lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 22 --- Amantes

_Señor Patterson, tenga por seguro que le informaré de esta situación a la Jefa de su Casa. Retírese. Señorita Coleman, usted se queda. Tenemos que hablar de su penoso trabajo de hoy.

_Te veo luego -murmuró el muchacho antes de marcharse.

Snape le hizo a Hannah un gesto de que lo siguiera y entraron al salón. El se sentó en su silla y ella en el escritorio. En otra circunstancia él le hubiera dicho que se quitara, pero en ese momento su mente le estaba jugando el sucio juego de repetirle el beso de los chicos una y otra vez. ¡Son niños de trece años! ¡¿Cómo iban a estar haciendo… esas… cosas?! ¡Y delante de él! ¿Era una burla?

_¡No puedo creerlo! –dijo exasperado- ¡Esta poción es peor que mediocre! ¡Está verde! ¡Le falta cocción! ¡Por la textura se nota que las semillas no están bien molidas!

Hannah estaba quieta, observándolo decir ese montón de cosas. No iba a defender su poción, en ese juego de “todo” o “nada”, su calificación era lo que menos le importaba. Sabía bien que no era el trabajo el problema, no era más que otra lucha de poder, de dominio, en la que él anteponía su rol de profesor a sus pensamientos… o peor, sus sentimientos.

_¿Qué pasa? –gruñó, al verla tan callada.

_Nada, tú sigue, yo te escucharé, pero la verdad es que todo esto me parece absurdo.

_¿A qué te refieres?

_Si el problema es la poción, repruébala y listo. Ponme un cero. No veo por qué tengo que escuchar esto, si es más que obvio que no le das tremendo discurso a cada uno de tus alumnos que hace un pésimo trabajo –explicó con serenidad.

_Es que esto es peor que pésimo. Ni Longbottom ha hecho algo tan malo ¡Y mira que lleva tres años proponiéndoselo! Este trabajo –agitó el frasquito-. Amerita esta conversación.

_En realidad tienes razón. Desde el comienzo supe que jamás progresaría, no sé por qué lo seguí a pesar de todo.

_Es la primera cosa sensata que has dicho.

_Al menos delante de ti –retrucó con calma.

No supo por qué, pero se vió invadida por ganas de llorar, como si se estuviera despidiendo de alguien. Se contuvo, dejó escapar un suspiro y prosiguió.

_Por eso mismo, haré otras prociones. Pero las haré bien desde el principio.

_Pero que las próximas salgan bien, no va a remediar que esta haya salido mal. No puedes seguir adelante dejando esta inconclusa.

_Pero no tiene sentido terminarla… no lo tiene –dijo ella mirando el frasco que Severus había dejado en la mesa-. Ya está, salió mal. Y como bien dijiste, no tiene arreglo.

Hubo una mínima fracción de segundo en que las miradas que intercambiaban se intensificaron. Ambos se habían perdido en ese laberinto de palabras, y de pronto recordaron quienes eran, dónde estaban, y Snape, además, recordó qué era lo que lo tenía tan enojado.

Frunció el entrecejo y dijo:

_¡Pero tú no lo decides! ¡Yo soy el profesor y quiero esta poción rehecha para mañana por la mañana! Vendrás y me la dejarás sobre el escritorio a las nueve de la mañana.

_¡Pero no tengo tiempo! –replicó ella enojada también.

_Si tienes tiempo para andar por ahí besando muchachitos, tienes tiempo para hacer trabajos de Pociones.

_¡Claro! –dijo Hannah con disimuladísimo sarcasmo- ¡Es más! ¡Puedo hacer esa Poción y mientras besarme con Aidan para ahorrar tiempo!

Y salió con paso firme de la mazmorra, pegando un portazo al salir, tras el cual todo quedó en completo silencio. Afuera del aula había alumnos esperando por entrar.

Nícolas se acercó a ella y le preguntó:

_¿Cómo estás?

_Con un malhumor increíble… me acaba de dejar tarea extra.

_¡Muy feo eso!

_Igual, tú estás peor que yo.

_¿Por qué?

_Porque al menos yo voy de salida… a ti te quedan tres horas para soportarlo –rió Ann.

_¡Muy bien, niña! ¡Me contagiaste tu malhumor! Ahora, lo menos que puedes hacer por mi, es darle esta carta a Loe –le extendió un papel y ella lo guardó en su túnica.

_Bueno, listo. Nos vemos.

Y comenzó a caminar de regreso. Tras una corta distancia, los chicos ya habían entrado al salón y todo había quedado en completo silencio. Hannah caminaba lentamente por el corredor. Ansiaba tanto ver a Aidan…

Cuando estaba con él, todos sus problemas e inquietudes parecían disiparse. Sentía cosquillas en la panza y no podía evitar sonreír. Pero cuando él no estaba cerca, su mente regresaba a Snape, y le temblaban las piernas, las manos… sentía unas inmensas ganas de llorar y de correr a sus brazos.

Ella comprendió que había dos amores completamente opuestos conviviendo dentro de ella, y que tendría que elegir uno de los dos. Pensó nuevamente en Severus. Era tan difícil contenerse…

La conversación se repetía en su cabeza como una grabación, sólo se escuchaba el ruido de sus pasos, y los útiles del colegio retumbando en la mochila.

Lágrimas comenzaban a bajar por su rostro, en un llanto sereno y silencioso. Aunque a veces él demostraba lo contrario, Ann sabía que si se alejara, él jamás iría a buscarla. Le molestaba, y sobretodo le dolía, saber que podría fugarse de su vida y que él jamás lo notaría; y que en contraposición, si él se fuera, ella lo sufriría por el resto de su vida.

Se imaginó yéndose de Hogwarts y a él revolviendo un caldero como si nada, y las lágrimas se hicieron más. El dolor era demasiado. Caminó unos pasos y luego frenó. Con decisión, se secó las lágrimas tras un débil sollozo, acallado por la voluntad.

Fue ese el momento en que comprendió que si quería lo mejor para ella, tenía que dejar todo lo relativo a Severus Snape, enterrado en lo más profundo de su ser.

Por primera vez en mucho tiempo, Hannah sintió comprensión hacia su hermana. Había estado en condiciones poco mejores a esas, y así como ella en ese momento elegía a Aidan, Sarah había elegido a Sirius. ¿Y qué importaba si se lo había dihco a Severus o no? ¿Qué le importaría a Severus lo que haría con su vida? Después de todo… ella había sentido que él ya no la amaba, que le daba igual. Ann se sentía tal como Sarah, que había llorado de la misma manera, por el mismo hombre, tantos años antes.

_¡Ann! ¿Dónde estabas? ¡Vimos el beso!

_¡Correo! –gritó ella dándole la carta a Loe-. Firme aquí –agregó.

Chloe agarró su pluma y escribió la mano que su amiga le extendía.

_Severus me retuvo… para hablar de mi poción.

Summer y Chloe intercambiaron miradas significativas.

_¿De… tu poción? –se extrañó Sum, y Loe y Ann sabían que venía un análisis de esos que solo ella podía hacer.

_Summer, antes de que digas algo, déjame que te cuente cómo fue la conversación.

Hannah narró la confusa charla sobre su poción… ¿o su relación? Summer, obviamente, dijo que había sido una estrategia involuntaria para hablar del tema sin hacerse responsable, porque siempre podría decir “¿Qué pensaste? ¡Yo estaba hablando de tu trabajo!”, ya que era la única manera en que él tendría escudo para decir lo que sentía. Pero claro que Snape no lo había pensado, había sido un truco de su mente.

A Hannah eso le parecía demasiado imposible… ¿Cómo nuestra propia mente podía engañarnos? Pero lo cierto era que algo de sentido tenía.

_...de modo que en realidad lo que hicieron fue asumir que cada uno seguiría su camino. El te dijo que la relación de ustedes había estado mal desde el principio, pero que no podías seguir con Aidan y dejar por la mitad lo que habías empezado. Claro que sí puedes… pero él no quiere que lo hagas.

_¿Sabes que pasa, Sum? Todo lo que dices suena maravilloso, pero no tiene sustento en los hechos sino solo en las palabras. Entonces no es algo lo bastantemente fuerte como para que yo tome una decisión en base a eso… son solo… especulaciones. De todos modos si fuera verdad, está sumamente equivocado si cree que voy a ser su amada virgen y pura el resto de mi vida. Es injusto pensar que porque él no quiere estar conmigo nadie más puede hacerlo.

Summer asintó, Chloe negó.

_Para mí, perdón no, pero… no es que él te quiera. Es solo… capricho. ¿Vieron cuando a un nene le regalan un auto verde y lo deja porque no le gusta el color, pero cuando otro nene lo quiere inmediatamente se pone a llorar y lo agarra? Bueno… para mí es solo eso: un capricho de nene orgulloso.

_¡Claro! –dijo Summer- El famoso “si yo no lo puedo tener, no lo tendrá nadie”. El esta enamorado de Ann, pero…

_No, no enamorado, encaprichado.

_¡Vamos, Loe! ¡Es un hombre grande! ¡Si fuera sólo un capricho él podría manejarlo! Es obvio que se trata de algo más fuerte…

Ann miraba a una y a otra como si fuera un partido de tenis.

_¡En todo caso un capricho fuerte! ¡Porque sobreprotege a Hannah como si ella fuera Sarah!

Ann se puso de pie.

_Bueno, chicas… me encantaría quedarme a debatir mi vida, pero tengo una poción que hacer -se acomodó la túnica y se fue.

Ella sabía que en esos momentos Aidan tenía Encantamientos, así que fue a esperar que él saliera del aula. Se sentó contra la pared, y miró el reloj. Faltaban sólo quince minutos para que saliera. Poco tiempo, pero suficiente como para que a ella le agarre un ataque de nervios y ganas de salir corriendo.

En un pergamino escribió lo que le diría, pero cuando lo leyó le sonó a estupidez de nena chiquita. Lo hizo un bollo que pasó el resto de la semana en su mochila, hasta que ella lo encontró y lo tiró.

Los chicos comenzaron a salir del salón y Hannah aún no tenía ni la menor idea de lo que iba a decirle a Aidan cuando lo viera. Pasa que en sí, le parecía tonta la idea de que le pidiera ayuda para preparar una poción.

El la vio y le sonrió dulcemente. Había unos chicos que lo seguían, estos le palmearon la espalda en señal de apoyo y como saludo, y cada uno de fue por su lado.

Los alumnos poco a poco tomaron su camino y quedaron prácticamente solos.

_Hola.

_Hola, ¿cómo estás?

_Bien –respondió, miró el piso en un silencio algo incómodo, y luego preguntó- ¿Pasó algo con Snape?

_Sí, me mandó a rehacer la poción… para mañana.

El se mordió el labio. Ella continuó.

_Y ya que es tu culpa que él estuviera enojado –le sonrió con picardía-, me parece justo que me ayudes a hacerla.

_¿Ayudarte? –se asombró-. Créeme que no es mi área, lo harás mejor sin mi ayuda. Siempre apruebo por poco…

_Está bien, entiendo –dijo Ann algo desilusionada.

_Pero si quieres puedo hacerte compañía mientras la preparas, estoy libre esta tarde –dijo rápidamente, previniendo un mal entendido-. En realidad, tengo Botánica, pero salgo a las cuatro.

_Yo tengo historia, así que no pensaba hacerla antes de esa hora. ¿Te parece si nos encontramos en el Salón de los Calderos, Sección Tres?

_¿Crees que es prudente? Digo… Algunas tardes Snape va allí.

Hannah ya sabía eso, y no podía terminar de definir si le daba miedo, o realmente le agradaba la idea de que él la viera con Aidan en sus narices.

_Sí, pero da clases hasta las seis. Ya habremos terminado cuando él llegue. Estaremos sólo con los ayudantes de materia, y los Premios Anuales.

_¡Oh! ¡No es por ofender a Gryffindor, pero no soporto al de ustedes!

_¿Percy Weasley? No te preocupes… nadie lo soporta. Así que… bueno, te veo allí. Adiós.

_Adiós.

En el almuerzo, Hannah le contó a Summer cómo le había ido con Aidan, porque Chloe almorzaría con Nícolas, ya que no tenía tiempo para verlo últimamente. Las prácticas de Quidditch de él se habían triplicado, ya que por los problemas de Gryffindor (las caídas de Potter por los Dementotes), Ravenclaw estaba cerca de ganar el Torneo de ese año. Nícolas le preguntó a Chloe si sabía algo sobre el equipo de Gryffindor y ella le dijo:

_Eh… nuestro buscador se llama Cedric Diggory.

_¡El es de Hufflepuff!

_¿Qué? ¿Nosotros no somos los del equipo amarillo?

Si había una persona con poca idea sobre los partidos del colegio, era Chloe. Así que no supo decirle nada relevante.

La clase de historia fue mucho más lenta que de costumbre. Ann intentó tomar apuntes, creyendo que si se “metía” en el tema, el tiempo pasaría más rápido. Pero no lo consiguió. Cada vez que miraba el reloj, habían pasado sólo un par de minutos.

Pensaba cómo sería esa tarde con Aidan, y se preguntaba y allá afuera en los invernaderos, él estaba pensado en ella. La ponía muy nerviosa pensar en eso, así que optó por una competencia de ta-te-ti con Summer. Gracias a eso los siguientes quince minutos pasaron lento, en vez de lentísimo.

Se escribió las manos, hizo corazones en una esquina del pergamino que tenía la mitad de los datos de la clase, y luego, se rindió y durmió. Despertó a la hora de salida. Le dolían los ojos y la espalda, pero al menos no tenía la mente perturbada por el parloteo monótono del profesor.

_¿Quieres ir al baño a lavarte la cara? –preguntó Sum.

_¿Para qué?

_Y… antes de…

_¡Verme con Aidan! ¡Dios! ¡Debo tener los ojos hinchados!

_Algo…

Fue, se lavó y secó la cara para despabilarse un poco. Luego se apresuró a llegar al Salón de los Calderos. Cuando estuvo allí, Aidan no había llegado. No quería empezar sin él, así que sacó el libro de Encantamientos y empezó a adelantar la lectura del día siguiente.

Unos minutos después, el muchacho apareció, le sonrió y le dijo:

_¡Qué cara!

Ella intentó ocultarse con el pelo, pero él siguió despreocupado.

_No te preocupes… yo también duermo en Historia de la Magia.

Comenzaron con la poción y a hablar animadamente mientras la hacían. El notó que Ann era muy precisa y meticulosa cuando hacía las cosas y eso le gustó mucho. Sobretodo porque mientras se concentraba en lo que hacía inteligentemente, podía mantener una conversación sobre cosas absolutamente irrelevantes.

_Por ejemplo… ¿Por qué llaman a este lugar El Salón de los Calderos, si cada alumno se tiene que traer el suyo? ¿Por qué no lo llaman El Salón de los Mecheros Vacíos?

El rió.

_Porque suena menos poético –contestó.

Silencio.

_Perdón por lo del beso. Si me hubiera animado en Hogsmeade no estarías haciendo esto…

_No hay problema. Snape habría encontrado otra excusa para dejarme tarea extra.

Aidan se sonrojó.

_Pero… -comenzó tímidamente- aparte de eso… ¿te gustó?

Ella le sonrió dulcemente. ¡Qué tierno era!

_Sí –respondió, levemente sonrojada.

_Genial –dijo él, y la besó rápidamente, luego agregó-. Sé que es un pregunta estúpida, pero…

_No me parece estúpida, sino todo lo contrario. Es bueno poder hablar así. Clara y directamente.

_Tienes razón.

Desde que ella dijo eso, Aidan se transformó totalmente. Hacía chistes todo el tiempo, y hablaba más, y más relajado. Era increíble la soltura que tenía cuando tomaba confianza con alguien. Parecía incluso seguro de sí mismo, y era más divertido.

Ann quedó sorprendida y eso le encantó. Lo que más le gustaba de las personas era que fueran cambiantes, que pudieran siempre tener algo nuevo. Eso explicaba su amistad con Chloe, ya que nadie sabía con qué iba a salir cada vez que habría la boca.

_Soy un desastre haciendo pociones –confesó mientras ella revolvía el caldero con una precisión que él jamás había visto-. No sé cómo haces…

_Es como cocinar, pero con ingredientes lo suficientemente asquerosos como para que un se abstenga de probar si condimentó bien.

El rió.

_Sí, pero yo no se cocinar tampoco. Tú debes cocinar bien…

_De defiendo –dijo modesta.

_¿Y sabes lavar?

_Sí.

_¿Planchar?

_Sí.

_¿Te casas conmigo? –preguntó en broma.

Ella se rió y siguió revolviendo. Cuando la poción estuvo lista, la inspeccionó minuciosamente, no quería que Snape se prendiera de cualquier detalle para hacérsela rehacer otra vez. Luego le pidió a uno de los alumnos ayudantes que le dieran su opinión, y quedaron fascinados.

_¡Es la mejor que vi! ¡No puedo creer que seas de tercero! ¡Deberías estar aquí como ayudante! ¡Eso te exime de los exámenes anuales!

_Lo pensaré.

Aidan le tomó la mano, como si quisiera recordarle que a pesar de no estar halagándola, seguía allí junto a ella.

_¡Yo nunca pude hacer una poción así y eso que siempre saqué excelentes notas con Snape!

_¿Entonces dices que puedo quedarme tranquila?

_¡Por supuesto!

Fueron a guardar las cosas, y Aidan estaba algo callado. Ella le preguntó que le ocurría y él dijo que nada, y la invitó a dar una vuelta. Ann aceptó, se colgó la mochila, y comenzaron a caminar de la mano hacia la puerta. Cuando estaban por llegar, Severus Snape entró.

Hannah soltó la mano de Aidan como si quemara, y el profesor ni la miró. Vio que su reloj marcaba que faltaban cinco minutos para las seis, pero no dijo nada. Se apresuraron a salir del lugar.

El muchacho estaba algo confundido, pero intentó tomarle la mano nuevamente, Ann se dejó y además le dio un beso en la mejilla. Caminaron y conversaron, por los terrenos y por el castillo, hasta que se hizo tarde. Entre risas y besos, regresaron a cenar.

Entraron al Gran Salón y ella le soltó la mano repentinamente. El no le dijo nada. No la conocía tanto como para adivinar qué sucedía, y creía que no podía suceder nada malo, luego del maravilloso día que habían pasado juntos. Se despidió, y fue a su mesa.

_Chicas, tengo un problema… -les anunció al tomar asiento.

_Si nos vas a decir que gustas de Aidan… llegaste tarde. Ya nos dimos cuenta solas –se burló Loe.

_No, pero más o menos algo así.

_¿Qué sucede?

_Que gusto de él, me encanta. Cuando estoy con él no pienso en nada más… pero…

_¿Qué?

_No puedo mantener poca distancia con él, delante de Severus.

_Es por lo del beso –la tranquilizó Chloe.

_No, no es eso. Hoy me di cuenta de lo que sucede. Siento que le soy infiel a Snape, con Aidan.

_¿QUE?

_Eso. Siento como si yo fuera la pareja de Snape, y Aidan fuera “el otro”. Sé que suena tonto, pero lamentablemente, el que iba a ser mi novio… se volvió mi amante…

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