domingo, 11 de septiembre de 2011

Capítulo 12 --- La historia de Severus Snape

Era muy precipitado hablar en ese momento. Decidieron que lo harían a la tarde del día siguiente, a las seis, cuando el profesor terminara de dar clases.

Cuando estaba en el Gran Hall, Ann se encontró con Lupin. Este le dijo que si estaba libre podrían terminar de hablar. Ella le dijo que lo mejor sería que no, y este se mostró preocupado. Le preguntó dos o tres veces si Snape la había amenazado, regañado o algo similar, y ella le comentó que él la había tratado bien, que no se preocupara, que todo estaba en orden. No muy conforme con la respuesta de la niña, siguió su camino.

Ese día Ann lo tenía libre. Hasta el día siguiente las clases no comenzarían en Hogwarts, así que decidió ver si Chloe estaba sin nada mejor que hacer que hablar con ella. Como no la vio por ningún lado, decidió buscar a Summer, que estaba haciendo la tarea a último momento, porque nada había hecho mientras estuvo en Hurlingham. Ann tampoco, pero ciertamente, le preocupaba menos.

Hicieron la tarea juntas, y luego salieron a dar una vuelta por el castillo, que de seguro terminaría en los terrenos, con ellas volviendo muertas de frío. Hannah le contó lo que había escuchado en Sala de Profesores, lo que Lupin le había contado, e hizo especial énfasis en la última parte de la historia: su pacto con Severus.

_No sé Ann. Por más que estoy a favor de la teoría de que Snape te quiere... me parece demasiado pensar que quiere ayudarte.

_A mi también me resulto extraña su iniciativa, pero piénsalo... yo sola tardaré una eternidad en descubrir qué hay detrás de todo esto. Él en este momento me significa un atajo. Y a él le conviene porque no “sabré de más” todas sus intimidades con Sarah... ¿Mira si encuentro en esa casa una nota que dice: “Gatita, me voy a trabajo. Anoche estuviste fabulosa cuando...”? ¡AHH! –hizo un gesto de asco-. ¡En siglos podré olvidar eso!

Summer reía.

_En eso tienes toda la razón. Pero me preocupa que él censure de más.

_Lo pensé. Mañana cuando me siente delante de él lo primero que voy a decirle es que a la primera cosa que me entere por casualidad que no es cierta, consideraré el pacto roto, y averiguaré el resto por mi lado.

_Me parece una buena medida. Así él sabrá que en cuanto se le escape una mentirita, por piadosa que sea, quedas en libertad de tu promesa.

* * *

Hannah no sabía que hacer para que el tiempo le pase más rápido. Lo peor fue que de un momento a otro, apareció Rose, diciendo que necesitaba hablar urgente con Summer a solas, así que Ann ni siquiera podía hablar con su amiga para pasar el día más rápidamente. Sabía que en sus primeras clases luego de las vacaciones no pondría atención, pero por suerte, a la tarde del día siguiente, habría una visita al pueblo, así que quedaban suspendidas las clases de la tarde.

Lo malo de la cuestión era que Hannah debería llegar temprano para su charla con Snape, justo el día que por fin podría y con Chloe luego de tanto tiempo.

Ann fue a su habitación, y se sentó en la cama a leer el primero de los libros que su amiga le había regalado para Navidad. Comenzó por El Silmarillón, que si bien había sido el último en ser publicado, había sido el primero en escribirse. No era un libro en lo más mínimo entretenido al criterio de Hannah, pero sí era muy interesante. A Ann le encantaba la gente con imaginación y capaz de crear.

Llegaba algunas horas leyendo, cuando Chloe apareció en la habitación. Hannah cerró el libro, y se pusieron a conversar y a comer el resto de las golosinas navideñas que Ann había llevado a Hogwarts. La charla estaba cortante. No era lo mismo que antes, por alguna razón. Ann no se sentía bien respecto del abandono de Loe cuando más la necesita, y Loe estaba al tanto de la situación. Con eso bastaba para que el aire se cortara con cuchillo. De todos modos, Hannah le contó todo lo que había hablado con los chicos en las vacaciones. Y le dejó el recado de Mathew: “Entonces, dile a esa enana maldita que se vaya al...”.

_¡Ay, pobre! ¡Se debe haber puesto mal en serio!

Hannah prefirió no acotar. Entonces recordó algo que debía decirle. Se sentía medio estúpida de ser ella la que tuviera que cancelar, y más hacerlo por hablar con Snape. Mientras pensaba cómo decirlo, Loe, que se sentía igual de mal por tanto silencio, le dijo:

_¿Te molestaría si en lugar de estar toda la tarde nosotras, nos encontremos tipo cuatro y media? Es que olvide que tenía planes y le dije a Nícolas que iría al pueblo con él a ayudarlo a escoger unos regalos para enviar...

_Eh... bueno, yo justo iba a decirte si no podíamos regresar temprano porque tengo cosas que hacer... como iremos al pueblo a la una y media, pensé que a las cinco ya sería un buen horario para regresar... tengo que estar a las seis en el castillo.

_¿Por qué?

_Tengo planes...

_¿Incancelables?

_No, puedo cancelarlos, pero no estoy dispuesta a hacerlo solo porque tú no te cansas de posponerme –le reprochó Hannah de mal modo.

_¡No lo decía por eso! –se defendió Chloe- ¡No iba a pedirte que canceles! ¡Era solo que me llamaba la atención!

_¿Por qué? ¿Crees que eres la única que tiene vida propia y que no tengo nada mejor que hacer que sentarme a esperar que se te ocurra hablar conmigo? ¡Me da pena que no lo hayas notado, Chloe, pero mi vida hacer rato que se acostumbró a tu ausencia.

Chloe estaba pasmada. No sabía que contestarle, porque no era ese el momento en que ellas hablarían al respecto y no tenía del todo preparado lo que quería decirle.

_No eres la única que tiene mejores cosas que hacer, Chloe –prosiguió Ann.

_¡Lo sé! –fue lo primero que Loe pudo decir- ¡Lo sé! ¿Crees que no te extrañé en todo este tiempo?

_Sí, eso es precisamente lo que creo... –le dijo Ann, y se fue dejando a su amiga sola en su habitación.

Sin Summer y sin Chloe, no tenía lugar a dónde ir a llorar sin que Loe lo viera (para una persona orgullosa como ella no había nada peor que llorar en público), así que se fue a la biblioteca. Fue un gran error haberse ido, porque se haberse quedado, habría visto que Chloe también estaba llorando, porque ese distanciamiento le dolía tanto como a ella. Pero Hannah estaba tan enojada (por más que lo hubiera negado todo ese tiempo) que pensaba que la única mal por esa situación, era ella, ya que Chloe no la necesitaba más en su vida.

Pero era tan falso. Chloe no estaba nada bien, pero como había estado distanciada de absolutamente todo, no tenía otra amiga a la cual contarle sus cosas. Hannah, al menos hablaría con Summer en cuando Rose terminara de necesitarla, pero Chloe ¿con quién hablaría? Ni siquiera podía recurrir a sus amigos muggles, porque ellos no enviaban cartas con lechuzas. Y fue ese espantoso momento de soledad, en el que Chloe deseo más fuerte que nunca amigarse con Hannah una vez más.

Era obvio que esa tarde no se verían durante una hora en el pueblo. Y menos después de lo que habían hablado.

Como Chloe vio que Hannah y Summer regresaban a la Sala común después de la cena ese mismo día, decidió perder el tiempo por ahí y subir cuando ambas estuvieran dormidas para no pasar otro momento tenso. Con lo cuál, llegó el momento de ir al pueblo, ellas todavía no habían hablado, y además esa mañana las cosas habían empeorado porque Chloe no se había sentado con ella en Adivinación. Es más, ni siquiera había llegado todavía.

Ann le había prometido a Summer que averiguaría si había espacio, ya que esta estaba cansada de Aritmancia. Mientras escuchaba a la profesora decirle que había previsto que eso iba a suceder, miró la planilla y vio que Chloe estaba tachada con una línea de tinta.

_Sí, por supuesto que me ocupé de reservarle un lugar a tu amiga, porque como ya lo he dicho, mi ojo interno...

Hannah no escuchaba. Chloe no le había dicho nada de que dejaría la materia cuando ella llego. Ni siquiera lo había dicho camino al castillo, cuando solo se dedicó a hacer preguntas estúpidas. Entonces recordó lo que la profesora de Aritmancia le había dicho a Summer acerca de que había un alumno que quería tomar esa materia en cuando se desocupara un lugar. Seguramente Chloe se había cambiado para estar con Nícolas en la única materia que no se veían.

No dijo nada y se fue a sentar. No veía la hora de que Summer estuviera en esa materia con ella, así no tendría que recordar a Chloe cada vez que una vez más, su lugar estuviera literalmente vacío.

En ese momento, no solo no tenía caso ver a Chloe durante una hora, no tenía sentido ir al puedo. Hannah le dijo a Summer que quería estar sola, que fuera al pueblo con sus otras amigas, que ella se quedaría en la habitación leyendo hasta que llegara la hora de ver a Snape.

A las seis menos cinco, Hannah comenzó a caminar hacia las mazmorras. Caminó más rápido de lo que esperaba, debido a los nervios que no dejaban de estrujarle el estómago. Llegó justo al mismo tiempo que Snape, y se encontraron en la puerta. Ann supo que Severus estaba incómodo ya que no la había saludado ni siquiera con desprecio.

Abrió la puerta y le hizo un gesto de que entrara primero. Luego pasó, cerró enérgicamente la puerta y se sentó. Puso en un cajón los papeles que había traído del aula, y luego le dedicó a Hannah una fría mirada.

_Empecemos –dijo-. Te contaré la historia, podrás hacer preguntas, pero yo decidiré si te las contesto o no ¿entendido?

_Entendido.

_Bien. El diario que tú tienes, es el que ella escribió en nuestro quinto año. Como bien sabes, ella era amiga de mis peores enemigos en Hogwarts, pero no recuerdo cómo, eso dejó de ser un impedimento.

_Fue cuando la besaste mientras ella te insultaba... –le recordó amablemente Hannah.

Snape se movió en la silla. Se acomodó como si estuviera incómodo en ella. El pelo de cubría el rostro y ella no podía verlo. Cuando él la miró, lo hizo con un gesto de seriedad habitual.

_Empezamos a vernos a escondidas de mis amigos y de los suyos. Pero éramos amigos, y nada más. Pasaron los meses y nos pusimos de novios, pero seguía siendo un secreto. De hecho... no recuerdo cómo o cuándo se hizo público...

_La besaste delante de todo el colegio a fines de Febrero del 1985... lo soñé el otro día –comentó dando por sentado que sus sueños serían explicados más adelante.

_Cuando yo digo que no recuerdo algo, no es en señal de que quiero recordarlo, así que no digas nada –advirtió bruscamente.

Ella asintió. Snape le dirigía una mirada calculadora.

_Pero antes de que todos lo supieran, algunas personas se habían enterado: Lily Envans, James Potter y Remus Lupin. Eran las personas más allegadas a ella, junto con Sirius Black... como notarás, eran un buen grupo de cretinos infelices, y todos tuvieron el destino que se merecían... –se quedó callado un par de segundos, como queriendo darle la oportunidad de acotar algo, o defender a alguien, para regañarla otra vez; pero Ann no dijo nada y él tuvo que continuar, sin la satisfacción de gritarle antes-. Pero por muy cretino que fuera Black, ella le tenía mucho aprecio y no se atrevía a decirle la verdad. Pero él la averiguó por su lado...

_Leyéndole el diario... también lo soñé.

_Sí, exacto. Un enfermo, estúpido... eran tal para cuál. Una traición semejante era algo que solo una persona de moral tan baja como Sarah podría hacer...

_¿Por qué la insultas? –preguntó sin entender.

_Porque eso es lo que es, y si te dejas de interrumpir y me escuchas, sabrás el resto. La cuestión es que por eso ella decidió dejar de escribir. Adoraba escribir en su maldito diario cada cosa que hacía, pero esa costumbre se le fue ante esa situación y por eso no sabes qué sucedió después.

Hannah estaba muy ansiosa. Todo lo que le estaban diciendo era lo que ella ya sabía, y no veía la hora de enterarse en qué circunstancias Sarah decidió huir.

_Sin Black en el medio, mi relación con ella era perfecta. Nosotros habíamos tenido nuestras peleas, pero la mayoría tuvo que ver con la intromisión de ese inútil y cobarde asesino. Todo estaba en equilibrio sin él, y antes de terminar séptimo año, le pedí que se casara conmigo.

Hannah pudo ver un destello en los ojos de él, pero no hubo más que eso. Snape era experto en esconder sus sentimientos. Ann tenía un nudo en la garganta. Nunca había pensado que a ese hombre delante de ella las cosas pudieran afectarle, pero narrar la historia de ese modo le hacía ver que hasta las personas más increíblemente frías pueden sentir dolor. No sabía qué significaba ese destello, pero al verlo sentado mirando hacia otro lado, lo sintió como nunca antes: vulnerable.

_Cuando ella le comentó a su familia que se casaría conmigo, todo estalló y ellos estaban completamente en contra. Ya de por sí, toda la vida de Sarah la habían hecho lo más imposible y detestable que pudieron, y esa no iba a ser la excepción. La pelea fue tan grande, que Sarah tuvo muchos problemas de salud causados por los nervios. Después de eso, ella debía volver a su casa, porque para cuando salió del hospital, las clases habían terminado. Como no podía volver a Hogwarts, decidimos irnos a vivir a la casa que habíamos comprado en Hogsmeade. Gringotts nos concedió un préstamo a pagar en diez años, con el que pudimos salir adelante. El problema era que nuestros ingresos eran bastante limitados y Sarah no conseguía trabajo porque no había terminado el colegio. El único empleo que consiguió una mujerzuela como ella, fue de actriz. Ella y su amante se confabularon para quedar como los protagonistas de dicha novela.

_¿Qué amante?

_Sirius Black. Cuando Sarah me dijo que actuaría en una novela de amor, a mí no me causó nada de gracia la situación. Yo era bastante celoso antes de eso, y obviamente eso sólo empeoró las cosas, que terminaron de romperse cuando me dijo que el papel del protagonista masculino se lo habían dado a ese... ese... –pero parecía no encontrar insultos acordes a la furia que trataba de reprimir en ese momento- ese hombre... y desde entonces las cosas fueron cuesta abajo. Y yo, otro estúpido, creí sus malditas palabras acerca de que ella no tenía idea de que Black hubiese participado de las audiciones, pero de todos modos estuvimos sin hablarnos un tiempo. A medida que mi enojo crecía, más nos distanciábamos. Un día, un amigo que no voy a nombrarte llegó a mí con una propuesta. Unirnos a un grupo de purificación de la sangre, que se encargaría de llevar a la raza mágica a la cima del mundo.

_¿El Innombrable?

_Sí. Con Sarah, en nuestros tiempos felices, habíamos prometido que jamás nos uniríamos a un grupo así. Claro que eso había sido mucho tiempo antes, cuando la existencia del Señor de las Tinieblas sólo eran rumores. Ahora era de verdad. Él existía. Y Sarah se pasaba todo el día “trabajando” con ese idiota de Black... ¿qué daño podría hacer si rompía esa promesa? Y ahí cometí el peor error de mi vida y me uní al Innombreble. Ella no tardó en darse cuenta, como era de esperarse. Una mañana cuando me fui a trabajar, Sarah estaba en casa con Black, estaban hablando en susurros y se quedaron callados cuando yo bajé de la habitación. Me fui a trabajar, a mi trabajo de espía en el ministerio, y los dejé solos. A la noche, cuando regresé tuve con Sarah mi última discusión. Ella me dijo que había sido amante de Black durante toda nuestra relación, y que esa misma noche ella se iría con él que la estaba esperando.

Movió la cabeza a un lado, esperó unos segundos, y luego agregó mirando a Hannah:

_Esa fue la última vez que la vi. Luego de que ella se fuera, decidí pasarme al lado de la Orden del Fénix, el lado de Dumbledore y fui el espía que mantuvo a Dumbledore informado de todo lo necesario hasta la caída del Señor de las Tinieblas, en julio de ese año, cuando Potter nació.

Pero por primera vez, Ann vio una lágrima contenida en uno de los ojos de Snape, y en el pecho la oprimía un dolor espantoso. Tuvo el impulso de lanzarse a los brazos de Severus y contenerlo. Pero eso sólo haría más grande la incomodidad que ambos sentían.

_Supe quién eras en cuanto te vi –siguió él, luego de unos segundos de silencio.

_¿A qué te refieres?

_Cuando Sarah y yo nos llevábamos mal, y nuestra relación estaba a punto de acabarse, aún teníamos momentos de calma en los que nos contábamos nuestras cosas. Ella no veía mucho a sus amigos, más que nada porque todos trabajaban para Dumbledore que intentaba frenar al Innombrable que estaba casi en la cima de su poder. Sarah, como conocida amiga de Dumbledore, no salía de la casa por miedo a ser asesinada. De hecho el Señor de las Tinieblas estuvo a punto de matarla una vez, pero ella pudo escapar. Dejó de trabajar. El único con el que mantenía contacto era con Black. En Junio de 1989, llegó con la noticia de que su madre había tenido otra hija. Ella parecía desconcertada, pero esperanzada. Lo único que la tenía mal, era el hecho de que tal vez su hermanita no llegaría a conocerla. Por supuesto hizo especial hincapié en la frase “No sé cuando esas pestilentes bestias llamadas Mortífagos vendrán a buscarme”. Dijo también que quería conocer a la niña, verla aunque sea una vez antes de que el Innombrable dejara de perseguir a los Potter y a los Longbottom, porque sabía que ella sería la siguiente. Fue al hospital dónde estaba su madre y cuando llegó, estaba durmiendo. Aprovechó y mágicamente, como si su hermanita fuera un Pensadero, le dejó sus recuerdos. Me contó eso al regresar y dijo que así, al menos, estarían unidas para siempre. El día que llegaste a Hogwarts, te reconocí de inmediato. No solo eras increíblemente parecida a ella, sino que además estabas justo para al lado de Potter, que por desagracia es igual a su padre. La edad encajaba, no podrías se otra que su hermanita.

Silencio profundo. Luego Hannah, que estaba llorando, dijo:

_De modo que no soy tu sobrina, sino tu cuñada.

_No. No eres ni eso –explicó-. Lo fuiste sólo cuando tenías un día de nacida, ya que el 21 de Junio terminé definitivamente mi relación con tu hermana.

_¿Y tu hermana? ¿No es mi mamá? –preguntó Ann, pero esa pregunta se escapó de su boca como si tras tanto tiempo deseando hacerla se hubiera acumulado hasta no dejarle lugar.

_Sí. No sé cómo, pero llegaste a manos de mi hermana. La única persona en este mundo capas de hacer las cosas más difíciles. No sé cómo fue que llegaste a sus brazos. Supongo que la familia de Sarah te habrá abandonado al descubrir lo que Sarah había hecho... y no se les ocurrió mejor idea que abandonarte en casa de mi única familia viva. Supongo que habrán esperado que yo te adoptara, dado que pensaron que yo era lo más cercano a Sarah que había. Pero erraron. Así que todo lo que respecta a tu vida, es ahora una cuestión de mi hermana. Pero yo no soy tu tío, ni siquiera tu medio tío como creías hasta ayer.

Hannah, mientras lloraba, dejó escapar una risa corta y baja:

_Ayer no creía que fueras mi tío.

_¿No?

_No. Creía que eras mi papá –confesó.

Le sonaba tan absurdo ahora que sabía la verdad...

Severus alzó una ceja.

_Sarah no tuvo hijos. Al menos no conmigo. Así que en todo caso serías hija de esa perra con el cretino de Black.

Silencio.

_Entonces... no somos nada –suspiró Hannah.

Miró a los ojos a Snape. Esos profundos ojos negros ya no le parecían fríos en absoluto. Le parecían sólo tristes. Era la mirada de una persona que había pasado por mucho dolor.

Se levantó, y también lo hizo él para acompañarla a la puerta. En silencio caminaron hasta allí, y cuando él menos lo esperaba, ella se lanzó a sus brazos y lo abrazó con fuerza. Él se quedó tieso unos instantes, y luego la apartó. Ella rompió a llorar, y luego, con la voz quebrada, le dijo:

_Lo admiro, profesor Snape, lo admiro por haber soportado tanto. Gracias por haberme contado esto a pesar de lo difícil que sé que es para usted. Adiós.

Y se fue. No sabía adónde iría. Era de noche, el horario para estar afuera de la Sala Común estaba por acabarse, así que de seguro la sala estaría llena de gente. No tenía ganas de ver a nadie. No tenía ganas de hablar con nadie. Fue a la torre de Astronomía. Quería quedarse allí hasta la madrugada siguiente. No le importaba el frío, que la descubrieran, no le importaba lo que pudiera suceder.

Cuando estuvo allí sentada, sola, vio todo con más claridad. Sarah, para variar, no había sido lo que parecía. Y si Severus había cometido un error al ir con Voldemort, había sido en despecho por una evidente infidelidad y había recapacitado a tiempo pata ayudar a Albus Dumbledore.

A cada rato recordaba el dolor que, vanamente, Severus había intentado ocultar, recordaba aquella lágrima incipiente encerrada en su ojo. Recordaba la foto de ella que él aún guardaba en su cajón. Pensaba que él, a pesar de tanto dolor y traición, aún la amaba aunque la insultara. Y ella, quería curar ese dolor. Quería hacer que él la olvidara.

* * *

El amanecer la sorprendió al llegar antes de lo que ella esperaba. Eran las seis de la mañana, se levantó y decidida caminó hacia las mazmorras. Cuando llegó a la puerta de la habitación de Snape, lo vio salir y encaminarse hacia el otro lado, y tuvo que caminar un poco más rápido para alcanzarlo. Cuando lo hizo, lo tomó de una mano. Sintió su cálida y suave piel. Él se dio vuelta y se sorprendió al verla. Pero más se sorprendió, cuando ella lo besó sin previo aviso.

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