rápido de lo que esperaban. Sumirse en el estudio y los últimos trabajos, le ayudó a Hannah a mantener su mente en otras cosas, aunque sea durante el día.

Antes de salir rumbo a la estación, Hannah decidió pasar por las mazmorras a despedirse de... ¿su tío?

Era extraño verlo desde que sabía que cabía la posibilidad de que fuera su padre. Ella sabía que si esa hipótesis resultaba correcta, tendría que darle la noticia, porque según lo que había visto, Sarah no le había contado que estaba embarazada. Si no se lo había dicho a su confidente y amigo, mucho menos se lo diría a la persona que había roto su corazón.

En los últimos momentos que Hannah se había encontrado con Severus, no había podido sostenerle la mirada. Suponía que él intuía que a ella le pasaba algo, pero en realidad Snape pensaba que ella se sentía culpable por haberle robado. Y si bien era cierto lo del robo, la verdad era que Ann nunca se sintió culpable por ello.

_Pasa –dijo la voz de Snape a través de la puerta que ella había tocado.

_¡Hola! –saludó casi alegremente.

_Adiós, estoy muy ocupado... –le gruño.

_Claro, me imagino. Pero si tuvieras una vida social, no estarías ocupado corrigiendo exámenes porque estarías viajando a casa conmigo a ver a tu hermana.

Snape se detuvo en la letra que estaba haciendo, esa había sido una típica agresión que Sarah le hubiera hecho; y luego, continuó mientras hablaba.

_No sabes lo mucho que prefiero hacer esto antes que ver a tu cochina familia. Es mejor estar solo que acompañado de gente como ellos.

_¿Eso fue lo que le dijiste a Sarah?

Hannah evaluaba a Snape, para tratar de predecir su punto de explosión. Ella lo único que había querido decirle era “¡Feliz Navidad!” y hasta iba a decirlo de todo corazón, pero le había molestado el hecho de que él la hubiera hecho pasar para luego echarla. Hubiera preferido que le dijera de entrada que no podía atenderla, a que la humillara de ese modo. Así que no le había quedado otra opción que hablar con él de las armas que ella tenía y que no había querido usar.

Al oír el nombre, él se levantó, caminó hasta ella y dijo:

_Primero, y que te quede claro: lo único que sabes gracias a ese diario, es que fuimos novios. Pero eso no es ni un cuarto de la historia completa, entonces ¡no hables de las cosas que no sabes! Segundo, aunque supieras todo, eso no te da ningún derecho a hablar, porque no es asunto tuyo. Y tercero, yo finjo que ella no existió, y eso que la tuve en mis brazos. Tú no sabes nada, así que deberías hacer lo mismo.

Ann estaba nerviosa de nuevo. La voz de Snape causaba ese efecto en ella. En un principio, hablando con él se sentía valiente. Enfrentándolo se sentía fuerte. Mostrándole cuán poderosa era con saber lo que había descubierto de su pasado, se sentía indestructible... pero luego, esos fríos y penetrantes ojos negros, y esa grave voz madura, le hacían temblar las piernas, le hacían temer, le hacían arrepentirse de lo que había dicho, y se sentía vulnerable.

_Lo siento –dijo dudando.

Snape dejó escapar una risa sarcástica, y molesta.

_¿Lo sientes, dices? ¡Tú no sientes nada!

Ahí, repentinamente, el temor se borró de nuevo, y sintió otra vez la necesidad de confrontar.

_¿Qué yo no siento nada? ¿QUE YO NO SIENTO NADA? ¡POR FAVOR!

_No me levantes la voz... –advirtió él, con calma.

_Perdón. Pero realmente hay veces que dices cosas que no entiendo. ¡Tú eres el que no siente nada! ¡Me tratas como si fuera basura todo el tiempo! ¡Lo único que hiciste fue mostrar desprecio! ¿Qué te hice yo? ¿Qué culpa tengo de que mi abuelo abandonara a tu madre?

_¡Cállate!

_¿Qué culpa tengo de que no hayas sido feliz? ¿Cómo puedes decir que yo no siento nada, si desquitas conmigo cosas que pasaron antes de que yo naciera? ¿Cómo te atreves a desquitar en mi lo que no pudiste desquitarte con tu propia existencia?

_¡Cállate!

_¡Date cuenta!

_¿DE QUÉ? –chilló exasperado.

_De que por esa actitud perdiste a Sarah... estoy segura de eso.

Silencio.

_Feliz Navidad, tío –murmuró, y se fue golpeando la puerta tan enérgicamente como el mismo Severus hacía cada vez que entraba y salía del aula.

* * *

Hannah se sintió mal porque esa no era la despedida que ella había ido a buscar. Tal vez era solo que las fiestas la ponían sensible... o que todo últimamente la ponía sensible.

Buscó a Summer, que en seguida le preguntó cómo le había ido. Ella le dijo que le había ido todo lo bien que ella podía esperar y su amiga comprendió que era un buen momento de dejar de hacer preguntas.

Terminaron de revisar que tuvieran todo lo necesario, y se fueron a la entrada del castillo a esperar alguna carroza. Afortunadamente Summer era una muy buena conversadora, y con sus palabras sobre varios temas cotidianos hicieron que rápidamente Ann se sintiera más fuera que dentro de aquel mundo que tan mortificada la tenía.

Lo bueno de esas conversaciones, era que eran divertidas aunque fueran repetidas. Tenían tantos chistes “propios”, que la amistad se sentía más afianzada que nunca, lo cuál para la situación en la que estaban, era lo mejor que podía suceder.

Cuando el tren comenzó a mostrar paisajes más cercanos a Londres que a Hogwarts, Ann ya se sentía menos perturbada y le contó a Summer lo que había conversado don Severus.

_¿Y? ¿Qué piensas? –le preguntó ansiosa, al ver que había terminado su historia, y que tras un prolongado silencio, su amiga no había opinado.

_Es brusco –fue lo primero que dijo-. Me parece que se te fue la mano, pero... alguien tiene que hacerlo reaccionar. Es cierto lo que dices, y él no puede ir por la vida maltratándote porque el se siente maltratado por su pasado. No es justo. Yo creo que él era más infeliz antes de conocerte, que ahora que te tiene.

_Bueno, ahora me parece que eres tú la que exagera.

_Ann... si no fueras importante para él, no te haría caso. Sin embargo, pasa de demostrarte cariño a demostrarte odio. Eso me parece una actitud muy infantil que muestra que te quiere en su vida, pero que no decide aún adónde ubicarte.

Hannah no dijo nada. Le pasaba bastante seguido cuando hablaba con Summer, porque ella tenía una especial cualidad de reflexionar las cosas de cierto modo, que le hacían ver la cantidad de cosas que había dejado fuera de sus pensamientos, que tenía bastante coherencia, y que jamás hubiera pensado si ella no se los decía.

_¿Cómo haces siempre para tener una explicación? Cada vez que me dices algo me quedo pensando y me asombra.

Summer le sonrió.

_No, lo digo en serio. Deberías ser psicóloga –aconsejó Hannah.

_La verdad es que siendo bruja, preferiría otro tipo de trabajo menos muggle. Pero me gustaría trabajar en St. Mungo.

_¿En serio?

_Sí, desde hace un tiempo que vengo pensando en salvar vidas... creo que es algo verdaderamente gratificante poder vivir para ayudar a otros.

_Lo es. Yo lo haría... pero veo sangre y me desmayo, así que me es imposible –aseguró Ann.

Y así siguió de tranquilo el viaje. Hannah, tras lo que Summer le había dicho, se sintió mal por esa última conversación con su tío y decidió que al regresar a su casa le escribiría disculpándose, pero necesitaba pensar bien qué ponerle y cómo. Eso la tranquilizó, pero aún había otra cosa que la tenía mal. No se había despedido de Chloe.

La había buscado antes de ir a las mazmorras, no la había encontrado y había pensado “la buscaré luego”. Pero para variar, había salido del despacho con la cabeza hecha un torbellino se pensamientos, y lo había olvidado. Una parte de ella se sentía culpable, pero la otra, una voz maligna dentro de ella, le susurraba: “¿Acaso ella te buscó para despedirse?”. Y por más que trataba de no pensar en eso, no podía evitar darse cuenta de que Chloe sabía que ella iba a empacar e irse ese día, y que había tenido tiempo para despedirse si hubiera querido, pero tal vez, ella no consideraba que quince días fueran una separación importante.

Llegaron a la estación, y encontraron a sus padres. Summer alegre, fue presentarlos y ambas, aceleradas y hablando al mismo tiempo, contaron la historia de cómo se habían conocido después de dos años de compartir cuarto, y que habían descubierto que vivían a pocas cuadras de distancia.

Los padres de miraban entre ellos, como si las niñas estuvieran locas, pero cuando ellas finalmente se callaron, pudieron entablar “una conversación adulta”. Las niñas se alejaron un poco y hablaron de qué harían a continuación.

Los amigos de cada una sabían que llegarían ese día, y querrían verse. Así que dijeron que al día siguiente, a la tarde, se varían nuevamente. En realidad no tenían urgencia porque poco era lo que tendrían para contarse, pero ambas querían experimentar verse en su tierra de nacimiento, luego de tanto tiempo de ser amigas “de colegio”.

Cuando los padres se despidieron, ellas también lo hicieron y cada familia se encaminó para el regreso.

_No vi a los padres de Chloe –comentó su madre.

_Es que ella no vendrá a pasar las fiestas... –explicó-. Como una amiga se iba quedar allá porque no tiene familia, decidió quedarse con ella para hacerle compañía...

Eso era lo que Chloe le había dicho que dijera, porque eso le había puesto a su madre en la carta, pero de todos modos, Ann se sentía estúpida diciéndolo.

_¿Y quién es esa chica? –preguntó la madre.

_Una amiga de la prima de una chica de Ravenclaw cuya gemela está en Gryffindor. Se conocieron de casualidad en un partido de Quidditch. Pero el resto de la historia no la sé, porque no voy a ver los partidos.

Por suerte, nadie preguntó anda más, porque ella no habría sabido responder. Generalmente era buena inventando historias, pero estaba bastante bloqueada para pensar en ese momento. Mentalmente, iba decidiendo qué iba a ponerle en la carta a su tío, del cuál su madre no había hecho ni una pregunta retórica. Ella también fingía que él no existía. Desde que Hannah se había enterado la verdad, que no habían vuelto a hablar del tema.

Una vez que Ann terminó de ayudar a subir su baúl a su cuarto, se abalanzó hacia el teléfono. Llamó a Monique y a Mathew y les avisó que había llegado y que si estaban libres los esperaba para verse unos momentos. Ambos habían comenzado las vacaciones ese día, así que fueron a hacerle compañía mientras desempacaba y se pusieron al tanto de lo que habían vivido esos meses. Luego comenzaron con el tema que Ann siempre quería eludir:

_¿Y qué hacen con las lechuzas en ese colegio?

_Eh... es un símbolo de... libertad -mintió.

_Ustedes sí que son raros –comentó Mathew.

_¡No tienes idea de cuánto!

_Yo creí que la usabas para hacer experimentos o algo así de diabólico –continuó Monique, ojeando un libro.

_¿De dónde sacas algo así? –se asombró Ann, que guardaba su ropa en el armario.

_Bueno, los dibujos de tu libro de clase no parecen muy amigables...

Hannah dio un salto y le arrebató el libro de las manos.

_¡No toques eso!

_¡Ay, bueno, Ann! ¡Es sólo un libro!

Ambos la miraban extrañados.

_Eh... lo siento, estoy algo estresada por el viaje –se disculpó-. Lo siento, pero, por favor, no toquen nada.

Luego de tremendo susto que les dio, ninguno tuvo ganas de poner sus manos sobre nada. Cuando ella terminó de desempacar, bajaron a la cocina a comer y tomar algo.

_De todos modos, tu librito se veía más interesante que lo que nos hacen leer a nosotros –dijo Matthew como al pasar, luego de un rato de silencio.

_¿Qué leen?

_No le hagas caso... estamos leyendo a Tolkien. ¡A mí me encantan! –dijo Monique- Te pasaré los libros en cuando terminemos e trabajo.

_¡Por favor! ¡Mi amiga Summer me habla bien de ellos todo el tiempo!

Después de que los chicos se fueran porque era tarde, Ann regresó a su cuarto, vio la luz de la pantalla de su celular prendida, y un mensaje nuevo:

“Tn en cuenta q stoy asomando el brazo p/ poder decirt sto. kieres vnir a ksa a cnar y dormir?”

Ella sonrió al recordar que en la casa de Summer nunca había señal, y se la imagino con el brazo levantado a través de la ventana, esperando respuesta. Escribió lo más rápido que pudo, y aguardó. Le había escrito su número telefónico y que la llamara dentro de unos minutos para darle tiempo de hablar con su mamá y preguntarle.

Bajó corriendo las escaleras y habló con su madre, quien no le pudo una cara muy agradable:

_Pero, Annie... ¡recién llegas del colegio! No te hemos visto en meses... no tuvimos oportunidad de hablar sobre los que pasó en este tiempo. Esperaba que cenáramos en familia hoy, que por fin estamos todos.

Hannah se sintió estúpida de haber preguntado eso, ya que su madre tenía toda la razón del mundo. Ella había pasado todo el año escolar con Summer, y la vería todo el resto, pero a su familia solo la veía en vacaciones.

_Tienes razón. Pero ustedes se irán a dormir a las nueve en punto y yo me quedaré aquí sola. Entonces...

_¡Yo contesto! –anunció el padre en la otra habitación, al escuchar que el teléfono sonaba.

_¿Puedo cenar en casa e ir después allá?

_¿Tan importante es que vayas YA mismo con tu amiga de nuevo? –preguntó sabiendo que la respuesta que obtendría.

Pero veía a su hija tan poco tiempo, que no quería que justo esas dos semanas peleasen.

_Bueno, ve –accedió-. Pero después de la cena.

_Es para Annie –dijo el padre alcanzándole el teléfono.

_¡Hola!... ¡Sí, me dejó, pero después de la cena!... ¡Está bien!... ¡Cuando llego te hago sonar el “cel” para no despertar a nadie con el timbre!... ¡Besitos!... ¡Adiós!

* * *

Fue una gran alegría para Hannah poder ir allá. Iba a ser lindo poder conocer a la familia de su amiga. Estaba caminando para allá pensando en lo divertido que sería, cuando recordó algo más: las lechuzas tardaban poco más de una hora en llevar una carta a Hogwarts y quería estar con su amiga cuando recibiera la respuesta de Snape. Aún no le había enviado las disculpas.

Summer la recibió con un cálido abrazo. La madre con una linda sonrisa y un vaso de chocolate caliente.

_Sé que no es hora, pero hace frío afuera. Te hará bien. Espero que no te vayas a enfermar por esta locura de mi hija.

_Igual lo merecería, porque soy tanto o más loca que ella –bromeó.

La madre le sonrió.

_Aparte se la debo –agregó Summer-. Después de todo... ya me enfermé yo por tu locura la otra vez –le susurró, y ambas rieron.

La madre de Sum era una mujer relajada, que parecía no hacerse problema por nada. Luego del chocolate caliente, las mandó al cuarto de Summer a preparar los colchones donde dormirían, y cuando bajaron vieron que les había hecho una torta para que tuvieran algo para comer durante la noche.

_...porque estoy segura de que dormir, es lo único que no van a hacer –sonrió-. Hasta mañana.

_Tu madre tiene una gran noción de la diversión adolescente –opinó Ann cuando estuvieron solas.

_Sí, es por eso que no me deja salir a bailar... todo tiene su lado negativo, como puedes ver.

Cuando los padres y hermanos de Summer se habían ido, cerca de las nueves de la noche, por fin pudieron hablar tranquilas de nuevo. Hannah le dijo que quería hacer la carta a Severus cuanto antes para que la leyera ese mismo día, y para sacarse el asunto de encima de una vez.

Su amiga le dio papel y pluma y ella escribió:

Severus: Disculpa por haberte tratado así antes de irme. Realmente no quería hacerlo, no estaba pensando lo que decía. Espero que estés bien y me perdones, lo digo en serio. Espero que pases bien la Navidad.

Annie.

_¿Annie? –se burló Summer, cuando leyó el papel que Hannah le mostraba-. ¿Y cómo esperas que te firme él? ¿Sevy?

Hannah se mordió el labio.

_¡Es una cuestión profunda, no te burles! “Hannah” soy en general. “Ann” soy para mis amigos. “Annie” me dicen en casa, mis más allegados.

_Y yo te digo “Juana”. Soy la más original... ¿pero no sonará ofensivo que le firmes como te dicen “tus familiares” que el tanto repudia?

_El no sabe que mi mamá me dice “Annie”, creo que jamás lo ha escuchado y quiero que suene especial... no quiero firmar con frialdad, no es el momento, no quiero que suene plástico, quiero que se vea que es de corazón.

Envió la carta con esperanzas.

_¿Crees que te responda? –preguntó Summer, mientras veían la lechuza alejarse.

_Seguro que sí –dijo sonriendo, aunque no del todo segura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario