lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 18 --- Hechos

_¿Vas a terminar de leerlo? –preguntó Summer.

_No –dijo rotundamente Hannah, recostada en su cama con el Diario de su hermana cerrado a su lado.

_¿Por qué?

_No lo sé. Me lastima.

Se dio vuelta dándole la espalda a su amiga. Luego de unos segundos agregó.

_No sé si quiero saber más acerca de la relación de ellos. El aún la ama, no importa lo que haya pasado, y yo nunca voy a ser mi hermana. Así que leer eso no es más que un recuerdo de lo imposible que es nuestra historia.

_¿Eso quiere decir que hoy tampoco vas a ir a Pociones?

Silencio.

_Si cambias de opinión... ya sabes. Te veo en las mazmorras.

Hannah escuchó la puerta pero se quedó inmóvil, acurrucada en la comodidad de su cama, reflexionando sobre un par de decisiones que debía tomar.

Era difícil, sí, era duro ¿pero qué cambiaría con seguir huyendo de Pociones, del profesor y llorando a escondidas? Era obvio que tenía que enfrentar todo de una vez y cuanto antes lo hiciera, más rápido lo dejaría atrás.

Se levantó, tomó su mochila y fue a la clase, para entrar y sentarse antes de tener tiempo de echarse atrás. Sabía que una vez que estuviera allí sería más fácil quedarse.

“Piensa en... no sé… palomitas” pensaba mientras caminaba, tratando de borrar de su mente aquellos ojos negros que tantas cosas le hacían sentir.

Cuando llegó, Chloe y Summer estaban en la puerta. La vieron aparecer y le sonrieron, pero la sonrisa de Summer se apagó súbitamente.

_¿Qué sucede? –le preguntó Ann.

_Ahora me tocará sentarme con Rose...

Las amigas rieron.

Fue un fuerte encuentro estar nuevamente cara a cara con el profesor en clase. Desde luego Severus notó el cambio pero no lo demostró. Todos sus compañeros, que sí habían notado que hacía semanas que ella no iba a clase, pensaron que el profesor diría algo y se asombraron al ver que, como si ella no estuviera, Snape dio una clase completamente normal.

_Trabajarán de a dos. Hagan la poción, las instrucciones están en el pizarrón –dijo.

Se sentó y Ann se aproximó a su escritorio.

_Hola –le dijo.

_¿Qué necesitas? –preguntó él con absoluta indiferencia... como poco tiempo antes no le hubiera dicho que la rechazaba solo por ser menor.

_Me preguntaba si podríamos trabajar de a tres en vez de a dos. Hoy faltó Partavi y somos impartes...

Él no la miró, esperó un momento, y luego le dijo:

_Está bien. Pero no digas nada. Ve a sentarte y yo les daré premiso dentro de un rato.

_¿Tanta cosa para que nadie se dio cuenta de que es porque yo te lo pedí?

_No es eso.

_¡Sí, sí que es!

_¡Qué no! Y para que veas... –dijo en susurro, pero luego agregó gritándole a todos- ¡Trabajarán de a tres malditas alimañas! ¡Vete a tu asiento!

Ann se levantó, y tratando de aparentar seguridad, regresó a su asiento.

_¿Cómo lograste eso? –preguntó Chloe.

_Psicología inversa –respondió Ann como si nada-. Sabría que él no podría resistirse a la necesidad de contradecirme...

Las chicas no pudieron evitar notar que Hannah estaba yendo demasiado seguido al armario de los ingredientes de las pociones. Cuando le preguntaron a qué se debía, ella les explicó que necesitaba robar algunas cosas para hacer otra poción en otro momento.

_Si quieres hacer una poción multijugos para averiguar si Draco es o no el heredero de Slytherin... llegaste un año tarde –le dijo Chloe, Summer reía.

_No.

_¿Entonces?

_Quiero hacer una poción de envejecimiento temporal.

Chloe alzó una ceja y con todo el sarcasmo de su ser, exclamó:

_¡Por supuesto! ¡Qué divertido! ¡Quiero ser vieja para probarme bikinis y ver lo mal que me van a quedar dentro de 60 años!

_¡No tan vieja!

_¿Cuánto más vieja?

_Sólo algunos años... –dijo ella.

Sus amigas lo comprendieron enseguida.

_Hannah... si estás pensando hacerte crecer el pelo con un conjuro, robar ropa de la casa de Snape y Sarah y hacerte pasar por tu hermana para ver si Snape volvería con ella para aprovecharte del parecido que tienen ustedes, desde ya te digo que es mala idea... –le dijo Summer.

Ann la miraba sorprendida.

_¡No! ¡Jamás haría eso! –se sinceró-. Es más... no se me había ocurrido hasta que lo dijiste. En realidad, si lo pienso mejor... no es tan mala…

_No lo pienses, nada bueno saldrá de ahí –le advirtió Chloe-. ¿Pero para qué es la poción?

_Quiero envejecer cinco años para que Severus vea como seré dentro de un tiempo. Ahora me ve de trece y me ve muy nena. Cuando yo sea más grande la diferencia no será tanta.

_La diferencia será igual –terció Summer-, tú no cumplirás años más rápido que él. A lo sumo se notará menos, pero no lo creo. Eso sólo pasa cuando la diferencia es de diez años… ¿pero veinte?

Entonces Loe sonrió con picardía:

_¡Ah, claro! ¡Estás mintiendo con todo esto, para darme pie a que diga muchas cosas graciosas, ¿no?! –se quedó esperando, Hannah no dijo nada-. Estás mintiendo... ¿NO? –reiteró Chloe un tanto alarmada.

_Niñas, si no se callan ya mismo, le descontaré a Gryffindor veinte puntos más de los que les descontaré ahora por estar hablando...

Parecía un regaño normal, pero no lo era. Su mirada ignoraba el rostro de Ann, pero no había pasado por alto una cosa. Además del claro hecho de que tras su pura palabrería, no había descontado ni un punto.

Cuando terminó la clase, dijo:

_Las pociones en mi escritorio, señorita Coleman, usted no irá a ningún lado.

Cuando un alumno roba cosas del armario, es un mal momento para que un profesor lo haga quedarse después de hora. No importa si se trata de Lupin o de McGonagall, lo que vendría no podía ser bueno de ningún modo.

Los alumnos terminaron de guardar sus cosas en sus mochilas, y de etiquetar las pociones que pondrían en el escritorio del profesor. Hannah estaba parada esperando que todos se fueran. Cuando el último alumno de fue y cerró la puerta, no se escuchó nada más que un silencio perturbador.

_¿Qué pasa, profesor? –preguntó ella tratando de sonar casual o apenas sorprendida.

_Acércate –susurró desde el escritorio, ella se acercó y el prosiguió-. ¿Qué es eso?

Hannah jugueteaba con un frasquito que había dejado en su bolsillo.

_¿Qué cosa?

_Lo que tienes en la mano, no te hagas la estúpida conmigo –dijo bruscamente.

_Eh...

_¡El vendaje! –gruñó.

Ella estaba tan mentalizada con otras cosas, que le costó recordar de qué estaba hablando el profesor. Luego recordó que de regreso de la última salida a Hogsmeade, ella se había puesto un pañuelo blanco a modo de torniquete en la mano que se había cortado para pagar la sangre que habría la Caverna Resplandeciente.

_¡Ah! ¡Oh, esto! Eh, sí. Me lastimé en Hogsmeade... –dijo más aliviada.

Pero no debió aliviarse tan pronto.

_¿Comprando golosinas en Honeyducks? No lo creo.

_No, me lastimé en la casa de los gritos –mintió-. Me tropecé y como me estaba cayendo, me sostuve del alambre de púas que rodea la casa.

A Severus, según ella, le divertía pensar que era una estúpida, así que pensó que sonaría creíble. Erró.

_¿En la casa de los gritos? –preguntó incrédulo-. ¿Puedo ver?

Ella le expendió la mano. Él delicadamente sacó el vendaje de la niña. Lo hizo lentamente, pero a ella le dolía. Pero no iba a demostrárselo. Más que nada porque estaba más concentrada en que ese hombre estaba sosteniendo su mano, que por cualquier otra cosa. Mientras él miraba cuidadosamente la herida, Ann trataba se disimular que se estaba poniendo nerviosa. Pero Severus lo notó igual.

_Deberías mostrárselo a Madame Pomfrey... esto no se ve nada bien. Es bastante profundo.

_Estoy bien.

El la soltó, fue hasta el armario de las pociones y sacó un frasco con una etiqueta que decía el nombre de un alumno.

_Los de Hufflepuff hicieron esto hoy. Esta es del mejor alumno. Un idiota que se llama Cedric Diggory... bueno en Pociones, pero un idiota al fin –vertió un poco del líquido en el pañuelo y se lo pasó por el corte, que mágicamente, comenzó a cicatrizar-. Ahora que veo que funciona, a pesar de que el color no es el mejor de todos, tendré que ponerle un nueve.

_¿Y si no hubiera funcionado y me hacía mal?

_Le hubiera puesto un diez...

Ella rió, aunque él no. La herida ya estaba curada, pero quedaba una marca. Estaban en silencio, Ann aún disfrutaba el eco del chiste que Severus había hecho unos minutos antes. Había sido extraño, espontáneo... tal como él solía ser con...

_...tu hermana.

_¿Qué con ella?

_Era igual de torpe que tú. Un día que llegué a la casa le vi un corte similar. Me dijo que había resbalado y sujetado de un alambre de púa. Yo pensé “Pobre... es difícil lograr semejante estupidez”. Pero ahora que te conozco, le encuentro el sentido.

Ella volvió a reírse. El no. Fue ese el momento en que ella pensó que tal vez él no estaba intentando ser gracioso. Cuando el profesor le puso el pañuelo de nuevo, y después de agradecerle, comenzó a salir del salón de clase.

Cuando se estaba yendo, él la detuvo diciendo:

_Antes de irte, por favor deja todo lo que robaste sobre mi escritorio... verás, puede que mis alumnos lo necesiten para un trabajo –ese fue otro comentario que en boca de Chloe hubiera sido del sarcasmo gracioso, pero en boca de Snape sonaba escalofriante... y tal vez algo cautivador.

Hannah se acercó algo sonrojada y comenzó a vaciar los bolsillos en el escritorio, mientras él la observaba calculadoramente. Ann estaba segura de lo que sucedía. A medida que ponía ingredientes en aquella mesa, el profesor estaba haciendo una lista mental de las pociones que podían hacerse con ellos.

Cuando ella terminó, el profesor preguntó:

_¿Poción envejecedora? ¿Crees que soy tan estúpido como para no darme cuenta que eres tú? Reconozco que eres muy parecida a tu hermana, pero...

_¿Por qué no podrías creerlo? –preguntó ella.

_Porque ella jamás regresaría...

_¿Cómo lo sabes?

_Por que lo sé...

_¿POR QUÉ?

_¡PORQUE SI FUE TAN COBARDE COMO PARA OCULTARME COSAS, NO VA A SER TAN VALIENTE COMO PARA VOLVER A ENFRENTARLAS!

Silencio.

_Me decepcionas –dijo, lo cual fue más hiriente para Hannah que los gritos sorpresivos.

_¿Por qué?

_Por que siempre sostuve que eras un problema, pero pensé que al menos eras capas de cumplir una promesa... creí que te dejarías de averiguaciones. Veo que contarte a verdad no sirvió de nada.

_Yo no pretendía hacerme pasar por Sarah. Esa fue una errónea deducción tuya.

_¡Ja! ¿Y qué pretendías entonces? ¿Envejecerte unos años nada más para no verte tan niña ante mis oj...? –había comenzado con sarcasmo, pero se detuvo al ver que Ann enrojecía poco a poco, mientras huía a su mirada, hasta quedar indudablemente avergonzada.

_Gracias por curarme la herida, fue lindo de su parte. Con permiso.

Y rápidamente salió de la mazmorra.

Cuando llegó la hora de contar lo sucedido a sus amigas, Ann supo que no sería nada fácil. Sabía que tendría que enfrentar dos cosas: los análisis de Summer y las ironías cómicas de Chloe. Pero de todos modos lo hizo, era estúpido ocultarlo y si lo hiciera, de todos modos Loe podría decir: “Te comprendo... si yo hiciera cochinadas con Snape, también querría esconderlo”. Así que evidentemente, no serviría de nada.

Les contó la historia y Chloe dijo:

_¡Qué feo! Realmente debe ser horrible hacer algo tan tierno para conquistar a alguien, y que se te burlen en la cara. ¡Y más si se trata de Snape, obviamente! Digo, ya me parecía medio tonto tu plan para que se fije en ti, pero debe ser feo que él lo diga.

Summer sonreía mientras Loe hablaba. Cuando ella se detuvo, le tocó el turno de opinar:

_Igual, sé que cuesta pensarlo... pero Ann, es todo un progreso. A principio de este año no se hablaban y si lo hacían se gritaban. Pero desde que sabe la verdad, es más, desde que lo besaste que las cosas cambiaron. Sé que sí, que hubo un momento de tensión... que por ahí no hablan mucho, pero... ¿curar tu corte? ¿Hacer chistes? Eso lo veo más como el trato que tenía con su novia, que el que acostumbraba a tener contigo. Eso es bueno, a lo mejor... te corresponde –terminó en voz baja.

_O a lo peor... intenta imaginarse que soy mi hermana y me trata bien solo por el parecido entre nosotras.

_No estaría tan segura –dijo Sum con seriedad y firmeza-. Por algo el te hizo especial hincapié en que no te confundiría con ella si intentaras engañarlo.

_Sí. Pero por algo cuando habla conmigo hay veces que se va por las ramas y termina diciéndome cosas que le diría a ella... –contradijo Hannah.

Summer pensó unos instantes.

_Pero eso es, casualmente, cuando está enojado. Puede ser que cuando te grite imagine que le grita a ella... porque el hecho de que se haya ido así puede haber dejado cosas sin hablar entre ellos. Y así como guarda la foto de ella en un cajón, a lo mejor aún guarda las cosas que quería decirle.

_O los sentimientos que nunca pudo olvidar –fue la negativa respuesta de Ann.

_No descartaría por completo esa opción, pero tampoco la tomaría como la hipótesis de cabecera.

_Eso es porque eres demasiado optimista...

_O pesimista. Para mi pensar que te corresponde, es malo... lo único que falta es que me caiga de cuñado...

Summer se rió, Hannah no.

_Ann... –comenzó Loe-. Sabes que lo digo en broma. Como tu amiga quiero que seas feliz, aunque sea al lado de ese pelmazo horrible, de nariz ganchuda.

_Sí, lo sé. Es que no es eso lo que me tiene mal. Es que... lo decepcioné. El pensó que yo había roto la promesa, y por más que le aclaré que no tenía pensado hacerme pasar por Sarah y él lo creyó, de todos modos eso no quita que tenga el Diario en mis manos. El no sabe que sabe que lo decepcioné y me siento culpable.

Las chicas se miraron.

_Ojos que no ven... corazón que no siente. Así como fue cornudo todo su noviazgo y lo sufrió cuando terminó, sufrirá tu traición cuando se entere –de más está aclarar que fue Chloe la que lo dijo-. Pero ahora no lo sabe así que de poco sirve que te sientas mal ahora. Es más. Estoy segura de que le fue peor burlarse de ti sin querer, que haber desconfiado.

_¿El? –preguntó Hannah-. El se burla peor queriendo... ¿por qué va a sentirse culpable una vez que fue sin querer?

_Precisamente, porque fue sin querer...

* * *

Era difícil no hacerse ilusiones con amigas como ellas, que siempre encontraban la forma de creer que Severus, el serio e insensible Severus Snape, podría sentir algo especial por ella. Hannah se encontraba, y cada vez con más frecuencia, preguntándose qué sucedería si fuera verdad, mientras miraba al vacío. Más de una vez, incluso sonreía a la nada, evidenciando cuales eran sus pensamientos. Esto frecuentemente sucedía en las comidas, lo que era peligroso teniendo en cuenta que podía ser vista por el profesor.

A veces le pasaba que se sentía completamente estúpida, cada vez que pensaba: “¡Cielos! ¡Estoy enamorada de un profesor!”. Es lógico que uno piense “Es estúpida... ¿recién ahora se da cuenta?”, pero en realidad Hannah nunca había visto a Snape como un profesor. Siempre había sido Severus. Tío Severus, papá Severus... cuñado Severus. Pero no recordaba cuándo había sido la última vez que se habían tratado académicamente.

Además del sentimiento de sorpresa que sentía en algunas ocasiones, también estaban la frustración, la incertidumbre, los nervios... y por supuesto, la anteriormente mencionada esperanza. Entre tantas sensaciones, ella aún no podía decidir cuál le molestaba más. En los lapsos en que la duda podía más que la frustración, tomaba el diario. Pero cuando sólo había releído una carilla, se sentía culpable y lo dejaba de lado.

Seguía gustándole pasear sola por las lejanías. Cuando estaban sus amigas, se sentía presionada a solo decir lo que sentía, pero no se daba la oportunidad de llorar o de tomarse la cabeza con ambas manos y acurrucarse sentada visualizando solo los pensamientos.

Así estaba un día de sol, lejos del castillo, cuando se dio cuenta de que no estaba sola.

_¿Hannah?

_Eh... sí ¿cómo sabes mi nombre?

Ella no reconocía al muchacho, pero sí a esos ojos castaños que una vez la había mirado desde la mesa de Hufflepuff. Por más que sabía que jamás había hablado con él, le resultaba extrañadamente familiar.

_Porque mi hermana menor solía llamarte Hannah la Chiflada.

_Entonces, tú eres el hermano de Rose...

_Pero prefiero que me digan Aidan –le sonrió.

_Eres de quinto, ¿verdad?

_Cuarto, en realidad.

_Pareces más grande.

El sonrió, y ella también. Severus Snape salió súbitamente de los pensamientos de Hannah. Conversaron un rato. Aidan le preguntó que hacía sola al sol en un día especial para pasear con amigas, y ella no supo qué responderle. La cruel verdad de que quería estar sola, hubiera sido terriblemente descortés, y lo cierto era que ella ya no quería estar sola. El chico era muy agradable y a Ann le pareció atractivo.

_Ya es hora de cenar –le anunció.

_Sí, y ya está oscureciendo también, así que... será mejor que...

_Sí, que... vayamos regresando.

Sin que la conversación se volviera cortante, comenzaron a regresar. Estaban entretenidos así que más allá de que pudieran perder el horario de la comida, caminaron lentamente. De todos modos llegaron a tiempo, pero entraron últimos al Gran Salón. Esto captó varias miradas, en especial la de Chloe, en la mesa de Ravenclaw, y la de Summer y Rose en la mesa de Gryffindor.

_¿Y eso? –preguntó Sum con una sonrisa de picardía.

_¿Qué cosa?

_¿Cómo que qué cosa? ¿Qué hacías con Aidan Patterson?

_Mi hermano mayor, por cierto –dijo Rose, no con malos modos, pero evidentemente marcando cierto territorio.

Hannah seguía pensando.

_Rose...

_¿Sí?

_¿Tu padre de casualidad de llama Howie?

_Sí... ¿Aidan te lo comentó?

Ann pensó que era una pregunta estúpida, debido a que si así hubiera sido, ella no se lo estaría preguntando.

_Ah... sí. Así fue –mintió.

Era más fácil que decir “No, en realidad lo sé porque leí en el diario de mi desaparecida hermana que casi viola a Lily Evans, la mamá de Harry Potter, en una fiesta de Navidad en 1984”, por muy causal que sonara el tono que decidiera usar, sería bastante brusco.

Summer, se dio cuenta de que algo sucedía porque al igual que Ann había pensado que la pregunta era tonta.

El resto de la cena Rose no volvió a hablar sobre su hermano o las intenciones que podría tener, cosa que a Ann le hubiera gustado escuchar, sino que habló bastante de su nuevo amor imposible. Hannah ausentó sus pensamientos de la conversación, pero a Summer no le quedó otra opción que escuchar.

Aprovechó que no era necesaria en la charla, para irse a su cuarto pasando desapercibida. Cuando Aidan la vio salir se apresuró a alcanzarla en el Gran Hall.

_¡Hannah!

_Puedes decirme “Ann” –dijo ella sonriéndole con amabilidad.

_Ann, bueno. Me preguntaba si, no sé... tienes algo que hacer mañana por la tarde.

_No, no tengo nada –respondió, pero no sabía si de verdad no tendría algo que hacer.

_¿Te gustaría ir a dar una vuelta por ahí? Me divertí mucho hablando contigo hoy.

Ella, repentinamente se puso nerviosa. No era por el dulce muchacho, sino el hecho de que su profesor de pociones acabara de salir del Gran Comedor.

_Yo también. Nos encontramos mañana.

_¿En el mismo lugar a la misma hora?

_Claro.

Se despidieron y el chico regresó al Gran Comedor. Educadamente dijo:

_Permiso, profesor, disculpe la molestia.

Ann quiso saber a quién se lo decía, y descubrió a Snape que aún estaba saliendo del lugar. Cuando Aidan cerró la puerta, quedaron solos en el Hall. Se miraron. Como ninguno decía nada y comenzaron a sentirse incómodos, Ann, luego de lo que pareció una eternidad, decidió tomar su camino. Lo mismo hizo Severus, pero no sin antes dirigirle una última mirada silenciosa.

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