lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 21 --- Sentimientos confusos

_¿En serio? No es muy común…

_Ya lo sé, pero los magos no necesitan arquitectos así que…

Aidan le explicaba a Hannah que seguiría esa carrera cuando saliera de Hogwarts y que trabajaría en el mundo muggle. La mayoría de las personas que descubre su magia, deciden quedarse en ese mundo, pero lo cierto es que si a uno le gusta una cosa, no tiene sentido quedarse para trabajar de secretario en el ministerio.

_Lindo. Me gusta esa carrera –decía ella con sinceridad-. Además puedes dedicarle tiempo a ambas cosas. Por ejemplo, trabajar con edificios ocultos, como Hogwarts y el Ministerio...

El le sonrió. Llevaban dos horas bordeando el lado, mientras conversaban. Era muy fácil hablar con él. Se podía hablar de cualquier cosa. Música, amigos, dibujos animados de la infancia, travesuras, familias, galletitas, tortas (a Hannah le fascinaba la comida), signos del zodíaco, supersticiones, religiones, filosofía, países, y aunque no lo crean… de fútbol.

De a ratos se hacía silencio y ellos se miraban, sonreían y luego seguían hablando de cualquier cosa.

_No, yo soy una persona sumamente pacífica. No puedo gritar ni… ni nada parecido.

_¿Ah, no? –preguntó Ann, más desafiante de lo que hubiera querido.

_Sí, ¿por qué lo dudas? ¿Acaso te parezco…? –lo preguntaba en broma, y le sonreía, ella se agachó en la orilla del lago-. En serio –prosiguió él-, no me gustan las peleas… soy calmado.

Sí había algo que a Hannah le gustaba, era des-estructurar a las personas, y corromper lo in-corrompible. Metió la mano en el lago y lo salpicó con fuerza.

_¡Ey! –le dijo.

_¿Eres pacífico? –lo desafió nuevamente-. ¿Nada te altera? –siguió salpicándolo.

El riendo se metió en la orilla y comenzó a salpicarla. Y tras una prolongada guerra de gotas y risas, ambos quedaron empapados, entre los dorados destellos del sol sobre el agua. Reinó el silencio y la paz, él se le acercó lentamente aún con una sonrisa. La tomó en sus brazos y…

¡Splash!

…la arrojó al lago. Ella salió a medias riendo y a medias tosiendo. El intentaba salir, pero la orilla estaba resbalosa del barro, y el agua le pesaba en las piernas. Hannah llegó a tomarlo por la túnica y lo empujó completo al lago también.

_¡Yo lo hice porque tú empezaste! –se quejó él riéndose.

_¡Bueno! ¡Tú me saliste con eso de que eres completamente calmo y…!

_No hables más… -dijo sellándole los labios con el dedo índice.

Comenzó a acercarse nuevamente, pero esta vez sus intenciones no eran arrojarla de nuevo y eso se notaba en el brillo de los ojos del muchacho. Hannah lo había notado, llegaba ese momento que ella no pensó que se presentaría tan pronto. Lo tenía a un centímetro, pero sin siquiera saber por qué, Ann se arrepintió en el último segundo.

_¿Qué sucede? –preguntó él preocupado.

_Eh… nada, es solo que…

Él asintió como si ella hubiera dado una razón comprensible, y dijo:

_No hace falta, no digas nada. Te entiendo, no debí apresurarme es solo que… me encantas.

Ella le sonrió con ternura. Ahí sí que tuvo ganas de besarlo y completa seguridad, pero no quería parecer una loca. Después de todo, ya habría otra oportunidad.

Aidan la tomó de la mano y la ayudó a salir del lago, pero no la soltó después. Caminaron por los terrenos, mientras sus túnicas goteaban, y entraron al castillo.

_Me divertí mucho contigo hoy, pero… debo ir a cambiarme –le dijo Ann.

_Yo también –apretó con dulce firmeza la mano de ella, mientras le respondía mirándola a los ojos-. Espero que se repita.

_¿La zambullida?

_¿Por qué no? –rió-. El paseo –respondió, esta vez en serio.

_Cuando quieras… -le dijo Hannah suavemente, mientras soltaban sus manos.

El comenzó a caminar para un lado y ella para el otro, ambos sonriendo por el mismo motivo.

* * *

_¡Cuéntamelo todo! –exclamó Summer cerrando el libro que sostenía.

Ann le contó toda la historia. Tuvo que hacerlo dos veces, ya que justo llegó Chloe que también quería oírla. Obviamente, estuvo completamente en contra de que Ann lo besara a Aidan.

_A ver... a ver. Por un lado, tenemos al chico lindo, simpático, inteligente, al que le encantas y no le quieres dar un simple beso; y por otro, tenemos al horripilante profesor de pociones, que aparte de feo es antipático, que aparenta no querer nada contigo... ¿y vas y le das un beso? ¡Hannah! ¿No te parece que tienes los esquemas invertidos?

_Ya sé que soy una estúpida, por favor no me lo recuerdes –suplicó Ann-. Me arrepentí al instante...

Sum y Loe se miraron.

_O sea que... si él de golpe ¡plin! aparece y te pone la boquita así –Loe estrujó los labios cómicamente- ¿lo besarías?

_¡Por supuesto que sí! –y esa fue su convincente mentira, ya que no estaba tan segura como aparentaba.

_¡Ah, bien! –sonrió Chloe-. Entonces, seguro que la próxima vez que se vean, pasa algo.

_Si es que no lo ahuyentaste –fue la poca ayuda de Summer-. Pero a todo esto me queda una duda –planteó-. Supongamos que este chico milagroso y seductor, tiene... importancia, por no ponerle otro nombre... ¿en qué posición del “ranking” quedaría Snape?

Hannah pensó unos momentos. Sabía la respuesta: lejos, muy lejos, pero haciéndole temblar las piernas cada vez que se lo viera.

_No lo sé, la verdad... no estuve pensando en él últimamente.

Las chicas estaban tan contentas, que comenzaron a dudar de la palabra de Ann. Tan enamorada... ¿y ya recuperada? Claro que prefirieron no decir nada, para no confundirla. Lo que menos querían era recordarle al profesor.

Si bien Summer era fiel creyente de que el sentimiento era mutuo, sabía que Aidan era la felicidad más probable de su amiga, y le puso todos los votos a favor. Chloe detestaba a Snape, así que le puso todos sus votos, bastante más rápido que Sum.

_¡Ah, lo olvidaba! –exclamó Ann de repente.

_¿Qué?

_Estuve leyendo el diario.

_¿Sí?

_Y la verdad es que me resulta extraño. Sarah no parece querer serle infiel, o ser lo que Severus dijo que es. De hecho la relación es bastante distinta a lo que había imaginado. Ellos son... infelices.

_¿Qué quieres decir? El mismo te ha dicho que todo era un tormento y que ella era una perra, ¿o no?

_Sí, pero yo me había imaginado que todo ese resentimiento era de ahora que lo sabía, pero que había sido feliz todo ese tiempo. Es decir, que un día, se había enterado que ella siempre lo engañó. Pero leo el diario y me doy cuenta de que la relación se había desgastando, que no había confianza, que no había comunicación...

_Ann... ¿estás justificando a tu hermana?

Ella se quedó en silencio. Luego se explicó mejor:

_No es que la esté justificando, es que... si uno piensa como lo pinta él, que todo era color de rosa y ella lo engañó y lastimó de puro placer, ella es una perra. Ahora, si las cosas estaban mal, había algo que fallaba, el priorizaba la palabra de su amigo, antes que creerle a ella... Sarah se sentía incomprendida y desvalorizada... lo más lógico es que ella, despechada y sintiéndose traicionada, se confundiera hasta el punto de no saber que hacer, y competiera el error de caer en brazos de otro –concluyó.

_Todo lo despechada que quieras, pero perra igual –opinó firmemente Loe-. Yo podría estar en crisis con Nícolas, la peor de las crisis si quieres... pero jamás lo engañaría. Preferiría dejarlo, aunque sea tres segundos antes, por respeto a nuestra relación. Y preferiría que él hiciera lo mismo. Entonces, por más que Snape la estuviera lastimando, si ella de verdad lo amaba, no le habría hecho eso...

* * *

Era bastante común en Hannah estar completamente perdida en la vida e indecisa, pero esas características se le marcaban cada vez más, a medida que un sentimiento especial hacia Aidan crecía dentro de ella.

Era extraño, porque cada vez que pensaba en él y en las ganas que tenía de cruzárselo por accidente, se justificaba y negaba completamente la situación. Lo que era peor, era que agregaba mentalmente: “No me puede gustar Aidan, porque amo a Severus Snape”. Eso no podía decírselo a las chicas, porque ellas comenzarían a decirle lo que ella ya sabía:

_Pero Snape no se te acerca ni un poco y Aidan prácticamente se te tira encima… dale una oportunidad. Inténtalo.

Pero ella no se atrevía. No sabía por qué, pero se sentía más segura esperando que Severus se le acercara, que dándole a Aidan un espacio en su vida. Y sobre el profesor de pociones, no habían vuelto a hablar a solas desde aquel embarazoso momento en que él se burló se sus planes. Ann no se animaba a hablarle y él, obviamente, no iba a dar señales de nada en particular. Esto a Hannah la sacaba de quicio, porque eso había pasado justo el día en que ella comenzaba a notar cambios en él… el día que literalmente él curó sus heridas.

Lo recordaba cada vez que miraba la cicatriz que tenía en la mano. Más de una vez deslizaba los dedos por ella, recordando los del profesor. Pero luego volvía a la penosa realidad de que el hombre perfecto tocaba su puerta, y ella decía “no estoy”.

Pero a medida que el tiempo pasaba, el sentimiento se volvía innegable. Un día, se sorprendió de estar mirando constantemente a la mesa de Aidan, tratando de hacer contacto visual con él. Se dio cuenta de esa situación, cuando repentinamente Chloe y Summer se quedaron calladas, mirándola, esperando que ella se diera cuenta sola.

Cuando Ann las miró y vio que le sonreían con picardía, supo que no podía negarlo más, se puso completamente colorada y no dijo palabra en el resto del almuerzo.

Cuando salieron cada una la tomó por un brazo, y Loe dijo:

_Ya sabemos. Tú sabes que nosotras sabemos. Nosotras sabemos que tú sabes que nosotras sabemos... ¿por qué sigues negándolo?

_Yo no estoy negando nada.

_¡Vamos, Ann! ¡Te conozco como si te hubiera parido! ¡Siempre que sientes algo que crees que no puedes controlar, lo niegas hasta que se extingue! Salvo, claro está, el penoso amorío con Snape... ¡que aún deseo que lo hubieras negado!

_¡Basta con eso! –exclamó Ann, sabiendo que Loe se lo recordaría hasta la muerte, aunque ella se casara con Aidan y tuviera ocho hijos.

_El punto es que no puedes vivir así, Ann. Dale una oportunidad a Aidan. Haz algo. Tú sabes que aunque Snape se muera de amor por ti jamás vendrá buscarte… ¿vas a perder tu vida esperándolo?

En la vida de cualquiera, hay un momento clave en el que se da (o lo dan) cuenta de algo. En un arrebato de esos Marca Hannah, corrió dentro del Gran Salón, fue directo a Aidan y en cuanto estuvo ahí, todos sus amigos se quedaron en silencio. El se dio vuelta (ya que ella estaba de espaldas) y le sonrió.

_Hola.

_Hola. Eh…

_¿Quieres que vayamos a hablar afuera? –preguntó tímidamente al ver que ella comenzaba a sonrojarse.

_Eh… bueno.

Mientras caminaban hacia la puerta, Ann miraba el piso. “No mires a la mesa de los profesores, no mires a Severus”. El le tomó la mano, ella instintivamente la soltó como si se hubiera electrocutado. Esto hizo que Aidan se pusiera nervioso. Sentía que estaba a punto de ser rechazado.

Cuando estuvieron afuera, donde ya no habían rastros de Loe y Sum que estaba espiando bien escondidas, Ann habló:

_Me preguntaba si tú... querrías… venir conmigo en la próxima salida a Hogsmead –dijo en un tono bajo y algo apurado.

Silencio. Aidan estaba sorprendido, y no sabía qué responder. Ann pensó que él no sabía cómo decirle que no, y se puso más nerviosa que antes. Así que en otro arranque Marca Hannah, salió corriendo del lugar.

* * *

_¡Soy una idiota! ¡Soy una idiota! ¡Soy una idiota! ¡Soy una idiota!

_¡Ya, Ann! No es el fin del mundo.

_No, pero está cerca –dramatizó ella, y dejó caer la cabeza sobre el banco de Transformaciones-. ¿Cómo soy tan idiota de invitarlo a salir? ¡Soy una arrastrada! ¡Una buscona!

_Y aparte de todo eso, eres un idiota… se podría decir que eres una amiga bastante completa –dijo, de más está aclararlo, Loe.

La clase con la Profesora McGonagall era bastante normal, sacando el hecho de que Hannah estaba especialmente distraída, contemplando el vacío y cada vez que volvía a la realidad murmuraba “¡Pero qué idiota!” y practicaba el hechizo un par de veces.

Estaban a mitad de clase, cuando alguien tocó la puerta. Era Aidan, caminó hasta el escritorio de la profesora y le susurró algo, le dio unos papeles y luego se fue.

Ann vio todo como si sucedira lentamente. Cruzó con él una mirada que le pareció eterna y volvió a enrojecer.

_¡Maldita sea! ¡Hay cuatrocientos alumnos en este colegio y justo tenía que entrar él! –exclamó en una voz casi inaudible.

_¡Ann! Si me lo preguntaras, te diría que te estás haciendo mala sangre muy temprano, él no te ha dicho que no. Pero como no me lo preguntas, no te digo nada –dijo Chloe y siguió escribiendo.

_Sé que no me ha dicho que no, pero no me dijo que sí. Y el problema es que se quedó pensando mucho tiempo, y si lo duda tanto… no puede ser bueno.

_No fue tanto –contradijo Summer-. Tú porque estabas nerviosa, pero nosotras que te mirábamos desde nuestro escondite, vimos que fue solo un segundo.

_Un segundo que nos bastó para querer matarte cuando saliste corriendo –acotó Loe, sin dejar de escribir.

_Además –siguió Sum-, no estás teniendo en cuenta que es un chico tímido y que tal vez no se esperaba que lo invitaras a salir. A lo mejor el no se animaba a hacerlo en las veces que se vieron últimamente…

_¿Por qué no? Digo… hablamos de lo que sea, hay una buena relación que se presta a que...

_Pero te quiso besar y le corriste la cara. Y te guste o no, eso es un factor determinante de muchas cosas –concluyó rotundamente Summer.

Pero cuando salieron del aula, Aidan estaba allí. Chloe y Sum se tomaron del brazo y se encargaron de desaparecer para dejarla con el joven.

La gente salía del salón y cada uno tomaba su camino mientras ambos, callados, se miraban sin saber que decir.

_Eh… -comenzó él.

_¿Sí?

_Discúlpame por lo de hoy…

_No tienes que disculparte, no debí...

_Sí debiste –la interrumpió él-. Quiero ir contigo, es que no lo esperaba y no supe que decir.

_¡Maldita Summer! ¡Siempre tiene razón! –dejó escapar ella.

_¿Por qué lo dices?

_Nada. Es que les había contado a las chicas lo que sucedió y ella dijo que seguro era la sorpresa. Y ahora tendré que decirle que tiene razón y ella sonreirá con satisfacción. Tú sabes… cosas que uno no soporta en las amigas sabiondas.

El le sorió.

_Bueno, entonces… ¿dónde nos encontramos?

_En el Gran Hall, a la hora de salida, ¿te parece?

_Está bien. Nos vemos allá.

* * *

Con el tema de la cita con Aidan, ella estaba más relajada ahora que no se sentía rechazada. Respecto del mismo asunto, estaba cada vez más nerviosa, porque era ineludible el pensamiento de que algo pasaría entre ellos ese día.

Ann no quería planearlo, por así decir, pero por otro lado le resultaba obvio. Había pasado varios días atosigando a Chloe y preguntándole si besar era difícil y diciéndole que tenía miedo de hacerlo mal. Ella le había dicho que no fuera estúpida, que entendía que estuviera nerviosa, pero que tratara de relajarse y que todo iba a salir bien. Que besar no era ni fácil ni difícil, que era algo que se daba de mil maneras distintas en mil momentos distintos y siempre era mágico. Tanto, que no había posibilidades de que saliera mal. Esto la tranquilizaba, pero no lo suficiente como para asombrarse.

En el tiempo que quedaba antes de la cita, ellos se habían visto poco y nada, porque no habían tenido tiempo. Así que llegaron a ese día casi tan nerviosos como la última vez que habían hablado.

El día de ña ida al pueblo, se saludaron de manera algo cortante, pero luego la conversación se estableció tan sólida como solía ser entre ellos. Esta vez caminaron de la mano, pero por los lugares menos transitados. Como Nícolas tenía partido de Quidditch no había ido al pueblo, y Summer y Chloe debían estar por ahí. Hannah no quería cruzárselas, le daba vergüenza.

Fueron a tomar algo a Las Tres Escobas y rieron mucho. Aún no habían tenido ningún acercamiento significativo, y Hannah se preguntaba por qué. En Las Tres Escobas, se había encontrado con las chicas y se había acercado a ellas.

_Chicas… todavía nada.

_Bueno, nena, no te pongas nerviosa. A lo mejor…

_A lo mejor nada. ¿Mi aliento esta bien?

_Sí.

_¿Mi ropa?

_Sí.

Hizo un par de preguntas más, y luego volvió a su mesa con Aidan. Estuvieron hablando un rato, y luego él le propuso ir a caminar.

_Hay una plaza yendo para aquel lado… ¿te gustaría ir?

_Bueno, vamos.

Cuando llegaron, se sentaron en el pasto y siguieron hablando hasta el anochecer. Llegaba el momento de regresar al castillo, y la distancia repentina de Aidan había vuelto a Ann algo callada.

_¿Te pasa algo? ¿Te estas aburriendo?

_¿Eh? No, para nada.

_De todos modos sería mejor que fuéramos volviendo.

_Sí puede ser. Las últimas carrozas son siempre las más llenas y es menos cómodo.

_Claro. Vamos.

Mientras estaban sentados, ya era indisimulable que Hannah miraba por la ventana entristecida. Estaba preocupada, porque si bien había sido divertido, comenzaba a temer haberse enamorado, y que él la vea como amiga.

Llegaron al castillo y se despidieron en el Hall.

_Me divertí mucho –dijo él.

_Yo también –contestó ella mirando el piso.

_Eh… ¿te parece si nos vemos mañana?

_Bueno. Adiós.

* * *

_¡¿Cómo puede ser?! –se quejaba Ann mientras machacaba semillas en la clase de pociones-. ¿Cuando yo no quiero él quiere, y cuando yo quiero él no quiere? –seguía golpeando con el mortero.

_¡Tran-qui-la! –silabeó Summer- No sabes lo que a él le puede estar pasando por la cabeza.

_¡Ese es el maldito problema! –contestó más fuerte de lo que hubiera querido, y Snape le descontó cinco puntos.

_Mmm… cinco puntos es poco para lo que él nos descontaba usualmente –susurró Summer.

Hannah miró fugazmente a su profesor. Sintió que algo se agitaba dentro de ella, y miró hacia las semillas. Comenzó a ponerlas dentro del caldero. Les contó a las chicas otros detalles de su cita y ellas le dijeron lo que pensaban. Que Aidan gustaba de ella, pero que seguramente no se había animado por lo tímido que era.

_Así como no se animaba a invitarte a salir, tal vez no se animó a besarte…

Hannah no dijo nada más y el resto de la clase se dedicó a medir pros y contras. En eso pensaba, mientras Summer hacía la poción y Chloe se reía de lo feo que era Snape. Se podría decir que fue una clase común y corriente.

Fue al escritorio a dejar el frasco, y sin quiera mirarlo una vez, se fue cabizbaja a guardar sus cosas. Fue la anteúltima en salir, ya que el profesor Snape aún estaba allí.

Cuando salió, vio que Aidan estaba sentado esperándola. Al verla se levantó:

_¿Qué estás hacien…?

El la había besado. Y tal como había anticipado Chloe, había sido mágico. Cuando se separaron, ella no podía articular palabra. Estaba sorprendida. Había sido mucho mejor en ese momento, a que si hubiera pasado el día anterior cuando estaba pendiente.

_Eso tendría que haberlo hecho en Hogsmead… pero temía que me rechazaras…

_¡DIEZ PUNTOS MENOS PARA GRYFFINDOR! ¡NADA DE BESOS EN LA PUERTA DE MI AULA!

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