lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 28 --- Búsqueda

Ninguna de las cosas que había sentido hasta el momento, se asemejaba con esa. Miles de recuerdos soñados que se mezclaban con los leídos, los que había imaginado. Se repetían, pero sin dejarle pensar en ellos, era como si la controlaran. Fue un tormento que aunque duró un par de minutos, para ella fue mucho más que eso.

Estaba quieta, con el libro abierto delante de su carita entristecida. Cuando pudo reaccionar, se secó una lágrima que estaba por caer sobre el diario. Miraba la letra apresurada y temblorosa de su hermana. Se estremecía de pensar en las penas que había vivido, y comprendía que decidiera empezar de nuevo. Se sentía culpable por haberla juzgado. Había creído más en la palabra de su profesor que en la de Sarah. Le había hecho lo mismo que Severus Snape.

En silencio se sentó y trató de pensar, lo que desde luego, no le era nada fácil. Se sentía atontada y sus pensamientos eran ecos de las palabras que intentaba intercalar. Las imágenes eran destellos de su mente. Aquel beso entre ellos podía sentirlo en los labios, como si hubiera sido ella la besada. Recordaba cuando sí lo había sido, muchas noches antes, en un corredor de las mazmorras. Al recordarlo, volvieron a ella los sentimientos que intentaba enterrar.

En ese momento pensó en Aidan. Su novio. Tantas cosas lindas le hacía sentir… pero eso no tenía punto de comparación con el profesor. Aquel hombre misterioso y traicionero, la había conquistado mucho más que la perfección y sencillez de Aidan.

Severus Snape podía hacerla temblar con la mirada, y acelerar su respiración y sus latinos con el más sutil contacto. Un segundo semanal en que sus vidas se cruzaran, bastaba para que ella pensara en él todo el tiempo restante. No podía hacerla sonreír, pero una corta ausencia era suficiente para que ella llorara.

¿Qué era más fuerte en ese momento? ¿Las cosas que sentía por él o la decepción de que le hubiera mentido? Quería hablarle, preguntarle cosas… pero a la vez quería gritarle e insultarlo. Se sentía una estúpida por haber confiado en su palabra y por haber creído que sus amigas se equivocaban al ponerla en duda.

Por primera vez, sintió necesidad de encontrar a su hermana, pero esta vez no era impulsada por la curiosidad. En esta ocasión era la más sincera preocupación por qué pudo ser de Sarah, que no estaba con Sirius Black. Sirius… Canuto… ¿Por qué no se fue con ella si tanto la amaba? ¿Por qué la dejó irse despechada, herida y embarazada sabiendo que la perseguía el asesino más grande la historia de los magos? ¿Acaso no había jurado que sería su Angel Guardián?

Tenía que averiguar dónde estaba, pero si Albus Dumbledore la había buscado y Remus Lupin también, siendo magos más importantes que ella y no habían hallado nada… ¿Qué posibilidades tenía Ann de lograrlo?

_Ann… ¡Aquí estabas! –dijo Summer cerrando la puerta detrás de sí-. Aidan te busca. Me dijo que te diga que él estará en el Gran Salón por si quieres ir. ¿Qué te pasa? Parece que estuvieras por desmayarte… Ann… ¡Ann! ¿Estás bien?

Hannah no escuchaba. Ni siquiera se había percatado de la presencia de Summer. No escuchaba su voz, no podía verla. Cayó al piso, inconsciente.

_Sarah… Hay algo que no entiendo... ¿por qué sigues viviendo con él? ¡Pasaron dos semanas desde que descubriste que…! ¿Qué te pasa? Parece que estuvieras por desmayarte… Sarah… ¡Sarah! ¿Estás bien?

Era Lily quien le hablaba, desde el otro lado de una pequeña mesa donde además de ellas, estaba Harry sentado en un silla alta.

Sarah no respondía. Estaba pálida y ojerosa. Su piel parecía casi transparente.

-Estoy bien, Lily, no voy a desmayarme -hizo una pausa, se veía incómoda-. No estoy segura de si irme es lo mejor…

-¿Cómo? ¡Claro que es lo mejor! ¡Si te ocultó que es Mortífago no debe importarle mucho la relación de ustedes! Sé que duele, Sarah, pero es lo mejor…

Repentinamente, y causando un ligero sobresalto a Lily, Sarah rompió a llorar. Desconsoladamente. Entre sollozos decía…

-Es que… ¡Tú no sabes! ¡Hay algo que no te he dicho! -trataba de respirar profundo y calmarse, pero era obvio que no podía.

Su amiga le sirvió agua, se la dejó en la mesa y la abrazó. Poco a poco Sarah se fue serenando. Bebió. Respiró profundo y explicó:

-Esa noche… hicimos el amor.

Lily se llevó una mano a la cara adivinando lo que vendría a continuación. Sarah hizo una pausa, y luego confirmó.

-Sí, Lily… estoy esperando un hijo suyo.

-Pero… ¿Cómo es posible? ¡Ustedes se estaban peleando!

-Sí, pero… se dio. Solo. Yo no provoqué nada y él tampoco, es sólo que… no puedo explicarlo. Le pregunté si me amaba y me besó y me dijo que sí y… no sabes, no sabes lo que sentí en ese beso… realmente sentí que me amaba y… bueno, ya lo sabrás… una cosa levó a la otra y...

Silencio.

-Ahora entiendo por qué te costaba tanto decidir…

-No sé. No tengo la menor idea de qué hacer.

-Si quieres, Sarah, tú sabes que puedes venir a vivir aquí. No es lo más maravilloso del mundo, pero estarás a salvo. James estará muy contento de que estemos los cuatro juntos... bueno, los cinco.

-Lo sé, Lily, pero… no quiero dejar la casa. Hacerlo sería alertar a Voldemort de lo que sé y que planeo algo y… no quiero que las cosas se alteren más de lo que están y claramente irme provocaría eso.

-¿Y no crees que él ya se lo ha dicho?

-En un principio lo pensé, pero al ver que pasaban los días y no ocurría nada, me di cuenta de que por alguna razón, no ha hablado -hizo una pausa-. Dame unos días, Lily, dame un tiempo para planear qué hacer y luego te lo diré. No le digas a nadie. Yo lo haré cuando lo considere prudente.

-Tienes mi palabra -dijo tomándole la mano.

Hannah se despertó en la enfermería, escuchaba murmullos. Sabía que eran las voces de Summer y Aidan, pero no quería abrir los ojos y verlos. Estaba tranquila fingiendo que seguía inconsciente.

Decidió escuchar la conversación:

_No sé qué le pasó. Cuando entré ella ya estaba así. No respondía, parecía como… ida.

_¿Tienes una idea de qué pudo ser?

_Eh… -Hannah conocía esa expresión.

Era un “sí” clarísimo, pero sabía que Summer no diría nada.

_Tal vez no almorzó bien… pero ve, no te preocupes. No puedes faltar al examen. Yo me quedaré con ella hasta que regreses…

_No, no quiero dejarla. No me importa reprobar.

Summer le sonrió.

_No te preocupes, Aidan, ella estará bien. Te prometo que no la dejaré sola.

El chico, resignado, se machó en silencio. Sum miró a Hannah mientras pensaba varias cosas que creía que podían ser la causa, pero lo que más pensaba en ese momento, era que Aidan no lo sabía y Ann no querría contarle ninguna de ellas.

_¿Ann? Sé que estás despierta. Te estás moviendo mucho para estar dormida…

Hannah abrió los ojos. Intentó hablar, pero su voz era casi inmanejable. Estaba afónica.

_¿Qué le pasa a mi garganta? –susurró.

_Debe ser por lo que lloraste.

_¿Llorar?

_Sí. Cuando se desmayaste te largaste a llorar. Y murmuraste cosas… pero no te entendía lo que decías. Pero lloraste, y mucho. Tuve que esperar a que te calmaras para traerte a la enfermería… si no, levantaríamos muchas sospechas… ¿Qué soñaste?

Hannah le contó su visión, y Summer sacó rápidas conclusiones. Pero no dijo ninguna. Se limitó a preguntar:

_¿Y qué tiene eso que ver con la última nota?

_¿Qué última nota?

_No lo sé, esperaba que tú me lo dijeras…

_No soñé con ningún diálogo así –dijo Ann, algo confundida, forzando a su mente a recordar cada palabra.

_Cuando te dejaste de llorar, comenzaste a decir “Hasta la última nota… Hasta la última nota. No debe perderse ninguna. Hasta la última nota”

Hannah se quedó completamente sorprendida. Era como si le estuvieran contando de una película desconocida y le juraran que la había visto.

Llegó Chloe y mientras Ann miraba el techo desde la cama de la enfermería, Summer la puso al tanto de todo lo que sabía, incluyendo el sueño que Hannah le acababa de contar.

Estuvieron un rato debatiendo acerca de Sarah y se si merecía o no todo lo que sucedió. Cuando Aidan regresó se produjo un repentino silencio. Las niñas se miraban y ninguna decía nada. Para romper el incómodo momento, él preguntó:

_¿Cómo te sientes?

_Nosotras nos vamos –dijeron las chicas, y se fueron del lugar.

Silencio.

_Bien, supongo. He estado peor… pero también he estado mejor.

El le sonrió.

_Es hora de cenar… pensé que podría quedarme aquí contigo.

_No, no quiero. Vete con tus amigos.

_Pero Ann… ¡A ti no te gusta cenar sola!

_No importa. Vete.

_Pero quiero estar contigo…

_¡VETE! –le gritó.

Su voz repentinamente había regresado, y en el peor momento. Aidan la miraba sin comprender.

_Que descanses… -le susurró antes de dar media vuelta e irse porque el mismo lugar que las amigas de Ann poco tiempo antes.

Hannah estaba molesta. Al principio sentía que tenía razón y que si ella quería estar sola, él no tenía por qué insistir. Pero luego de pensar a solas un rato, se dio cuenta de que Aidan solo intentaba contenerla, hacerle compañía y cuidarla.

Se sintió culpable y sorprendida. No sabía ni por qué lo había hecho. No sabía por qué lo había tratado así, si después de todo él no le había hecho nada malo. Pero si había un defecto que Hannah y Sarah tenían en común, era que les constaba más decir “Te quiero” que decir “Déjame sola”.

Solo le habían dado un día de reposo, así que a la mañana siguiente fue a desayunar con el resto del colegio. Lo primero que hizo fue dirigirse a la mesa de su novio taparle los ojos con las manos. El adivino su nombre, volteó y le sonrió.

_Parece que estás mejor... –le dijo suavemente, tras darle un dulce beso- tienes mejor semblante.

_Me siento mejor, al decir verdad –respondió ella mientras se sentaba a su lado, saludó a los amigos de Aidan y comenzó su desayuno-. Disculpa cómo te traté anoche. Estaba de mal humor, pero no era tu culpa.

_Está bien, no importa –la tranquilizó él-. No debí insistirte.

Si había algo que le encantaba de su relación, era que todo se aclaraba de inmediato. Eso le daba seguridad. Aunque ella sabía que estaba mal, no podía evitar compararlo con Severus, con quién dicho sea de paso, todo siempre quedaba metido en una neblina de incógnitas.

En realidad, eran Summer y Chloe las que le decían que estaba mal la comparación, pero ella se sentía mejor haciéndola, porque así veía con más claridad los motivos por los que estaba con Aidan. Veía la fortaleza de ambos juntos, y se tranquilizaba. Ver las cosas así, la ayudaban a disipar las dudas sobre su decisión.

Cuando terminó, se fue a la mesa de Gryffindor a buscar a las chicas para ir a la primera clase. Pero Chloe recién había bajado y no parecía tener el menor apuro en ir. Sabían que llegarían tarde, pero como esa mañana tenía Adivinación, estaban seguras de que la profesora haría especial hincapié en destacar que ya estaba al tanto de que ellas llegarían tarde, y luego de su larga perorata sobre el ojo interno, olvidaría ponerles media falta.

Fue la primera vez que Ann estuvo distraída de la clase por una causa que lo justificara. Perdida, mirando el sol declinando a través de la ventana, no dejaba de pensar en Sarah, y si en ese instante estaría mirando el cielo también. Se preguntaba si su hermana pensaría en ella en algún momento. Preguntaba si existía la posibilidad de que la estuviera buscando, o si había dado por sentado que había muerto junto con el resto su familia. Pero la pregunta que más rondaba por su cabeza, era cuál era la última nota.

* * *

_No lo entiendo –les decía horas después a las chicas mientras revolvía el diario en la Sala Común-. He leído todo, hasta la última nota del último párrafo. No hay ni la más mínima pista de adónde pudo haber ido. Y es obvio que eso no va a decirlo, porque ni ella lo sabía. El sueño que tuve cuando me desmayé era de dos semanas después de haber escrito esto... y ella le decía a Lily Potter que aún no había decidido qué hacer.

_Si te digo la verdad, Ann, pienso que es imposible que la encuentres... ni siquiera debe estar en este país –opinó Chloe.

_Lo sé, pero... de a ratos siento que... ella está cerca.

_Pero eso puede ser porque leíste el diario.

_Yo no estaría tan segura –intervino Sum-. Annie...

_Ann.

_Ann –rectificó Summer ante la corrección de Hannah- tiene una fuerte conexión a Sarah porque ella le dejó sus recuerdos. Tranquilamente esa vinculación podría ser un aviso de que ella esta verdaderamente cerca. ¿En qué nos basamos para saber que ella no desea volver?

_¿A qué te refieres?

_A que ella se fue porque Voldemort la perseguía y Snape prácticamente la había abandonado... pero han pasado años. El sobrino o sobrina de Ann, debe tener casi nuestra edad, y ya no hay nada que la detenga... ¿Por qué no regresaría a hacer justicia y presentarle a Severus su hijo o hija?

A esa reflexión le siguió un prolongado silencio y un juego de miradas. Como nadie hablaba, Summer continuó.

_Si yo fuera Sarah, volvería y le diría a Snape: “Aquí está tu hijo, hazte cargo”. Supongo que para este entonces ya habrá superado todo lo que pasó, no creo que siga en un cuarto encerrada llorando.

_Eso es cierto. Pasaron suficientes años como para que ella se haya enamorado de nuevo... incluso que haya formado una nueva familia –dijo Hannah-. En ese caso, puede que no quiera venir para no dejar a sus otros hijos o su marido...

_Bueno, de eso no estaría tan segura –interrumpió Summer-. Dumbledore te dijo que los últimos papeles que se tenían como prueba de la existencia de Sarah, era el certificado de sexto año terminado. Si ella se hubiera casado, sea en este país o en otro, el Ministerio lo sabría. Un mago no puede irse en escoba a otro país y casarse allá como si nada.

_Entonces si no hay papeles en el Ministerio, ni en Hogwarts... no tenemos por dónde empezar a buscar.

_También está la casa de ella... –les recordó Loe- “Hasta la última nota”, eso no implica que sea necesariamente algo escrito en el diario...

Lo bueno de que ellas fueran tan distintas era, entre otras cosas, que siempre alguna decía lo que las otras no habían pensado. Por lo cual todo se veía más complejo después de cada debate.

Luego de un par de horas, Summer se fue a la biblioteca a buscar un libro para un trabajo de Pociones que tenía que hacer, y Chloe se fue con Nícolas a dar un paseo porque no quería hacer ese mismo trabajo.

Hannah por su parte no debía hacerlo porque había aprobado el examen, pero Aidan tenía que juntarse a estudiar con unos amigos, y Ann tenía toda la tarde libre.

Estaba recostada en un sillón alargado de la Sala Común, sola, pasando lentamente las hojas del diario de su hermana. Ya ni siquiera las releía, solo pensaba. Ni siquiera prestaba atención a los números de las hojas. Su mente vagaba superficialmente por diversos pensamientos, sin intentar desentrañarlos.

Summer entró en la habitación, y ella ni lo notó.

_Dime que esta vez no vas a desmayarte...

Ann le sonrió.

_No, estoy bien. Sacando, claro está el hecho de que no tengo ganas de levantarme. En realidad... no tengo ganas de nada.

_Eso nos pasa a todos... daría lo que fuera por no tener que hacer el trabajo de Pociones –dijo levantando el libro que acababa de traer.

_Si quieres yo lo haré por ti... –se ofreció Ann.

_¿No era que no tenías ganas de hacer nada?

_Sí, pero no considero Pociones dentro de eso. Sabes que me gusta la materia, así que no me cuesta hacerlo.

Summer no discutió más y le alcanzó el libro. Se sentó en la mesa donde había dejado sus cosas. Hannah tomó su mochila y se sentó junto a ella.

_Claro que lo haré con mi letra, así que luego deberás pasarlo en limpio, y cambia la redacción. Toma el trabajo que yo hago como un modelo, y luego explícalo a tu modo.

_Lo haré –prometió Sum-. Pero insisto en que él se dará cuenta.

_No, no te preocupes. Y si lo notara, fingirá que no para no tener que hablar conmigo.

Las amigas rieron. Ann empezó a leer y escribir. Se le hacía fácil, así que no le tomó demasiado tiempo responder todas las preguntas.

Le gustaba hacer trabajos de Pociones, eso era cierto y lo reconocía muy a menudo, pero la verdad que no decía y que incluso se negaba a sí misma, era que no le gustaba hacerlo en sí, sino que los leería Seveus Snape.

Era casi como escribirle una carta, pero con un tema estipulado y claramente aburrido. Pero era lo único que él podía tener de ella en ese momento… y tal vez, de ese momento en adelante.

Mientras Hannah se encargaba de eso, Summer clasificaba sus pergaminos, que siempre tenía desordenados en el mismo libro. Algunos, que estaban en blanco, los frotaba con una pequeña goma de borrar colorada.

_¿Qué es eso? –preguntó Hannah extrañada.

_Es un Revelador. Lo compré en el Diagon Alley. Revela la tinta invisible. Se lo vi a Granger el año pasado y supe que quería uno. A menudo escribo poemas que no quiero que nadie lea en tina invisible, pero luego olvido dónde los pongo.

Hannah ya no escuchaba, solo miraba el Revelador ir y venir en la hoja por la que Summer lo deslizaba. Repentinamente se lo quitó de la mano y abrió el diario, pero no en una página al azar… sino en la 312.

Como el segundo diario era significativamente más corto que el primero, lo único escrito en la página era el número. Ann lo frotaba con fervor, y soplaba los restos de la goma que le opacaban la visión. Unas letras comenzaron a aparecer.

Summer y Hannah intercambiaron miradas y las siguientes escazas palabras:

_¿No es sorprendente? –preguntó Ann asombrada.

_No, es escalofriante.

Cuando sus ojos regresaron a la hoja, se llevaron una gran desilusión. Tan cerca… tan pero tan cerca de revelar el misterio, para que en vez de letras sean garabatos a los que no les podían encontrar sentido con facilidad. No sabían cuánto tiempo estuvieron recorriendo la hoja con la mirada antes de volver a hablar, pero pareció mucho tiempo.

_¡No puede ser!

_¡Pero qué mala suerte!

Hannah se llevó ambas manos a la cabeza y se echó el pelo hacia atrás para descargar aunque sea un poquito se su rabia. Summer se levantó indignada y comenzó a caminar.

Enojada, y aprovechando que estaban solas, dijo con voz enérgica:

_¡Es injusto! ¿No te das cuenta?

_¿De que más que un misterio parece que Sarah se estuviera burlando de nosotras?

_¡No! ¡De que todo esto no es más que un maldito ciclo! ¡Hemos vuelto al principio! ¡Es un maldito ciclo en que damos vueltas y cada vez que parece que llegamos al final, regresamos a un principio irónica y levemente diferente al anterior! ¿Cómo encontraste el primer diario? ¡Robando un libro y sacando palabras extrañas de él! ¿Cómo encontraste el segundo? ¡Basándote en las palabras que descifraste en la página 312 el libro! ¿Cómo encontrarás el tercero? ¡Con las palabras encontradas en el segundo diario! ¿Y cuándo lo escribió? ¿En 1992? ¡Seguro que lo empezó en Agosto y lo terminó en Enero como los dos anteriores!

Hannah exhaló tanto aire que parecía que había contenido la respiración varios minutos. Parecía que no hablaría, que gritaría, pero entontes con un hilo de voz, preguntó:

_¿Qué fecha es hoy?

_¿Qué importa?

_¿¡Qué fecha es hoy!? –repitió Ann exasperada.

_12 de Mayo… ¿por qué?

_¡Por esto! –dijo, y tomó un pergamino en blanco. Se puso a anotar números grandes y desprolijos, mientras explicaba-. El primer diario, Sarah lo escribió en 1984… pero lo terminó el 30 de Enero de 1985 –en el papel escribió:

30+01+85

_...el segundo diario lo inició en 1988, pero lo termino… ¡Qué casualidad! El 30 de Enero de 1989 –escribió a continuación:

30+01+89

Rápidamente hizo la cuenta. El resultado fue 236.

_¿Y hoy qué fecha es? ¡12-05-04!

A 236 le restó en orden cada uno de los dígitos de esa fecha. El resultado fue 215, o como tradujo Hannah muy acelerada…

_¡21 de Mayo! ¡Tengo 9 malditos días para resolver el enigma de los jeroglíficos!

Summer la miraba sorprendida, con una opinión, por supuesto. Pero no sabía si estaba bien decirle que lo que pensaba era que estaba haciendo demasiada historia numérica, y que contar las fechas no era un buen argumento dónde basarse, ya que dichos días eran elegidos de manera arbitraria y que difícilmente Sarah supiera cómo y cuándo Hannah iba a leer sus diarios.

Mientras Ann revisaba la cuenta, Sum decidió decirle lo que pensaba, pero en forma de pregunta para que su amiga no creyera que ella pensaba que estaba loca.

_Hannah… ¿no te parece que es demasiado extremista pensar que una joven de 19 años puede hacer magia tan avanzada como para planificar cada día de tu vida? ¿No te parece extremista pensar que todo está relacionado con ella?

_No. No me parece. Y si estuvieras en mi lugar, pensarías igual…

_¿Por qué?

_¡Porque soy un peón, Summer! ¡Un maldito peón! ¡Y ahora que hice esta cuenta y las cosas comienzan a cerrar lo veo con más claridad! ¡Todo está planeado! ¡Soy su herramienta! ¡Ella no me dio sus recuerdos para que la recuerde, o para volverme loca! ¡Lo hizo porque necesita que yo haga algo antes de su regreso! ¡Ella va a volver, lo sé! ¡Pero para eso necesito resolver todo esto en menos de nueve días! –sus ojos lloraban y parecía angustiada, incluso más de lo que sus amigas la habían visto hasta el momento, pero su voz sonaba firme-. Y si tus sueños, tus pensamientos… y los recovecos más íntimos de tu cerebro y de tu alma estuvieran manejados y controlados por alguien día y noche… ¡Nada te parecería extremista!

Secó las lágrimas que caían se sus ojos, y se fue con paso decidido.

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