domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 5 --- La ausencia de Chloe

_¡Chloe! ¡No sabes lo que hice! ¡Le di mi diario íntimo a Snape!

_¡Yo conocí a un chico! –dijo Chloe tan emocionada, que Ann decidió posponer su problema.

_¿Cómo?

_Sí, conocí a un chico... y me gusta.

Ann cerró la puerta de su habitación.

_¡Cuéntame! ¿Cómo fue? ¿Cuándo?

_¡Recién! Acababa de terminar de enviar la lechuza como me dijiste, cuando descubrí que había olvidado mi libro en el aula de pociones. Bajé corriendo las escaleras, para ir a las mazmorras nuevamente. En el Gran Hall, me encontré una muchedumbre de alumnos de Ravenclaw que subían las escaleras. Uno de ellos, cargaba un libro de pociones que no le pertenecía. Es difícil no reconocer mi libro... debo ser la única alumna que forra sus libros en papel fucsia.

_Estoy segura de eso.

_Detuve al chico y le pregunté de dónde había sacado ese libro. Me dijo que lo acababa de hallar entre dos sillas del fondo del Salón de pociones ¿Recuerdas que fue allí donde dejé el libro cuando fingí que lo olvidé para leer contigo? ¡Es el destino! Y le dije que yo lo había olvidado allí en la clase anterior. Y me dijo: “Deberías haberle puesto nombre... si puedes hacerlo en el banco, puedes hacerlo en los libros” ¡y me reí como una tarada, Ann! Le dije que no lo había hecho porque nunca pensé que iba perderlo ¿entiendes? ¡Aparte de reír como tarada dije una estupidez atómica! ¡Debe hacer pensado que soy una idiota! –concluyó algo afligida.

_No, a lo sumo tarada o estúpida... pero como idiota no hiciste nada.

_Hasta ese momento, porque tras despedirme de él, tropecé en el escalón como una idiota.

_Tú vives tropezando, se iba a enterar tarde o temprano...

_Es que soy torpe, pero no quería serlo en ese momento...

_¿Cómo se llama? –preguntó Ann al notar que su amiga había pasado por alto un detalle bastante importante.

_No lo sé, me sentía muy estúpida como para andar haciendo preguntas. Pero lo averiguaré tarde o temprano. Piensa... ahora que hablé con él una vez, podré saludarlo la próxima vez que lo vea, porque ahora lo “conozco”. Hoy en la cena seguro nos cruzaremos...

_Es una gran posibilidad. Ahora, me voy a recostar a leer un poco para el examen de Historia de la Magia que tenemos mañana.

_¿Mañana hay examen? –preguntó sorprendida- ¿Y vas a estudiar? –pensó aún más sorprendida.

_Sí. Siempre invento algunas partes de mis exámenes de historia, pero tengo que saber lo mínimo para poder hacerlo... y aún no he leído nada.

_Yo leería, pero estoy tan ansiosa que no podré concentrarme, así que mañana te pediré que me pases tus respuestas...

_Esa es una buena segunda opción, pero te diría que por lo menos intentes estudiar ahora, porque sabes que después de cenar te concentrarás menos...

_Es cierto –dijo Chloe e igual que su amiga, se recostó a leer.

Pero ninguna de las dos podía concentrarse. En ese momento, entró Summer en la habitación.

_Juana...

_¡Hannah!

_Como sea, el profesor Snape te mandó a llamar. Se veía disgustado. Dice que quiere verte ya mismo en su despacho.

_¿A mí o a Juana?

_A ti, tonta. No sé en qué estaba pensando cuando te llamé así –le sonrió-. Te diría que si de casualidad tienes una armadura, la lleves... en serio, se veía enojado.

_No, no tengo una, pero robaré la que está en la puerta de su despacho...

_Es una buena idea.

Hannah se apresuró al llegar, no sabía cuánto tiempo había tardado Summer en encontrarla, pero sí sabía que cada minuto que se demorara, Snape se pondría peor. De todos modos, cuando llegó a la puerta del despacho, no se atrevía a tocar. Estaba nerviosa, y sabía que no le iría bien. Previniéndose, tomó la botella de poción que el profesor le había dado para prevenir los mareos que le daban. Y antes de volver a pensarlo, tocó la puerta.

_Pasa –gruñó una voz conocida.

Ella entró. Trató de verse segura, porque no era el mejor momento para mostrar miedo. No podía flaquear, esa vez, debía enfrentar. Pero no era como lo había hecho un sin fin de veces antes. Esta vez era distinto.

_¿Me llamaste?

_Sí, y no finjas que desconoces el motivo –abrió el cajón y sacó el diario-. ¿Reconoces esto?

_Es mi diario íntimo, señor.

_Pero, no es el que yo te confisqué en mi clase hoy.

_Sí, es ese.

_No, no es el mismo.

_¿No ve la portada? Es el mismo.

_No me guío por la portada. La letra es distinta a la que vi hoy. Una buena falsificación, la letra es verdaderamente parecida, pero... no es el mismo diario. El que yo te quité hoy era de... –se detuvo- de otra persona –agregó.

_No, era ese –repitió Hannah, haciendo perder la paciencia a Severus, quien golpeó su escritorio con ambas manos.

_¡NO ERA ESTE!

_Sí, sí era. Profesor, yo sé en qué diario escribo, sé qué diario leo. No puede decirme usted a mí qué diario me sacó, señor, yo lo sé mejor que nadie.

Snape comprendió, y por un segundo odio la astucia de Hannah. La única prueba que tenía de que no era el mismo libro, era su conocimiento acerca de la procedencia del diario y su recuerdo sobre la persona que lo había escrito, que a su vez era lo único en el mundo que no quería tener que explicarle a Hannah. Y aunque se gastara en explicarlo ¿qué garantía tenía de que Ann dejaría de negarlo?

Era muy probable, y más conociéndola, que ella dijera “Lindo cuento, pero me gustan los de vaqueros. Y por cierto... sí, ese es el diario que me confiscaste hoy. Y si no, prueba lo contrario” ¿De qué otro modo podía convencer a otro de que la niña había robado el objeto confiscado de su despacho cerrado con llave, cuando él mismo no sabía cómo lo había hecho? No podía acusarla.

¿Cómo probaría que estaba en lo cierto? Le quedaba hacer algo que realmente no quería: razonar con Hannah.

_Tú sabes que no es, yo sé que no es ¿Por qué te enrollas en intentar hacerme creer algo que sabes que yo sé que no es cierto?

_Profesor, no es que me enrolle, es que verdaderamente no sé de qué me está hablando. Hoy me quitó mi diario, ahí está. Ya tiene en su poder todos mis secretos ¿qué más quiere de mí?

_Que me devuelvas lo que me robaste hoy, no sé cómo, de mi cajón. O leeré tu diario delante de tus compañeros mañana mismo.

Ella no se sorprendió, estaba segura de que eso sería dicho en algún momento de la conversación.

_Más de la mitad habla de ti, explica el por qué de esta relación que es tan extraña para ser entre un profesor y una alumna comunes y corrientes, así que podrías empezar por la página que quieras, querido. En más, te recomiendo la página ochenta y tres, que es cuando voy a contarte que...

Snape estaba verdaderamente enojado. No recordaba cuándo había sido la última vez que había sentido algo así. Aparte del enojo, sentía una frustración incomparable. ¿Cómo iba a hacer para ganarle? ¿Cómo podía obligarla a confesar? Podía darle Veritaserum, pero no era tan fácil. Podía tener muchos problemas, incluso más de los que tendría Hannah si la verdad se supiera de otro modo. Pero si sentía algo más fuerte que aquella frustración, eran otras preocupaciones: el poder que Hannah tendría sobre su voluntad si conociera su pasado, de dónde había obtenido ese diario, y por qué lo protegía tanto. ¿Acaso lo había leído ya? Era la primera vez que lo pensaba. En ese momento, un impulso se apoderó de él, e hizo algo que también podría traerle problemas...

_Legilimens! -gritó.

De su varita salió una potente luz que iría a dar a la cabeza de Hannah. Pero Snape vio algo que lo horrorizó aún más. Fue todo en un segundo. El destelló de luz iba hacia Ann, pero antes de tocarla, una segunda Hannah se desprendió de ella y se paró justo delante haciendo de escudo humano. El conjuro la golpeó y ella desapareció en una silenciosa explosión blanca, que los dejó ciegos un instante.

Todo estaba en silencio. Ellos se miraban, ambos confundidos.

_¿Qué fue eso? ¿Qué hiciste? –preguntó Ann, por primera vez alterada.

_Intenté leerte la mente, pero tu instinto mágico me bloqueó.

_¡No lo hubieras hecho!

_¡Hubieras confesado!

Ella no dijo nada más. Salió corriendo. Corrió y se desplomó de rodillas en un corredor calmo que encontró y rompió a llorar. Lloró mucho. Desconsoladamente. Dolida. Abrumada por sus numerosos pensamientos, confundida, sola. Muy sola.

¿Qué haría? La verdad es que tras todo lo que había sucedido no tenía ganas de saber nada más. Se arrepentía de haber robado el libro de dragones, de haber robado el diario cuando Dumbledore le dio la oportunidad, de haberlo sacado en clase de pociones, de haber protegido a pesar de todo el diario de aquella chica, de haberle mentido a Snape...

Una mano se posó en su hombro, ella asustada, dejó hasta de respirar. Era Summer.

_¿Qué sucede, Hannah? –preguntó preocupada.

_Nada, es que...

_¿Nada? ¿Y esperas que crea que te tiras a llorar en un pasillo cercano a la sala común luego de faltar a la cena por hablar con un profesor que claramente te odia... porque no te sucede nada? No soy una persona lista, pero tampoco soy estúpida. ¿Quieres hablar?

_La verdad es que no –dijo-. ¿Dónde está Chloe?

_Ocupada. Hoy en la cena se encontró con un chico y ambos salieron temprano. No los he visto desde entonces. Regresaba a la Sala común, cuando escuché sollozos y decidí desviarme... ¿Segura que no quieres hablar?

_Sí, segura.

_Bueno... yo no estudié para el examen de mañana. Si cambias de opinión, estaré en la Sala Común hasta tarde.

Y sin decir más, se marchó.

Hannah permaneció allí unos minutos más, necesitaba calmarse. Miró el reloj. Dumbledore estaría en su despacho, o al menos a punto de llegar. Recordó que debía hablar con él. Quiso ir primero allí, para al menos sentir que estaba dando un fin a alguna parte de la historia. Se levantó y caminó a paso ligero hasta el despacho del director, quería tener tiempo de hablar con él y volver a la Sala Común antes del horario prohibido.

Además, necesitaba de verdad hablar con Chloe, estaba verdaderamente angustiada. Otra cosa que quería hacer, era buscar a Summer y disculparse por haber sido grosera y agradecerle su amabilidad.

Llegó al despacho, dijo la contraseña, y entró. Al subir la escalera, tocó la puerta.

_Siga –dijo una tranquila voz.

_Hola, profesor Dumbledore. Lamento lo de hoy, creo que le debo una explicación.

El profesor, notó enseguida que la niña tenía los ojos enrojecidos, y que su voz sonaba ligeramente quebrada, pero no la apuro.

_Siéntate –no sonó como una orden, sino como un pedido-. ¿Qué ocurre?

_Cometí un error. Pero esta vez no fue porque algo me dijera que lo haga y no me pude contener, esta vez ni siquiera pensé. Hoy en la hora de Pociones, saqué el diario que me diste. El profesor me lo confiscó... y temí que lo leyera. No sé por qué, pero sentí que si me habías dado ese libro, debía protegerlo, porque era para mí, era mío.

_Entiendo. ¿Qué sucedió?

_No quería involucrarlo. Supuse que si había pretendido que yo le robaba el libro, en vez de dármelo directamente, era su modo de decirme que nadie debía saber de dónde lo había obtenido. Tal vez no es así, tal vez interpreté mal, tal vez lo imaginé... pero fue lo que pensé. Y como no podía decirle a Severus que el diario lo había sacado de aquí, le envié la nota que decía “Usted llamó a Severus. Explicaré Luego, Promesa” o “ELP”, para que distraiga a Snape mientras yo me metía en su despacho clandestinamente y sacada el diario de ahí.

Explicó como había copiado los elementos necesarios para que el profesor no tuviera argumentos en su contra, y luego esperó a que el director hablara. Como no lo hizo, continuó:

_Me odia. No tiene defensa contra mí, pero podría darme Veritaserum o leerme la mente o hacer algo de eso... tengo miedo. No sé por qué hice lo que hice, estoy en un aprieto tremendo y no sé ni por qué... necesito preguntarte: ¿Por qué es tan importante esto, o por qué me lo diste a mí? –dijo mostrándole el libro.

_Eso es importante sólo para algunas personas, y sabrás por qué él no quiere que lo leas, en cuanto tú lo hagas. Y te lo di a ti, porque, como ya te dije, te pareces mucho a ella y pensé que te divertiría. Pero si no quieres leerlo. Dámelo. Yo hablaré con el profesor Snape, le explicaré la situación y no tendrás que pensar en ese diario nunca más –extendió la mano para tomar el objeto que ella sostenía.

No supo por qué, pero cuando Dumbledore lo iba a alcanzar, ella lo corrió.

_Voy a leerlo –dijo seriamente.

_¿Segura?

_Sí. Si no lo hago, todo esto habrá sido en vano.

* * *

Entró en la Sala Común. Había algunas personas allí, entre ellas, Summer. Hannah prefirió no cruzar miradas con ella, le hablaría, pero cuando supiera que iba a decirle.

Pasó directo a la escalera, procurando mirar el piso, y fue a su cuarto. En cuanto entró, Chloe comenzó a hablar:

_¿Dónde estabas? ¡Te estuve buscando por todos lados! ¿Por qué no fuiste a cenar? ¡Me encontré al chico de hoy! ¡Se llama Nícolas! Me invitó a dar una vuelta después de la cena! ¡Estuvimos hablando hasta recién! ¡Es un chico muy divertido! Hablamos de un montón de cosas. Y no dije ninguna estupidez, no me puse tan nerviosa. Bah, al principio fue difícil, porque yo no sabía que decirle, no sabía de qué hablar... pero luego las cosas se fueron dando solas... ahora recuerdo parte de nuestra conversación... fue tan espontánea, que no pensaba lo que tenía que decir, sólo lo sentía. Y no me quería ir, pero justo pasó por allí un Prefecto de Ravenclaw y le pidió que fuera de inmediato a su Casa, porque si no tendría que quietarle puntos porque ya casi empezaría el horario prohibido. Y él me dijo que se había divertido mucho conmigo y que le gustaría que hablemos de nuevo –Chloe hablaba rápidamente en un monólogo entusiasta que estaba taladrando el cerebro de Ann, que trataba de disimularlo con una sonrisa forzada-. Yo le pregunté cuando y me dijo que mañana en la hora de Historia y yo le dije “eso no es posible, tengo prueba y no puedo faltar” y él me dijo “tomamos juntos esa clase, no me digas que nunca lo habías notado” y yo le dije “ah, cierto, perdón, me confundí”. ¿Puedes creerlo? Yo no sabía que era de tercero... va con nosotras y nunca lo habíamos visto. Es ese chico callado de rulitos y ojos verdes que siempre se saluda con Dean Thomas cuando entra al salón. Me dijo que son primos. ¿Puedes creerlo?

_Puedo creerte lo que quieras, no hablo ni conozco a nadie que no seas tú.

_Claro. Por eso mismo nunca lo habíamos visto... ¡Ay, Ann, estoy feliz! –continuó-. Encima, luego de eso, yo le dije que me sentaría contigo porque no había estudiado y él me dijo que había leído muchísimo porque le cuestan mucho las materias como Historia y por eso es a las que más se dedica y que si quería, podía copiarme de él, no te enojas ¿verdad?

_No –respondió rápidamente si siquiera pensar en lo que su amiga le estaba diciendo

_Después de todo, una razón menos para preocuparte... pero te lo decía porque como siempre dijimos que aprobaríamos y reprobaríamos juntas... por ahí te molestaba que te dejara sola. Pero qué bueno que no creas necesario que me siente a fracasar contigo. Igual tú estudiaste hoy, no tenías el mismo problema que yo que me senté ahí, lo juro y leí... ¡Pero no me pude concentrar ni un poco con todo lo que tenía en la cabeza!

_No creas que tuve una buena tarde... tuve mis problemas también.

_Sí, supongo que Snape te habrá tratado mal hoy. ¡Ah, lo olvidaba! Me dijo que si no tenía nada que hacer mañana en la tarde, que vaya a verlo al entrenamiento de Quidditch. Está en su equipo. ¿Teníamos algo que hacer?

_No, que yo sepa...

_Bueno, ¿quieres venir?

_No ¿para qué? Me aburre el Quidditch, y si no voy a ver el entrenamiento de mi Casa, mucho menos el de otra. Aparte tendré que estudiar. No hice nada para este examen, y tenemos uno de Pociones pronto. Lo mejor será que estudie, porque Snape buscará cualquier excusa para reprobarme...

_Claro. Es buena idea. Entonces, yo iré a ver el entrenamiento de Nícolas. Debe ser bueno si está en el equipo, pero la verdad es que no parece muy atlético. Pinta más de chico ñoño, que de deportista... es Golpeador. Le gusta la violencia. Es raro, porque te juro que de lejos no lo parece, pero dice que es aliviante cuando golpea una Bluddger con todas sus fuerzas. Le pregunté si alguna vez una lo había golpeado y me dijo que sí, pero que no le molestaba, le gusta ver que puede resistir el dolor físico ¡es todo un hombre!

_O todo un masoquista...

_Sí, eso también puede ser...

Comenzaron a ponerse sus respectivos pijamas.

_¡Lo que todavía no puedo creer es cómo estuvo tanto tiempo delante de mí y jamás o había visto! ¡Va a nuestro Salón en todas las materias! Menos Adivinación, me dijo que El toma Aritmancia, y Pociones. Pero en Pociones siempre entra cuando yo salgo y se sienta en nuestro banco... ¡Pude cruzarlo miles de veces!

Hannah se quedó hablando con Chloe un momento. Hasta que ella, tras mirar el reloj, dijo:

_¡Uy, es tarde! Tengo que dormir bien, no quiero tener ojeras mañana en el desayuno ¿A ti como te fue hoy?

Ann sabía que había llegado el momento de contarle a su amiga todo lo sucedido, pero... la verdad era que no tenía ganas de hablar. Sintió que era importante para Chloe dormir en ese momento que escuchar lo que ella tenía que decir. Después de todo, podía contárselo en el almuerzo al día siguiente, o después del entrenamiento de Quidditch, o ese fin de semana cuando fueran a Hogsmeade a comprar más caramelos e investigar esa vieja casa que no había visto la vez anterior.

_Bien.

_¿No pasó anda con Snape hoy? –inquirió Loe en un bostezo.

_No, nada importante. Que duermas bien –dijo, y apagó la vela.

_Igualmente.

Hannah dio muchas vueltas en su cama y no logró conciliar el sueño. Le había parecido una eternidad, pero en realidad no fue tanto. Decidió que cuanto antes averiguara qué sucedía, antes podría sacar todo es embrollo se su cabeza. Se levantó, tomó su mochila donde aún estaba el diario, y fue a la Sala Común. Pero allí encontró aún a Summer que estudiaba. Esta levantó la cabeza y le sonrió al verla. Estaba sola. Ann bajó las escaleras y se sentó en uno de los sillones. No sabía que iba a decirle, de hecho, había olvidado por completo que ella estaría allí.

_¿Y? –preguntó- ¿Cómo estás ahora?

_Mejor, gracias.

_¿Quieres hablar?

_No, bajaba a estudiar. Yo tampoco hice mucho para la prueba de mañana. Pero también quería agradecerte por tu preocupación de hoy. Siempre es bueno saber que se puede contar con la gente aunque uno no espere. Pero por ahora prefiero no hablar...

_Te entiendo.

_Te juro que no es nada personal, es sólo que es una historia muy larga... Desde primer año, más o menos.

_¿Hablas de tu extraña relación con Snape?

Hannah se quedó perpleja. Debía mentir, pero sentía que esa pregunta era más bien una afirmación, y que lo mejor sería decir la verdad.

_Sí.

_Aja, lo sabía.

_¿Qué sabías?

_Nada en verdad, es solo que... cada vez que se encuentran... siempre uno de los dos termina con un gesto muy evidente de alteración. No sé por qué, pero se nota que ahí hay corto circuito –reflexionó Summer-. Pero prometo no decir nada, igualmente, no soy de esas personas que les gusta contar los problemas ajenos. La otra vez que dije eso en el desayuno, fue porque no pensé lo que decía, era una broma.

_Pues quise matarte.

_Lo supe, por eso te seguí el juego después.

Silencio.

_Ya que no tienes ganas de hablar. ¿Estudiamos juntas?

_Está bien.

_Yo pensaba copiarme de mi compañera esta vez, pero como no estudió nada va a fingirse enferma...

_Yo tampoco tengo con quien sentarme... si quieres podemos sentarnos juntas. Así si una olvida algo, la otra puede ayudarla.

Summer le sonrió con dulzura y serenidad.

_Hecho.

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