domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 11 --- Pactando con el enemigo

Summer y Hannah se habían quedado dormidas en el mismo colchón mientras hablaban de distintas cosas. Habían resuelto que de seguro Snape contestaría y que esperarían su respuesta, pero esta no llegó. Ann se deprimió bastante, pero Summer le dijo que probablemente la lechuza llegó tarde por la noche y que a lo mejor el profesor se había ido a dormir antes de que llegara.

Eras las siete de la mañana, y de habían despertado sin aparente motivo. Decidieron que dormirían hasta las nueve y que luego de desayunar, Ann se iría para aprovechar el día con sus padres.

Estos habían dicho por carta que uno de esos días irían a hacer las compras navideñas, y esa era una salida que a Hannah le gustaba mucho. Comprar los turrones, los frutos para las tortas y la comida en general.

Después con su madre recorrerían miles de lugares de ropa para los regalos de sus primas, y no se decidirían por nada. El padre quedaría cansado de verlas indecisas, y antes de que pudiera expresarlo, ellas acordarían llevar la primer cosa que vieron, y no recordarían por qué la habían dejado de lado.

_Igual, mami, ¡ni te hagas problema! Aunque no les gusten los regalos que elegimos te van a decir: “¡Qué lindo! ¡Justo lo que estaba necesitando!”... –bromeó Annie, intentando un absurdo consuelo.

Mientras pasaba tiempo divertido con su madre, más crecía su crisis interna. Realmente no quería hablar con ella. Cuando no la veía todos los días, era más fácil pensar que le quería preguntar todo acerca de su nacimiento. Pero al tenerla ahí a su lado, contenta de poder pasar dos semanas con ella, la hacía echarse atrás, querer quemar el diario y no volver a saber absolutamente nada al respecto.

Pasaban los días, y Ann no se decidía. Cada vez que hablaba con Summer se convencía de que lo mejor era saber la verdad, pero luego regresaba a su casa y volvía a arrepentirse. El tema era que una vez pronunciada la pregunta, ya no habría retorno, no podría borrarlo de la memoria de su madre.

Tal como pensaba Summer, la mamá de Ann no tenía por qué sentirse mal ante una pregunta bastante normal, pero debe ser feo para una madre, que una de las personas que más ama en el mundo (su propia hija) ponga en tela de juicio su pertenencia a la familia que la crió. Además de que la llenaría de preocupaciones, y el mal rato de contar una historia que no debía ser muy alegre, ya que por algo se la había ocultado. ¿Necesitaba de verdad enterarse de todo eso? ¿Valía la pena anteponer la curiosidad?

Llegó Navidad, el día anterior a la fecha que Hannah había previsto para la conversación, y aún estaba “entre San Juan y Mendoza”. Cenó en silencio, mirando la interesante gráfica del mantel, y en una fugaz salida de su ensimismamiento, escuchó que su tía le susurraba a su madre:

_Hannah está muy callada esta Navidad.

_Es cierto –confirmó la mamá-. La noté muy silenciosa y pensativa, pero debe estar un poco desorientada. Pasar tanto tiempo en un colegio y de golpe estar en casa, debe provocar desconcierto.

_De todos modos, las fiestas pasadas era una pequeña revoltosa. ¡Se pasó toda la cena hablando rápido y gesticulando sin parar!

Ann prefirió hacer de cuenta que no había escuchado nada, y que tal vez tendría que pretender que todo estaba en orden y jugar con sus primos como si nada sucediera. Esto fue bastante difícil, pero lo consiguió. A cada rato miraba el reloj, el tiempo pasaba con una lentitud asombrosa. Ella recordaba que años anteriores, cada vez que se enteraba la hora, pensaba “¿Ya son las once?” y se asombraba de la rapidez con que se iban los minutos.

Summer debía estar en su casa en la misma situación, o arreglándose para salir con los amigos de Ann después del brindis. En los últimos días, habían coincidido un par de tardes y se había divertido bastante. Los amigos de Hannah estaban sorprendidos de que existieran más personas del colegio de Ann, ya que hasta el momento lo consideraban inexistente.

_¿Estás segura de que no es obra de tu imaginación y la de Chloe? ¡No conozco a nadie, además de ustedes, que haya oído hablar de tu colegio, o que al menos sepa por dónde queda! –solía decir Matthew.

A las doce menos cuarto, faltando tan poco para el brindis Navideño, comenzó a pensar en Chloe. Estaba tan acostumbrada a que ella se apareciera a las doce y diez minutos, con dos copas para brindar juntas, que se le hacía raro pensar que eso no sucedería ese año ya que su mejor amiga, su amiga especial se encontraba a kilómetros de distancia.

Sonrió, deseo felicidades y abrazó a sus familiares. Luego fue a la sala de estar, acomodó el sillón y miró a través de la ventana, como esperando que se acercara alguno de sus amigos, pero era temprano aún.

Abrirían los regalos, y a más tardar a la una, cada uno de sus parientes comenzaría a irse. A la una y media, aparecerían sus amigos. Todos menos Chloe. Mientras miraba por la ventana, apareció una lechuza con una carta atada a la pata. Ann se apresuró a abrir los saludos Navideños de Chloe, alegrándose de que la recordara. Desplegó el papel, y leyó:

Feliz Navidad a ti también. Severus.

Las manos le temblaban, le costaba respirar. Leyó la nota tres veces y seguía sin poder creerlo. Su madre llegó a ver qué era lo que hacía sola en la oscuridad. La vio leyendo un papel y le preguntó de quién era.

_Es de Chloe –mintió, no quería tocar el tema de su tío en Hogwarts.

_Ah... ¿pero no es esa la lechuza de Chloe?

Una segunda lechuza había llegado, junto con otras tres, sosteniendo una caja. Efectivamente, una de ellas era la de su amiga.

_Ese debe ser el paquete que me prometió en esta nota...–mintió de nuevo.

_Bueno, cuando termines, vuelve con nosotros ¿sí? –le acomodó el pelo detrás de la oreja con dulzura, y hablaba con una suavidad que denotaba preocupación- Estuviste muy ausente en la cena... –soltó finalmente, y Ann supo que llevaba bastante tiempo queriendo decirlo.

_Está bien, en un ratito voy.

Hannah abrió sus regalos, junto con toda su familia. Entre las cosas típicas de cada año, había dos sorpresas. Una de parte de Chloe, quien le mandó una caja con golosinas mágicas y botellas de cerveza de manteca con una nota que decía:

“Para que en estas vacaciones tengas presente el mundo mágico. Te quiero, estúpida. Chole, sí, la enana cochina. Sí, Hannah, se que es una palabra graciosa”

Y el regalo de Summer, los libros de El Señor de los Anillos. Ellas habían hablado varias veces de aquellos escritores magos famosos en el mundo muggle, por hacer historias de mundos mágicos. A Hannah le causó gracia, porque ella le había regalado los libros de Las Crónicas de Narnia, ya que al igual que Tolkien, Lewis era mago.

_¿Y dónde está la enana maldita? –preguntó Mathew, al entrar poniendo una botella de sidra en las manos de Hannah.

_Eh...

_¿No vino temprano este año?

_No. De hecho... no vino este año.

Mathew parecía desconcertado.

_¿Por qué?

_Porque prefirió quedarse esta Navidad en el colegio.

_¿Chloe? ¿Pasando tiempo extra en el colegio? ¿Qué le pasó?

_Nada. En realidad... te asombrarías si supieras lo divertido que es mi colegio en vacaciones.

_¡Nada puede ser más divertido que una Navidad con nosotros!

Hannah se vio obligada a contar esa historia cada vez que uno de sus amigos llegaba, con excepción por supuesto, de Summer. Después de brindar entre amigos, salieron a dar una vuelta por el centro del lugar. Visitaron los sitios populares de ese año, y más o menos a las seis de la mañana decidieron regresar a sus respectivas casas.

Sum, volvió a la casa de Ann, donde bebieron una buena taza de té caliente, y luego fueron a dormir. Summer se había puesto muy contenta cuando Hannah, por fin en privado le mostró la nota de Snape. Mientras la leía por tercera vez, como si quisiera comprobar que era verdadera, expresó:

_¡Era obvio que iba a contestarte!

_Con él nunca se sabe...

_¿Vas a hablar con tu mamá?

_No –contestó Ann rotundamente.

_¿No? –se asombró Summer.

_No. No importa de dónde haya nacido, ella es mi mamá ¿entiendes? Voy a seguir averiguando, pero voy a hacerlo por mi lado. No quiero meterla en esto.

_Me parece bien. Es cierto que si ella te crió toda tu vida, es tu madre. Se preocupará si se lo preguntas. No vale la pena. ¿Pero cómo vas a averiguar por tu parte?

_Planeo volver a hablar con Lupin. Sé que él sabe más de lo que me dijo la vez pasada. Quiero hablar con Dumbledore y también con Severus.

_Dudo mucho que él te cuente su historia.

_Yo también, pero el “no” ya lo tengo... ¿qué pierdo con arriesgarme.

Ellas estaban acostadas en el mismo colchón, transversalmente, y con las piernas levantadas y apoyadas en la pared. Se hizo silencio. Primero Ann pensó que tal vez Summer se había quedado dormida, pero cuando la miró notó que estaba extraña, con la mirada vacía. Repentinamente, el aire se había entristecido.

_Piensas en Elizabeth, ¿no, Sum?

_Sí... siempre la recuerdo para las fiestas. ¡Si supieras cuánto le gustaban! ¡Era de esas niñas que son capaces de poner los adornos navideños en Agosto y los pascuales en Enero!

Hannah le sonrió. Era tan especial las pocas palabras que Summer decía de Elizabeth, que hacía que Ann le tuviera un gran respecto y que contemplara el recuerdo de Eli, como el de una persona demasiado mágica incluso para vivir en ese mundo.

_Sé que ella estuvo aquí hoy, de alguna manera... –siguió-. Siempre la siento presente en días festivos, a través de olores. Ella usaba mucho un perfume de jazmín... hay veces que cuando la recuerdo siento ese olor –hizo una pausa-. Le gustó que yo me divirtiera con tus amigos. Ellos son realmente como los describiste. A ella le hubieran gustado también.

Summer, por su gran dolor guardado, dejó escapar la lágrima más pura que Hannah vio en toda su vida.

* * *

Los días siguientes fueron muy divertidos. Una vez que Ann pudo tomar una decisión, se sacó un peso de encima y pudo estar más alegre el resto de los días que pudo quedarse en su casa. No vio tanto a Summer como al principio y aprovechó para estar con su familia.

Cuando llegó el momento de volver a Hogwarts, se asombró mucho, ya que había dejado el almanaque completamente de lado y el tiempo se fue a gran velocidad.

Una vez sentada con Summer en el Expreso de Hogwarts, se pudo muy nerviosa. Deseo que el viaje fuera largo para poder aclarar algunas cosas en su cabeza, antes de verse cara a cara con el profesor de pociones. Pero el viaje no dependía de los nervios de sus alumnos, así que tardó lo mismo que todos los años.

En la estación, Chloe la esperaba de la mano de su novio y corrió abrazarla en cuanto se bajón del tren. Comenzó a hacerle todo tiempo de preguntas referidas a los chicos, una seguida de la otra. Cada tanto alternaba un “¡Tenemos tanto de qué hablar!”, y luego seguía haciendo preguntas emocionada.

Tres o cuatro veces se disculpó de no haberse despedido. Hannah admitió que ella tampoco lo había hecho, pero Chloe seguía sintiéndose mal. Le preguntó si tenía unos momentos para conversar, pero Ann se negó y dijo que tenía que preparar sus cosas y hacer algo antes de comenzar la rutina escolar, pero que podrían hablar al día siguiente.

_Bueno, está bien... –dijo Loe, que se veía decepcionada.

En cuanto llegó al castillo, Hannah dejó su baúl en su cuarto y se fue directo al Salón de Profesores para buscar a Lupin. Cuando iba tocar la puerta, escuchó que dos personas discutían:

_¡Sé que fuiste tú, Remus! ¿Quién más querría entrar a esa casa?

_¿Para qué querría yo entrar a esa casa? No era agradable en lo más mínimo cuando estaba habitada, dudo mucho que lo sea ahora.

_Fui hace unos días, y escuché ruidos en el cuarto de arriba. Cuando fui no había nadie, pero una de las ventanas no estaba tapeada. Sé que estás buscando algo. No lo encontrarás allí –decía Snape.

_Si vas y escuchas ruidos, tal vez sean los recuerdos atormentándote. Créeme, yo no tengo motivos para ir, y no iría aunque los tuviera –concluyó el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

_No digas que no tienes motivos. No digas que no te asombraste al ver a Hannah. Su parecido con Sarah es estremecedor. No me digas que no te abrió a ti también el alma de los recuerdos... es imposible que no hayas vuelto a pensar en ella al verla.

_¡Jamás lo diría! Desde mi primer clase con ella que pienso en Sarah todos los días y dónde puede estar. Y confesaré que me pregunto por todo esto... pero no me metí en esa vieja casa.

_¡Sarah se fue sin dejar pistas! En esa casa no hay nada que diga donde está. Si te interesa averiguar algo, pregúntale al asesino de tu amiguito. Ellos tenían una relación muy estrecha. Si alguien sabe dónde puede estar, es él.

Hannah tocó la puerta. Temía que uno de los profesores saliera y la encontrara escuchando. Se paralizó cuando Snape le abrió. Ella no sabía si sonreírle o no, porque él se veía más serio de lo normal, y tal vez prefería pretender que no había mandado esa nota y hacer de cuenta que no había tenido ese gesto de amabilidad con su... sobrina.

Fueron cinco segundos más largos de lo que pueden imaginarse, y luego Ann dijo con voz baja y ahogada:

_¿Se encuentra el profesor Lupin?

_Sí –fue la corta y cortante respuesta.

Cerró la puerta en la cara de la niña que escuchó voces del otro lado, y luego el profesor que ella buscaba le abrió la puerta.

_¿Me necesitas, Hannah?

_Sí, profesor. Me preguntaba si podía hablar con usted un momento.

_¿Puedes esperarme en mi despacho?

_Sí, profesor –dijo, y se fue.

Lupin no tardó en aparecer. Se veía un poco alterado, por lo que Hannah percibió que la parte de la conversación que no había podido oír había sido peor.

_¿Qué necesitas?

_Quiero hablar de Sarah.

_¿Escuchaste la conversación?

_Sólo una parte, unos segundos antes de tocar la puerta, pero no escuché gran cosa –confesó Ann.

_¿Y qué quieres saber de ella? Ya te he dicho que desconozco completamente su paradero...

_Pero lo que quiero saber es sobre su vida desde que terminó quinto hasta que desapareció.

El profesor hizo una pausa mientras tomaba la foto que Hannah le devolvía, y miraba a Sarah sonriente saludarlo desde ella.

_Al final no hablé con mi madre. No me atreví.

_Entiendo. Puedo decirte algunas cosas, pero no creo que te sirvan demasiado. Sarah no tenía una vida social o política que dejara registros de su existencia. Ni siquiera terminó el colegio, así que las pocas cosas que se tienen de ella, desaparecen cuando ella termina sexto año. El certificado de sexto concluido y algunas de sus calificaciones de séptimo, es todo lo que se tiene.

_¿Por qué no terminó el colegio?

_Porque no quiso. Era sumamente vaga. Ella estaba planeando casarse con el profesor Snape cuando estaba en séptimo. Se casarían el verano cuando terminaran, y tuvo una pelea terrible con su familia. Ellos no querían que ella se casara tan joven. A raíz de esa pelea tuvo problemas de salud y por problemas nerviosos fue trasladada a St. Mungo. Perdió las fechas de todos los exámenes finales y no tuvo ganas de rendirlos con el curso siguiente, así que faltó nuevamente a los exámenes pero por propia voluntad.

_¿Y qué pasó después?

_Después de que salió del hospital, se mudó con Severus Snape, a una vieja casa que hay en Hogsmeade. Allí vivieron durante los tiempos oscuros, dónde Voldemort fue ascendiendo, y tiempo después desapareció. Nadie sabe lo que ocurrió.

_Sé de esa casa. Estuve allí en la última visita al pueblo –dejó escapar, se sentía terriblemente en confianza cuando estaba con el profesor Lupin.

_Entonces... eras tú quién estaba en el cuarto. ¡Contigo me confundía Severus!

_Sí.

_¿A qué fuiste?

_Sé que Severus es mortífago, o que lo fue. Si el Innombrable sabía dónde vivía Snape, sabía del paradero de Sarah y...

En ese momento se abrió la puerta. Era Snape.

_¡Hannah! ¡Ven conmigo!

Lupin se levantó de la silla y dijo:

_Estamos ocupados, Severus, cuando terminemos de hablar...

_¡No me importa que estén ocupados! ¡Necesito a Hannah en este instante!

Ann se levantó y tras despedirse y prometer que regresaría luego, se fue con Severus quién no le dirigió la palabra hasta llegar a las mazmorras y sentarse en la silla del escritorio de su despacho.

_¿Qué sucede? –preguntó ella al ver que él no le decía nada y se ocupada de correr las hojas que había en la mesa.

_Tengo una propuesta para hacerte.

Hannah le sonrió, él no le devolvió la sonrisa.

_Suena interesante –le dijo-. ¿De qué se trata?

_Sé que estás investigando sobre asuntos que no son tuyos sino míos. No me extraña, era por eso que no quería que leyeras el diario de... de...

_Sarah -ayudó.

_¡No la nombres! ¡Sí, su diario! –hizo una pausa en la que Hannah aún podía escuchar en su cabeza las últimas frases que su tío había pronunciado-. Lo que te quiero decir, es que los hombres como yo... nos sentimos terriblemente molestos cuando alguien se entromete en nuestros asuntos. Por lo que tu escasa mentalidad estará deduciendo que no me hace ni pizca de gracia que te metas con mi vida.

_Sí, mi escasa mente estaba pensando justo eso.

Snape prosiguió.

_Así que quiero proponerte algo. Yo te contaré lo que sé acerca de mis últimos años con ella, y te explicaré tu increíble parecido con ella si prometes...

_¿Parecido? ¡Somos iguales!

_Ella tenía pecas. Y un lunar sobre el labio de arriba del lado derecho. Y otros muchos detalles que la hacían ún... que la hacía distinta a ti.

Ann se quedó perpleja. Sabía que Severus debía conocer a Sarah a fondo, pero era extraño escuchar cómo recordaba sus detalles.

_Te contaré todo si prometes... sólo si prometes que no estarás metiéndote más en todo ese asunto.

_¿Cómo puedo confiar en que me dirás la verdad?

_Del mismo modo en que yo confiaré en que una vez que te lo haya dicho, no volverás a meterte en todo esto.

Silencio. Luego Severus dijo:

_¿Trato hecho?

Hannah pensaba, medio aturdida por la sorpresa de la propuesta, qué era lo que podía hacer. Aún no lo decidía y sólo pensaba en hablar con Summer:

_No lo sé, Severus. Tendría que pensar qué es lo que me conviene, tal vez averiguaría más por mi cuenta que mediante tus palabras.

Severus jamás habría esperado que ella le respondiera eso. Ya bastante le había costado decidirse a hablar con Ann de algo que no quería, como para que encima “esa mocosa” lo rechazara.

_No sé cómo piensas que puedes averiguar más por tu lado. Nadie sabe más del tema que yo.

_Pero sigo sin entender qué es lo que te conviene de decirme todo esto, lo que me hace pensar que vas a censurar la historia –fue su sabia explicación.

_Por supuesto que voy a censurarla –admitió Snape-. Dije que te contaré lo que tengas que saber de esta historia, pero no quiero que averigües nuestras... intimidades, es todo. Prefiero contarte la historia limpia acerca solamente de las cosas que te atañen...

Ann alzó las cejas sorprendida.

_Entonces... ¿admites que sí tengo que ver en todo esto?

Severus le sonrió con astucia.

_Por supuesto... ¿sabes de donde sale ese parecido que tienes con ella?

_No, no lo sé.

_¿Quieres saberlo? –preguntó en un susurro.

Le extendió una mano, con formalidad y diplomacia:

_¿Trato hecho? –repitió.

Hannah estrechó, por primera vez en su vida, la mano de Severus. Este normalmente la toma del brazo cuando tenía que llevársela a algún lado, pero ese contacto fue distinto. Amable. Al sentir la cálida y sedosa piel se Severus Snape, Hannah sintió algo muy extraño dentro, como si su corazón, alma o lo que fuera, quisiera saltar al exterior, produciendo un fuerte cosquilleo en el intento.

_Trato hecho –corroboró con firmeza.

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