lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 32 --- Comenzar de nuevo

_Parece que alguien pasó la noche fuera de su Sala Común...

Summer y Chloe acababan de entrar a la habitación, dónde sólo estaba Sarah leyendo un libro. Ella se limitó a mirarlas.

_Ese mismo alguien, que no fue a la clase de Cuidado de los Seres Mágicos... –continuó Sum.

_No estaba de humor, chicas... ¿bien?

_Eso lo entendemos más de lo que crees, y da la casualidad de que nosotras tampoco teníamos humor de ir –Loe le sonrió-. Aunque ya tengo más faltas que presentes... –se quedó pensativa.

_¡Pero vamos! –la animó Summer sentándose en la cama con ella- ¡Cuéntanos! Digo, ni tú ni Snape bajaron a cenar ayer... y tú no regresaste a dormir. Nos quedamos toda la noche abajo en los sillones esperándote... es más que obvio que te quedaste con él.

_Así que, por favor, cuéntanos –comenzó Loe-. Trata de omitir todos los detalles grotescos de tú haciendo cochinadas con él, porque Chloe se va a traumar... y sí, a Chloe le gusta hablar en tercera persona.

_No hubo cochinadas, sólo hablamos de nuestra situación, fin –explicó Sarah.

_¡Ann!

_¿Qué?

_¡Que no puedes pretender que me conforme con esa historia! Hace un par de días, estabas completamente loca de angustia porque pensabas que Sarah iba a regresar...

Ese comentario hizo que Sarah se pusiera bastante nerviosa. Sabía que no podía contarles la verdad a sus amigas, porque ya nada sería lo mismo, pero no se había dado cuenta de que sus amigas recordarían por siempre, ese año en el que intentaron resolver un misterio y no lo lograron... cuando en realidad ya todo estaba resuelto.

_Bueno, es cierto. Lo siento. De verdad tenía las esperanzas de que ella regresara. Y estaba segura de que, si hubiera descubierto qué eran esos garabatos a tiempo, la habría encontrado.

_O tal vez no... –intentó consolarla Summer.

_¡Sí, la hubiera encontrado! -“Es más, la encontré, está muerta... y aquí discutiendo contigo”, agregó en sus pensamientos.

_Summer... –siguió Chloe-. Es Hannah, a ella la consuela más tener razón en su fracasado, que creer que no fracasó y no tener la razón.

Sarah no dijo nada.

_Por favor, chicas. Ya nunca sabré “que hubiera sucedido si...”, así que por favor, no hablemos de Sarah y su paradero nunca más... ya no me interesa saber qué fue de ella.

_Bueno. Está bien. De todos modos, ya no era divertido y te estaba trayendo más lágrimas que sonrisas. Ahora dinos... ¿cómo fue que pasaste de decirle a Snape “seamos solo profesor y alumna” a volver a su despacho y hablar del tema?

_No lo sé –comenzó lento, para tener tiempo de pensar cómo les diría las cosas... y sobre todo, qué les diría y que no-. Fue todo muy confuso.

Esa frase vacía de información, siempre le había resultado excelente a la hora de hacer tiempo para inventar mentiras. Y esa vez, no sería la excepción.

Se quedó pensativa y las chicas expectantes.

_Anoche fui al despacho de Dumbledore, a hablar con él sobre Sarah. Le conté todo lo que había sucedido, que había estado investigando, pero que no había podido resolverlo a tiempo. El me dijo que no me preocupara, que si Sarah pensaba regresar en algún momento, lo haría independientemente de que yo resuelva este misterio.

_¿Viste? ¡Eso es lo que yo digo!

_Bueno y... nada. Hablé con él un rato, y al salir de ahí me encontré con Snape. Nos pusimos a discutir... ya ni sé por qué. Entonces... silencio. Y... me dijo que no podríamos terminar bien todos los años que me quedaban aquí, y que teníamos que llegar a una solución. Y fuimos a su despacho y nos quedamos hablando de todo... absolutamente todo. Desde que entré aquí, hasta hoy. De ahora en adelante trataremos de no hacer corto circuito –mintió.

De seguro, no era la clase de historia que las chicas esperaban, porque la mayoría de las peleas entre ellos, no eran para buscar una solución, siempre era para intentar dominar el uno al otro, y les resultaba extraño escuchar de golpe, que a alguien como Snape le preocupaba pelearse con una alumna... y más, con esa alumna.

_¡Uau! –exclamó Summer- ¡Jamás hubiera esperado eso de él! ¡Cómo se nota que le importas!

Tal vez a Hannah, como Hannah, le hubiera interesado el comentario, pero a Sarah como Hannah le dolió bastante. Trató de ocultarlo y volvió a la lectura.

_¿Y cómo fue?

_¿Qué cosa?

_La conversación, Ann.

_Ah... normal. O sea, hablamos como dos adultos. Lo cual, es aún más asombroso que todo lo anterior.

_Seguro que sí. Pero lo que me interesa saber es... ¿qué sentiste al hablar con él?

_¡Qué se yo! Fue confuso. Sentí cosas muy distintas durante toda la charla... pero no podría definirte ninguna.

_¿Lo sigues queriendo? –preguntó tímidamente.

_No lo sé. Creo que no. Es como dice Chloe –odiaba darle la razón, incluso siendo Sarah, y más si lo hacía de mentira-. Me gustaba porque es enigmático. Ahora que lo conozco, no me atrae tanto –“demonios... la última vez que le mentí tanto a mis amigos, terminé transparente en esta misma cama... momento... ¡Esta misma cama! ¿Será posible que las dos veces que fui alumna de aquí me toco la misma maldita cama que tiene una pata coja?”

_¿Qué sucede?

_¿Por?

_Porque tienes esa cara de indignación...

_Ah... no, es solo que me molesta que esta cama esté rota... buscaré algún conjuro para arreglarla más tarde.

Se quedaron en silencio unos instantes.

_Bueno, ya que nos sobra media clase de Cuidado de los Seres Mágicos... ¿vamos a dar una vuelta? Supongo que hoy pasarás todo el día con Aidan así que...

_Sí, vamos.

* * *

Todo el día con Aidan. Ese era otro pensamiento que daba vueltas por su cabeza.

El tiempo que había estado hablando con él en el desayuno, le había agradado bastante. Es decir, que aunque su nombre y su historia se hubieran dado vuelta de la noche a la mañana, aquel muchacho de ojos dulces seguía resultándole cautivador.

Se sintió cómoda, y de a ratos olvidó su emocionalmente agitada noche. Se había despedido de él diciéndole que no había dormido bien, y que descansaría hasta la tarde. Que se vieran en la noche, porque ella debía prepararle una sorpresa.

Luego de dar una vuelta con sus amigas, regresó a su cuarto, e intentó dormir. No pudo, siempre había algo que la molestaba. Primero, la luz (cosa que jamás le había importunado el sueño). Luego el calor, se destapó; le agarró frío, y se tapó nuevamente. Le costaba respirar, abrió las cortinas... la luz de nuevo.

Dio vueltas y vueltas, y todas las posiciones le resultaban incómodas. Trataba de pensar qué sorpresa le prepararía a Aidan, pero sus pensamientos siempre regresaban a las mazmorras. Después del almuerzo tenía Pociones, pero no iría. No tomaría ninguna clase de ese día exceptuando Transformaciones, ya que la profesora McGonagall le había llamado la atención varias veces, por faltas injustificadas y por las llegadas tarde.

Fracasando con todo éxito a la hora se intentar dormir, se levantó resignada, buscó unos pergaminos y un tintero, y bajó a una de las mesas de la Sala Común. Con un sencillo conjuro tiñó los pergaminos de distintos colores, y lo mismo hizo con la tinta. Hizo una carta dulce, tierna y decorada para Aidan, y luego bajó a las cocinas a hablar con los elfos.

Les preguntó si podían hacerle un pequeño favor, y ellos accedieron encantados de tener un poco más de trabajo. Terminó todo eso a tiempo para ir a buscar a las chicas al aula de Pociones e ir con ellas a la siguiente clase.

Lógicamente en la puerta se encontró con Snape, cruzaron significativas miradas, pero lo ignoró y se dirigió a las chicas. Ellas se alegraron se verla de mejor humor que antes y Sarah les mostró la carta que había hecho para Aidan.

_¡Te quedó hermosa! –opinó Chloe, y la carta pasó a manos de Summer.

_¡En serio, es muy linda! –opinó Summer, y la carta pasó a manos de...

_Así que en esto empleas el tiempo que te ahorras con mi clase... –ya sabemos quién dijo eso, así que continuemos-. Me parece que usted, señorita Coleman, no entiende las dificultades que este tipo de irresponsabilidad puede traerle, y me parece que debemos charlar al respecto, si es tan amable de acompañarme al salón... –le hizo un gesto de que lo siguiera y entraron al aula.

Es obvio que Sarah no es ninguna estúpida, y que había bajado a las mazmorras a ver a Snape, con la excusa de buscar a las chicas. Si ella de verdad quisiera esquivarlo, no iría a los lugares de encuentro seguro... en los horarios de encuentro seguro.

Snape dejó la carta sobre su escritorio, cerca del alcance de la mano de Sarah, quien estaba de pie frente a él. Severus ya se había sentado en su silla y no decía ni una palabra. Ella lo evitaba y tenía sus ojos fijos en la carta.

_Tómala. En lo que emplees tu tiempo no es asunto mío –dijo él-. En realidad te traje para darte esto –sacó el diario del cajón-. Hannah me lo dio porque pensaba que me pertenecía a mí más que a ella. Pero... dadas las circunstancias, es mejor que tú lo tengas. A fin de cuentas, es tuyo.

_Gracias –se limitó a decir.

Estuvieron unos segundos en incómodo silencio.

Era obvio que si Severus hubiera estado en contra de la estúpida excusa, que ella había puesto de mostrar la carta a sus amigas para bajar a las mazmorras después de clase, la habría echado, o se habría burlado.

Pero ahí estaba, mirándola sin decir nada. Ella por su parte, podría haberle preguntando si eso era todo, y se hubiera ido. Pero no. Ahí estaban ambos en completo silencio, y ninguno de los dos quería dar el primer paso para terminar ese momento. Después de todo, esa sería la única situación en la que podrían estar juntos en adelante.

_¿Lo leíste? –preguntó ella.

Era por hacer conversación, porque a fin de cuentas, no le interesaba su respuesta.

_No.

_¿No?

_¡No! ¿Qué acaso necesitas un dibujo para comprenderlo?

_No, es sólo que me extraña.

_¿Qué cosa? –preguntó, esta vez, de buen modo.

_Que no te haya dado curiosidad.

_Hasta anoche creía que eras una mentirosa que me había engañado, mentido y estaba amargado de que a pesar de todo jamás pude olvidarte. Lo que menos quería, era leer cómo era que me habías engañado y lo mucho que te había gustado hacerlo. Ahora sé que nada de eso fue verdad, pero... no vale de nada leerlo.

_¿Por qué lo guardaste?

Silencio.

_No lo sé –mintió.

Si bien estaba ablandado desde que sabía que Sarah estaba con vida y de pie junto a él, no estaba tan blando como para decir “porque era lo único de ti que me quedaba”. Ella no insistió.

_Quédatelo –le dijo, como si hubiera leído los pensamientos de Severus.

_¿Por qué?

_Porque las chicas me preguntarán por qué me lo regresaste, y no sabría qué decirles así que...

_Pero...

_Tómalo como un regalo, Severus, después de todo... fuiste la persona que más me conoció, al menos en una de mis vidas –sonrió amargamente-. Me tengo que ir a Trasformaciones... la profesora McGonagall está enojada conmigo porque siempre llego tarde, y ya me dijo que me castigaría.

_Yo debería tomar las mismas medidas... no recuerdo cuándo fue la última vez que viniste a dos clases consecutivas. Pero dile que yo te demoré, que hablaré con ella de todos modos.

_Gracias.

_Y deja de faltar a mi clase. Ya no somos dos alumnos de Hogwarts, Sarah, ahora tengo poder de reprobarte –le sonrió.

_¡No me repruebes Defensa Contra las Artes Oscuras! ¡Ah, lo olvidaba! ¡No conseguiste ese puesto! –retrucó ella con sarcasmo. Le encantaba hacer alusión a esa debilidad de su profesor.

_Afilada como siempre... –reconoció él, sin asombro-. Puedes irte.

Y Sarah se fue, tras tomar la carta para Aidan.

Mientras caminaba, pensaba en el diálogo amigable que acababan de tener, y le agradaba saber que las cosas estaban, de a poco, volviendo a su sitio, pero en un sano equilibrio.

Antes de que todo eso se supiera, él la odiaba por ser su sobrina, pero ahora que sabía que además de eso era su ex novia muerta en sus brazos, la trataba decentemente. Tal vez podrían tener una relación de amigos a pesar de todo. Lo que ella no sabía, era si eso facilitaría que se olvide del amor que aún sentía por él, o si lo haría aún más difícil.

Entró al Salón de Transformaciones, y como era se esperarse tuvo que rendir cuentas con McGonagall, quien le dijo que si bien esa llegada tarde quedaba justificada, eso no cambiaba que no lo estuvieran todas las anteriores, así que no se pudo librar de un castigo.

A pesar de que su día había sido bastante largo, y comenzaba a sentir el cansancio de haber pasado la noche en vela, decidió hacer algo que no quería posponer: ver a Dumbledore.

_Adelante –dijo la voz del director desde el otro lado de la puerta, ella entró.

_Hola, Albus –saludó con voz temblorosa.

El le dedicó una profunda mirada. Era una situación bastante extraña y ella no había podido imaginarse cómo sería verlo de nuevo.

_Hola, Sarah... ¿o prefieres que continúe diciéndote Hannah?

_“Sarah” está bien. Severus me llama así ahora.

_Lleva años sin poder oír o pronunciar ese nombre, me llama la atención que decida hacerlo... ¿cómo reaccionó al verte?

Tomó asiento frente a él. Sintió veinte años pasarle delante en un segundo, y recordó lo extraña que se sentía al entrar en aquel despacho cuando era Hannah, y ahora entendía por qué.

_Primero, no sabíamos qué hacer. Luego, no sabíamos cómo hablar. Después, no sabíamos a dónde queríamos llegar. Y por último... no sabíamos cómo despedirnos.

_Era una situación predecible, supongo.

_Sí, al menos para ti. Cuando hice todo esto, lo que menos pensaba era que las cosas saldrían de este modo. Tal vez lo odiaba tanto en ese momento que trasladaba esa misma sensación al futuro, pero no pensaba que nacer de nuevo, implicaba... ser... yo. Es decir, ya no quiero vengarme. No tengo por qué hacerlo. Eso traería más dolores del pasado, y ya que tengo una nueva vida, no quiero arruinarla con eso. He descubierto que el Maleficio de la Venganza no tiene el menor sentido... ¿qué clase de persona cuya vida fue arruinada, querría arruinar una segunda?

_Una que odie. Llámalo como quieras Sarah, pero un día tendrás que admitir que jamás llegaste a odiar a Severus.

Ella se sorprendió, realmente pensaba que el profesor no respondería porque creía que no existía respuesta.

_Sarah, lo que tenías era resentimiento amoroso. Estabas frustrada, enojada, decepcionada y dolida. Eso al nivel que tú lo sufrías, puede confundirse con el odio, pero no lo es.

Reinó un silencio reflexivo, y luego el profesor continuó.

_No quería que hicieras el Maleficio de la Venganza, porque yo no opino de la muerte del mismo modo que tú lo hacías. Tú le temías. Pero por otro lado, si lo hacías... yo tendría garantizado que estarías aquí de nuevo. Sarah, te repito lo que te dije hace casi catorce años: has sido como una hija para mí.

_Tú has sido como un padre para mí, Albus... –confesó-. Al menos en mi otra vida, porque para esta estás aún más cerca de ser mi abuelo.

El se rió.

_¿He envejecido mucho?

_No... al menos no de espíritu.

Alguien tocó la puerta. Era McGonagall.

_¿Sí, Minerva?

_El Ministro ha llegado.

_Estaré abajo con él en unos minutos.

Ella asintió y se retiró.

_Debo irme, Sarah. Hoy sacrificarán a Buckbeack y le prometí a Hagrid que estaría con él.

_Está bien, Albus. Hablaremos luego –dijo, e intentó poner cara de víctima.

_¿Sucede algo? –preguntó Dumbledore simulando que le creía.

_Estoy algo deprimida –continuó ella.

_¿Hay algo que yo pueda hacer?

_Sí –dijo Sarah, cambiando repentinamente el tono-. Cancelar con alguna excusa todas las clases de Astronomía de hoy... cumplo Mes con Aidan y quería ir ahí con él.

_Es contra las normas, Sarah.

_Sí, el Maleficio de la Venganza es ilegal, y reencarnar va contra todas las leyes de la naturaleza... así que se podría decir que he quebrantado cosas más importantes... ¿qué habría de malo en esto?

_Que hallas hecho cosas más graves, no quiere decir que esto quede justificado. No lo haré. Vuelve a tu Sala Común a estudiar. Quiero que te portes bien y que al menos esta vez sí termines el colegio.

_Muy chistoso, Albus –fue su sarcástica respuesta.

* * *

El director había frustrado su plan nocturno, así que ahora debía pensar en otra cosa romántica para hacer con su novio. Eran las siete de la tarde, así que tenía cerca de dos horas para pensarlo, y además tenía que cambiar la carta, ya que en ella lo invitaba a algo a lo que Dumbledore al final no había accedido.

Fue a buscar a Aidan, y no tardó en encontrarlo. Sabía que él estaría en la biblioteca, porque se aproximaban sus exámenes, así que no tuvo que hacer más que recorrer un par de estanterías. El se alegró mucho al verla.

_¿Vienes a darme la carta que me prometiste?

_No, vine a decirte que tendré que dártela más tarde porque me di cuenta de que tiene un pequeño error.

_¿Uno tan importante?

_Sí. Lo suficientemente importante como para que la carta no me sirva y todo esto me funcione de excusa para venir a verte.

El le sonrió y la beso.

_Tú no necesitas excusas...

_Déjame decirte cosas tiernas de vez en cuando, eres tan dulce que a tu lado yo parezco una bruja.

_Eres una bruja –se burló él.

_¡En el sentido muggle! –se sonrojó.

_Lo sé –la besó de nuevo-. Me encanta que estés así, porque estos últimos días estabas algo... gruñona.

_Lo sé y lo siento... no sé que me pasaba.

_¡Esto es una biblioteca! ¡Si quieren hablar, váyanse a otro lado!

Sin decir nada él juntó sus cosas y salieron de allí.

_¿Te diste cuenta de que siempre que Madame Pince dice eso, aparece como de la nada?

_Sí, es cierto. Lamento haber terminado tu estudio.

_No te preocupes. Hace un mes que sé que hoy es nuestro mesesario, así que en realidad programé mi estudio para tener este día libre. Decidí usarlo porque tú te sentías mal y necesitabas descansar.

_¿Ves que siempre eres demasiado tierno?

_Para ti nunca se es demasiado... –la besó con amor, y la abrazó dulcemente- Te noto distinta –le dijo cuando la soltó.

_¿A qué te refieres?

_No lo sé, estás rara.

_¿Rara mejor o rara peor?

_Rara mejor. ¿Te cambiaste algo? ¿El pelo?

_No, nada.

_Debe ser alucinación mía.

Pasaron un corto rato juntos, y luego ella volvió a la Sala Común para rehacer la carta y ver si se le ocurría algo nuevo. Cuando llegó, vio que había bastante gente charlando animadamente y Chloe y Summer se acercaron a ella.

_¿Qué sucede? –preguntó mirando alrededor.

_¡El hipogrifo escapó!

_¿QUE?

_¡Que escapó, nadie sabe cómo!

_¿Hace cuanto?

_Cerca de una hora...

_¿Culparon a Hagrid?

_Creo que no. Pero no podría asegurarlo.

_¿Y hay tanta inquietud, sólo por eso?

_No, no es sólo por eso –continuó Summer-. Parece que los Dementores están alborotados, y se rumorea que eso tiene que ver con la cercanía de Sirius Black.

_¿Sirius?

_¿Sólo se vieron una vez y ya lo llamas por su nombre? –preguntó Chloe, quien no dejaba pasar nada.

_No, es que yo...

_Era un chiste, Ann. ¿Cenarás con Aidan al final?

_No lo sé, temo ser interrumpidos por alguna clase de Astronomía. Si no se me ocurre nada lo pospondré –se lamentó.

_Al contrario –le sugirió Summer-. Las clases de Astronomía son a partir de las 9. Si te vas con él ahora, pueden besuquearse un rato, cenar tipo 8 y media, y besuquearse solo un poquito más antes de salir huyendo.

_No es mala idea... ¿Qué hora es?

_Las ocho.

_¡Adiós!

4 comentarios:

  1. Hey, te tengo una pregunta que ojala no te fastidie: ya no abra tercera parte?

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  2. Creo que es seguro decir que ya no habrá más historia pero es justificado cuando se pierde el interés es muy difícil recobrarlo. Pecosa, si lees esto, hiciste un buen trabajo. Espero que sigas escribiendo y poder leer otra de tus historias.

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  3. Hola a los tres, y disculpen la demora en contestar. No me llegan notificaciones de esto, y la verdad cuelgo bastante.
    En principio, gracias por haber leído. Esta historia creció conmigo, y le tengo muchísimo cariño. Me encantaría sentarme horas y horas a escribirla, como hacía cuando estaba en el secundario. Pero la verdad es que trabajando la cantidad de horas que trabajo (11 al día) y que aún estoy cursando en la universidad, me es imposible encontrar tiempos en los cuales escribir, y a veces pasan dos meses y todavía no cerré un capítulo.
    No quería postear nada de la tercera parte en tanto no estuviera completa. Pero a cualquier de ustedes que quiera leerla, le puedo pasar al menos 15 capítulos para que me digan qué opinan al respecto.
    Al mismo tiempo, la tercera parte es muy difícil porque tengo que pensar bien los ensambles con la primera y segunda parte, para que no me queden cabos sueltos...
    Si les interesa, me pueden buscar en Facebook y se las mando.
    http://www.facebook.com/Pecosamaili
    ¡Nos leemos por ahí!

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