lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 17 --- Episodio XIV

15-07-88

Querido Diario:

¿Cuán malo es que tú cónyuge llegue a casa con la noticia de que un amigo y su esposa nos invitaron a cenar? Muy buena si se trata de un amigo del trabajo, muy mala si se trata de Lucius Malfoy. Y sí, aún se hablan. Y yo estoy tan contenta por ello, como Severus de mi relación con Sirius.

La verdad es que ni pizca de ganas de ir... ¿pero qué se le va a hacer? No me sentía en condiciones de poner excusas, ya que justo llegó a casa en un mal momento.

Esta sería la historia completa, aunque supongo que te la imaginas. En realidad, no fue nada del otro mundo, pero él y sus celos paranoicos deben haber encontrado algo.

Sirius me visitó hoy. Mientras barría bajo la mesa, se apareció entre las llamas verdes de la chimenea como si nada, y casi muero del susto.

-¡Buenas tardes, Cenicienta!

-¡Ay! ¡Sirius! ¡Avisa que vas a venir!

-No. Si lo hago, no te asustarás y perderá toda la gracia -miró la escoba- Tu vida sí que es divertida... pensar que me parecía idiota que James tuviera una de esas y que su felicidad dependiera de lo bien que la usa. Ahora que veo el uso que le das tú, me parece más estúpido aún -se burló, mirando mi escoba-. Traje galletas... ¿hago té?

-Bueno. Ahí está la pava y ahí hay un plato para las galletas. ¿Estuviste cocinando?

-Sí, claro... Luego de salvar el mundo de una Logia Anti-Sangre Sucias, y antes de inventar el inodoro -fue su sarcástica respuesta, mientras dejaba las galletas en el plato y ponía la pava en el fuego- Y tú qué cuentas, ¿esclava?

-Para empezar, que si barro con escoba en lugar de limpiar moviendo la varita, es porque estoy acostumbrada, y no me representa gran esfuerzo. Además, si sigo sin hacer nada el trasero va a pesarme de tanto no moverlo de la silla. Mejor la limpieza muggle –terminé de barrer y dejé la escoba en un rincón-. Fuera de eso, nada nuevo, pero insisto en que no me gusta que llegues sin avisar... no te cuesta nada enviarme una lechuza antes -dije aún algo enojada, él se rió.

-¿Por qué tanto enojo? ¿Temes que los sorprenda a ti a ese soquete en plena acción en el sillón?

Yo no iba a decirlo, pero ya que lo hizo él...

-No es algo imposible, así que...

El se dio vuelta, por lo tanto no sé qué gesto hizo. Que no le gustó la idea, eso seguro.

-Cierto... ya no se trata de la Pura e Inocente Sarah, que no quería que la bese nadie que no fuera el novio -dijo en lo que pretendió ser un tono de chiste.

-No me digas que pensabas que nos íbamos a dormir y en la cama nos tomábamos las manos porque nadie es tan ingenuo -dije usando su mismo tono-. Además es distinto, él es mi prometido.

-Tu prometido ¡Ja! Las promesas van y vienen, Sarah. Van dos años desde esa promesa y yo no veo cambios ¿los ves tú?

-Para mí no es así –fue lo único que atiné a decir, porque estaba más que perpleja.

Tardó unos segundos en responder.

-Deja, no volveré a preguntar cosas que no quiero saber.

Era una buena medida. No solo no volvería a preguntar, sino que no volvería a caer sin avisar.

Ahora... fue muy estúpido de su parte decir eso, enterarse que es cierto, y enojarse porque lo sea. Estoy comprometida con mi novio, estoy con él hace años, somos humanos... ¿qué esperaba?

Igual creo que le molesta más que supone que hace rato que sucede cuando no es así. De hecho es relativamente nuevo. No te voy a decir que nuestra primera vez fue el mes pasado, pero fue cuando compramos esta casa, así que no hace tanto tiempo como pudo ser...

Siempre tuvimos encuentros apasionados. Y desde que estamos juntos que nos deseamos mutuamente, pero no se daba porque no podía ser espontáneo. Había que planear cómo encontrarnos y dónde. Y teníamos que saber que nadie pasaría por ahí en algún tiempo. Cuando estábamos charlando no había problema, era cuestión de escapar corriendo... pero no daba para correr desnuda por Hogwarts, así que no era lo mismo ser sorprendidos.

Y antes que me digas nada, sé que no hace falta desvestirse del todo, no te creas que no adquirí algo de técnica en todo este tiempo... pero la primera vez es distinto, no se puede hacer así nomás a las apuradas. Ahora si tenemos 10 minutos (y nos ha pasado) son Los Mejores 10 Minutos... pero en su momento las cosas eran distintas.

Igual se hablaba del tema, no era que se trataba de una cuestión innombrable... pero después, cuando comenzamos a planear la compra de la casa. Todo cambió. Dejamos de hablarlo porque fue como cerrar un trato implícito. Ambos sabíamos que sucedería tarde o temprano, lo deseábamos y no hacía falta decir más. Compramos la casa, y cuando fuimos a sacar las cosas de las cajas de la mudanza... nos sacamos varias cosas antes...

Fue en el living. Todavía no estaba el sillón, ni la mesa, ni una silla, ni nada más, así que fue en el piso. Bueno... recuerdo que lo único que hicimos antes, fue desenrollar una alfombra, y ni te digo cómo me quedó la espalda de raspada (no era la alfombra más mullida del mundo). Tuvimos suerte porque no habíamos conectado aún la chimenea a la red Floo, pero tampoco era muy cómodo que digamos...

Hannah dejó de leer y salteó esa hoja. Tal como Severus le había dicho, y ella había estado de acuerdo: era cuestión de proteger las intimidades. Eso y un repentino ataque de celos que había sentido, al ver las cosas que su hermana había vivido con quién ella no había logrado ni un beso decentemente correspondido.

Me gustó porque a pesar de todo lo que yo venía pensando, (y seguro el también) fue espontáneo. Fue lo único que me gustó... aparte de que lo amo y toda la cosa ñoña. ¡Eramos tan torpes en ese tema! Es decir, no es como en las películas que se sacan la ropa y todo es una gran explosión de excitación y gemidos... (Perdón si estoy siendo muy grosera). Fue raro... fue como: “Bien, acá estamos... ¿y ahora cómo empezamos?”

En su momento creí que había sido una cuestión de que es él... y soy yo. Pero después hablé con Lily, y me dijo que según lo que ella había hablado con sus amigas, era una torpeza bastante común en las primeras veces. No le quise hacer más preguntas. Lo las había hecho hasta entonces, así que... ¿para qué cambiar ahora?

La cuestión es que al tener nuestra propia casa, nos hemos puesto al día. Pero no voy a decir más al respecto, salvo que lo crea necesario. En realidad... dado que eres un cuaderno jamás será necesario, pero me refiero a que en caso de... ¡ay, basta! ¡Es estúpido dar explicaciones de algo que sé que se entendió!

Me había quedado en Sirius y la cocina. Me da no sé qué escribir de él luego de la cantidad de cochinadas que escribí allí arriba. Es como hablar de Bikinis y empezar a hablar de McGonagall. Hay-conversaciones-que-no-deben-justarse. ¡Y menos en la misma página!

La cuestión es que estábamos tomando el té, y conversando con total alegría. Por suerte cuando se dejó de hacer preguntas de esas, la charla se dio sin partes tajantes y tensas. Me estaba contando sobre unas fotos que hizo con ropa que no le gustaba y situaciones chistosas que se habían dado con una chica que hizo unas fotos con él...

-Y fue gracioso, porque yo estaba así... -se puso de pie y en pose, yo lloraba de la risa- y ella estaba así aquí... ven.

Y no hace falta que de mayores detalles de que estábamos imitando la pose, cuando a mi prometido se le dio la de llegar temprano. Nos miró con casi indiferencia. Me saludó con el habitual beso en los labios (el cuál hizo notoriamente más largo de lo usual), y luego acomodó sus cosas mientras Sirius seguía con su relato. Eso me gustó porque al menos ahora Severus sabía que se trataba de una estúpida representación, pero de todos modos yo sabía que no le había gustado en lo más mínimo.

-Avísame cuando te liberes -me dijo, se fue a la habitación y no volvió a bajar hasta la hora de cenar.

Sirius se quedó una hora y media más, y luego se fue. Inmediatamente subí las escaleras, y me recosté con él en la cama. Estaba leyendo unos formularios del Ministerio.

-Hola, amor -le dije, mientras recostaba mi cabeza en su pecho.

-¿Ya se fue ese idiota?

-Sí, ya se fue.

Así como no lo defiendo a él cuando ellos lo insultan, no los defiendo a ellos tampoco.

El no decía nada más. En su diccionario significa: “Estoy muy molesto por algo, pregúntame qué es”. Pero yo no lo hago. No me gusta tener que sacarle las cosas a tirones. Sabía que él hablaría tarde o temprano. Yo ya había leído esa página dos veces y aún no la cambiaba, así que se ve que no le estaba poniendo atención a la lectura.

Finalmente dijo:

-No me habías avisado que él vendría -su corazón estaba acelerado, así que estaba nervioso de tener que sacar el tema.

-Es que no lo sabía. Simplemente apareció en la chimenea.

-¡No está bien que haga eso! -se quejó.

-Ya le dije que cabía la posibilidad de que nos encuentre en plena acción en el sillón... así que no lo hará más.

-No me refería a eso... pero tal vez tú pudiste estar en bata o ropa interior o... ¿QUE LE DIJISTE QUE? -sí, las cosas le llegan al cerebro tarde.

-Yo no ando por la vida semidesnuda... -aclaré.

-No me cambies el tema... ¿Qué le dijiste? -pero ya no sonaba asombrado, sonaba a enojo... y tal vez algo de orgullo.

-No le dije nada. El se burló diciendo “como si tal cosa fuera a pasar” y yo solo le comenté que lo mejor sería que no lo descarte.

Sonrió y volvió a mirar el papel.

-Eso no debió gustarle -dijo, decididamente, con orgullo masculino.

-¡Enójate! ¡Tú estabas enojado! -lo regañé.

Claro, todo está pésimo hasta que el orgullo de Black está dañado y el de él se agranda. Entonces, cualquier cosa es perdonada. De haberlo descubierto antes, me habría ahorrado algunas discusiones…

-Lo siento -dijo enojado nuevamente-. Pero no me gusta nada llegar a casa y encontrarlos a ustedes haciendo no sé qué, lo más bien. Y menos si esperaba...

Se detuvo, pensando.

-¿Si esperabas qué...? Dilo, dilo... -lo apresuré con picardía.

Sonrió con... no sé... ¿timidez?

-Quería sorprenderte y por eso no te avisé que salí temprano de trabajar. Pensé que podíamos... dar una vuelta por ahí, ver el atardecer. He tenido tanto trabajo últimamente, que hace rato que no tenemos un tiempo para nosotros, para hablar.

Levanté una ceja.

-Tiempo tenemos, cariño, lo que no tenemos es predisposición -le dije mirándolo con incitación, como invitándolo a...

Hannah se salteó esa hoja también. Cuando dejó de ver palabras que hicieran referencia a algo que pudiera interpretarse con algún sentido “más”, continuó leyendo. Obviamente con un claro enojo hacia su hermana.

Cuando estábamos caminando por los terrenos, a la luz de la luna. Se le ocurrió arruinar el momento de la peor manera posible. Una cosa es que me hable de su trabajo y otra muy distinta es que me hable de su trabajo con Lucius.

-Ah, y preguntó si queríamos ir a cenar con él y su esposa, el sábado a la noche, ¿qué dices?

“Que no, obvio. Me extraña que lo preguntes”.

-Bueno, vamos -dije con mi mejor tono de “si no queda otra opción que no arriesgue mi noviazgo...” me fascina usar es tono cuando se trata de Lucius.

-Sé que su esposa no te cae bien... y él tampoco, pero...

-Sí, ya lo sé. Fingiré que me agradan...

-Gracias. Igual, no sé que te molesta de él. Hace tiempo que no te llama Sangre Sucia...

-Hace rato que James no te hechiza, y no por eso va a ser tu amigo. Pero con Malfoy el problema es otro. No me gusta cómo me mira.

El se rió.

-El mira con esa rigidez a todo el mundo.

-No hablo de la rigidez, a veces siento que me mira como con...

-¿Con qué?

-Nada, olvídalo. Debe ser idea mía.

Ya sabía cómo terminaría esa conversación. Que era idea mía, que Lucius le dijo que le caigo bien. Yo diría que podía decir muchas cosas y que eso no implicaba que de verdad las creyera, él obviamente lo defendería y todo terminaría en discusión. Francamente no valía la pena. Y sí, ya se de memoria nuestras peleas.

16-07-88

Querido Diario:

¿Quieres saber en qué terminó ese asunto? En nosotros dos yendo. En mí sonriendo como tarada, feliz toda la noche, y tratando de fingir que no existían todos esos intentos de Lucius de quedar a solas conmigo. ¿Puedes creer que le pidió a su mujer que le muestre a Severus unos libros del estudio? Y el muy iluso de él fue... ¿puedes creerlo? Tuve que mirar la copa de Martini que sostenía como si no notara la mirada lujuriosa de vampiro sediento que Malfoy tenía.

-Parece que ser ama de casa, devota de tu marido, te ha sentado bien -me dijo casi en un susurro-. Te ves encantadora.

-Deberías ser ama de casa tú también... -¡a ver si eso logra que estés encantador, maldito cabrón! ¡Encima se reía! ¡Ay! ¡Lo detesto!

-No me he olvidado de aquel baile de Navidad...

“Yo sí lo había olvidado. ¡Y ahora, gracias a ti, tendré que hacerlo de nuevo!”.

-...esa noche estabas hecha una delicia... ¡una delicia! ¡Deberían ir a ese restaurante! -dijo ya que su esposa, Narcisa, y Severus estaban entrando nuevamente en el comedor.

Yo debía tener una cara de enojo bastante notoria, porque Severus me codeó y mientras ellos intercambiaban miradas “de amor”, aprovechamos para decirnos un par de cosas telepáticamente.

No sé si él entendió o no lo que le dije, pero si lo hizo, no lo creyó ni un poco. Pero espera, la cosa se pone peor.

-¿Sabías que hay un puesto bacante en el Ministerio, Sarah? -preguntó Lucius mientras cenábamos.

-No, no lo sabía –contesté.

No me interesaba. Si lo Hubiera dicho Peter Pettigrew, tal vez (y no lo garantizo) le hubiera dado importancia. Pero viniendo de Lucius no le hubiera dado interés ni a un Avada Kedravra... bueno, tal vez a eso sí.

-Me refiero a que... supe que estás buscando trabajo...

-No, no es cierto.

-Sí, sí es cierto -corrigió Severus.

Y créeme, yo me quedé tan pasmada como tú. ¡Sí, tan pasmada como un libro muggle! Y me veía venir la discusión de “no, ni loca trabajaría con él” y “pero necesitamos dinero para pagar al banco”. Francamente, no quería ¡y menos delante de ellos!

Me llevé la comida a la boca, y mientras ellos comenzaban a planear mi vida, dije:

-Pongamos una cosa en claro. Primero, trabajaré si me das el puesto; segundo, me iré si no me gusta; y tercero, Yo tengo la última palabra de esta decisión.

Eso lo dije más por Severus que por Lucius. Pero me respondió Narcisa, la muy ilusa me sonrió y me dijo:

-Tranquila, cariño, Lucius no va a estafarte. El trabajo y la paga son buenos. Además, los horarios son cómodos para cualquiera -eso seguramente, y lo juraría hasta por Severus, lo dijo como alusión a tengo disponibilidad horaria total.

Pero no tenía caso responder y menos con sarcasmo... para la pobre ya debía ser suficiente sufrimiento que su marido, El Puro de Sangre, prefiera tirársele a una Sangre Sucia como yo, porque no le alcanza con ella.

-Entonces, pichón, canta tu oferta -dije, pero Severus me codeó.

No le debe haber gustado que dijera eso en tono tan seductor. Eso lo deduje, porque Narcisa también me miró mal.

No puedo quejarme... la verdad es que por lo que él me dijo el trabajo es bueno. Solo tiene un defecto: él. Era obvio que iba a decirlo, pero no me gusta que nuestras oficinas estén juntas. Igual acepté, pero trabajaré con Lucius sólo hasta que paguemos la casa, luego... haré lo que me venga en gana.

Cuando estábamos acostados, y a punto de apagar la luz, hablamos un rato acerca de lo que había pasado esa noche. Le comenté lo que Lucius me había dicho mientras él y Narcisa estaban en el estudio, pero él piensa que lo habrá dicho en broma, o de forma amigable, pero que como soy una paranoica lo estoy imaginando todo. Que él está felizmente casado, y jamás me tocaría un pelo porque le doy asco. No lo dijo con esas palabras, pero da igual.

El punto es que me tiene bastante cansada el tema de la paranoia. Un día viene Sirius sin avisar y se cree que lo ando invitando a escondidas, y después su amigo me dice que “estoy hecha una delicia”, y es puro cuento mío. ¿Qué se le va a hacer? Tendré que acostumbrarme a que la palabra de Lucius pese más que la mía.

La cuestión rescatable de todo esto, es que necesitaré ropa “formal” para ir a trabajar. Empiezo la semana que viene.

A raíz de esto, vendrá Lily mañana para ayudarme a coser. No solo sabe todo sobre costura, sino que además es mi mejor amiga y tiene estilo... ¿qué más se puede pedir?

En fin, me voy a dormir.

20-07-88

Querido Diario:

Perdón que no esté escribiendo mucho, pero hasta que no empiece a trabajar no tendré demasiado que contar. La visita de Lily fue genial. Ahora no nos vemos mucho que digamos, así que me encanta cuando viene. Aun nos divertimos como si fuésemos colegialas en recreo. Como esos días en que estábamos en las habitaciones del cuarto y hacíamos comentarios sobre James y Severus...

Tengo que admitirle que está más linda que entonces. Ella me dijo que yo también, pero yo me veo igual, así que supongo que habrá sido de cortesía.

A lo que me refiero es que está en una etapa adulta, de casada, embarazada y todo eso, que realmente le queda bien. Sí, noté que estoy diciendo lo que me dijo Lucius y que de boca de él fue una completa payasada, pero es lo que pienso. Al menos yo no tengo la intención de conquistarla...

¡Ah, por cierto! ¡Perdona que no te dije que Lily está por tener un hijo! Es que no lo consideré relevante... (sarcasmo, la verdad es que estoy hace varias páginas esperando para poder decir eso…)

-Tengo fecha para dentro de 5 días –comentó-. Pero me parece que se retrasará un poco más...

-Es lento como el padre -ella se rió de mi chiste.

-Espero que sea sano, estoy tan ansiosa.

-¿Ya decidieron el nombre? -pregunté.

-Se llamará Harry James. Al menos logré convencerlo de que no le pongamos James de primer nombre. El estaba con eso de que “Será un hombre como el padre, y jugará Quidditch como los dioses” -nos reímos.

-¡Tan típico de James! -le dije.

-¿Y qué hay de ti y Severus? -preguntó.

-¿Nosotros? No nos veo muy padres todavía... aparte no nos hemos casado aún.

Ella me miró en silencio.

-Yo entendí que no lo hicieran cuando fueran a mudarse, porque tú eras menor y todo eso, pero... ya cumpliste la mayoría de edad, ¿o no?

-Sí, pero... no sé. No queremos precipitarnos.

-¿Decisión de quién? -preguntó astutamente.

-No lo sé, creo que fui yo la que lo dijo.

-¿La que lo dijo o lo pensó?

-No lo recuerdo.

Silencio.

-Lo que no entiendo es ¿precipitarse a qué? Son novios hace años, se aman, tienen la casa, la edad.

No le contesté. Tenía un nudo en la garganta y ganas de llorar. Estaba tan sorprendida de que mi cuerpo reaccione de ese modo… ¡Jamás lo había pensado, y en ese momento…!

-Mira, no te preocupes -dijo adivinando mis pensamientos-. Es normal cuando la pareja se acostumbra a convivir, que el matrimonio se olvide, porque ambos se sienten casados. Pero estoy segura de que él quiere...

-¡Ya sé que el quiere! ¡Por supuesto que lo sé! Es solo que todo este año, tuvimos la mente en otro lado.

Ella no me miraba, pero sonreía.

-¿Qué sucede? -pregunté.

-Está pateando... -dijo con una mano en la panza.

¡Fue súper-emocionante! Puse una mano y justo dejó de patear.

-Lo siento -dijo ella-. Ya habrá tiempo de que lo sientas.

-Basta, Lily... me dices eso cada vez que sucede. Tu hijo no nació y ya me ignora...

Todas las veces que yo había estado presente mientras James Junior pateaba, había dejado de hacerlo en cuanto yo ponía la mano. Y ya ves que el embarazado está llegando a su fin, y aún no lo he sentido.

Llegó Severus de trabajar, y Lily ya se estaba yendo. Hablaron pocas palabras, muy amables por cierto, y ella se fue.

-¿Para cuando espera? -me preguntó una vez que ella desapareció en la chimenea (no es recomendable que las brujas embarazadas utilicen la Aparición).

-Para el 25. Pero ella cree que será más tarde.

-El bebé es lento como el padre.

Eso no fue muy amigable.

-En mi boca ese comentario sonó a broma, pero en la tuya es veneno.

-No importa, ellos no pudieron oírlo.

-Sigue sin gustarme. Una cosa es que te la agarres con James, y otra muy distinta es que te la agarres con mi ahijadito.

-¿Sirius es el padrino, y tú serás la madrina? -no le gustó ni un poco...

-Soy la mejor amiga de Lily, ¿qué esperabas?

-Nada, igual no me molesta.

Hasta él se dio cuenta, de que yo me había dado cuenta, de que él me estaba mintiendo. En fin, me voy a dormir porque mañana empiezo a trabajar...

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