lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 25 --- Episodio XVIII

14-10-88

Querido Diario:

Las cosas van de mal en peor, es por eso que no estuve escribiendo últimamente. ¿Para qué hacerlo? Escribir es amargarme un poco más por la cruda realidad en que vivimos. Ha habido más desaparecidos, pero eso te lo contaré después.

Estaba en la sala de estar, bastante nerviosa. Ese día se había publicado el número de la semana de la revista C. d B... Y nos pusieron en la portada. Como si no fuera suficiente estar allí, nuestros rostros tenían que aparecer en la carátula. Sabía que cuando llegara Severus sería el fin.

Llegó, no me habló, me pasó de largo como yo supuse que sucedería. Pero a diferencia de otras ocasiones, el aire se había tensado de una manera increíble. Me costaba respirar. Me levanté e intenté detenerlo.

-¡Hablemos de esto! -le dije.

-¿Para qué hablar contigo? ¿Para que me des los detalles de lo fantástico que es besarte con ese imbácil delate de todos? ¿Para explicarme la parte positiva que hay en que me humilles así delante del mundo mágico? ¿Qué te encanta manosearte con el modelo del momento, y luego llegar a cada con el idiota de tu novio que tolera todos tus caprichos?

-¡Escúchame! ¡No es lo que parece!

Y para colmo yo soy tan estúpida de usar la frase más trillada en todas las infidelidades. Pero era verdad no era lo que parecía. No soy hipócrita y no puedo ser infiel. Está en mi naturaleza. Pedí que los besos con Sirius los hiciera una maga metamórfica. Jamás, en ninguna escena, me besé con él.

¡Pero claro! Él no me dejó explicárselo. Y si lo hubiera hecho, no me habría creído. Pero para mí es tan obvio que no soy capas de hacer una cosa así… no puedo creer que él piense que podría llegar a besarme con otro hombre.

Lo amo a él, el hombre de mi vida es él. Si no fuera así, hace rato me habría ido de aquí. Paso frío por las noches a su lado. Vivo con miedo de que le pase algo, porque se desaparece de la casa sin decir nada y vuelve entrada la noche. Vivo entristecida porque no me habla, no me ama… ¿Por qué me quedaría aquí si no fuera por él? ¿Por qué él no puede verlo? No me habla desde entonces, y no me escucha tampoco.

-¿No es lo que parece? ¿NO ES LO QUE PARECE? ¡Te dije que no me gustaba la idea! ¡Dijiste que no aceptarías el protagónico si te lo dieran! ¿Y? ¡Y ahí estás! ¡Besándote con ese cretino delante de todos! ¡Posando en las revistas y diciendo lo agradable que es trabajar con tu mejor amigo! ¿Sabes como me deja eso? ¡Hoy no dejaban de preguntarme qué pensaba al respecto! ¡Y yo fingiendo que estaba al tanto de la situación cuando todos lo sabían menos yo! -gritó enojado.

Yo estaba paralizada escuchándolo... él tenía tanta razón.

Se dio vuelta para irse y lo jalé del brazo.

-¿Eso es lo que más te molesta? ¿Lo que piensen los demás? -no me dijo nada-. ¿Y yo sintiéndome mal por haberte desobedecido cuando eso es lo que menos te molesta? ¿El “qué dirán”?

Obviamente yo estaba llorando.

-No me vengas con lágrimas de mentira, Sarah. Si a ti te hubiera importado al menos un poco nuestra relación… ¡olvídalo

Y subió las escaleras rumbo a la habitación, cerrándola con un portazo.

Eché polvos floo al fuego y fui a ver a Remus. El estaba en la cocina leyendo un libro. Tardó unos segundos en notar mi presencia. Tenía la mirada cansada y no parecía estar prestando atención a lo que leía.

-¡Sarah! ¿Cómo estás? -saludó antes de abrazarme.

-Bien. ¿Tú? ¿Has sabido algo de…? -no terminé la pregunta porque él ya estaba negando con la cabeza.

-Ni rastros sobre su paradero… -se lamentó- ¿Cómo siguen las cosas con Severus? En tus cartas se nota que estás más deprimida de lo que demuestras… ¿Quieres té?

-Sí, quiero. La verdad es que nada bien, Remus. Sé que no estuvo bien actuar con Sirius a sus espaldas, tal como me advertiste... pero si él me tuviera confianza, podría haberle explicado las cosas. Lo de la bruja metamórfica que hace por mí en las partes subiditas de tono. ¡Pero es que no me escucha! ¡No me cree! No sé por qué…

-¿Has hablado con Lily? Ella tal vez entienda más de asuntos románticos que yo. Personalmente, concuerdo contigo. Estuviste mal… pero es cierto que su falta de confianza causa más problemas.

-No quiero hablar con Lily de esto. Con la desaparición de su amiga y la crianza de Harry tiene suficiente. No quiero amargarla con mis problemas.

-No creo que ella lo vea de esa manera. Visítala. Si vez que está mal, no le digas nada, pero si te pregunta, no le mientas. Es tu mejor amiga, querrá ayudarte en cualquier circunstancia.

-Tienes razón, Remus –dije-. Pero no sé que hacer. Últimamente siento que todo lo que hago lo hago mal.

El se sentó a mi lado, mientras me daba la taza. Tomó mi mano y me miró a los ojos.

-No es así, Sarah y lo sabes. A menudo haces cosas buenas por los demás y a pesar de tus problemas me escribiste todos los días para brindarme tu apoyo con todo esto. No veas solo las cosas malas porque con tiempos como los que se avecinan, necesitamos todo nuestro optimismo más que nunca.

Y tiene tanta razón…

Cada vez que pienso en lo que está pasando, se me quitan las ganas de salir de casa o del cuarto… o de la cama.

Suena de miedosa, y es extraño porque jamás lo fui. Pero es terrible. Se llama Vol… no, no creo que pueda escribirlo. Le dicen El Señor de las Tinieblas, o el Señor Oscuro. Es Tom Riddle, aquél de que Albus me habló una vez. El no teme nombrarlo, pero yo sí. Hace cosas siniestras y le temo, y mucho…

La guerra se declaró hace una semana exacta. Jamás olvidaré esa noche. Estaba cenando en casa, sola, como de costumbre. Severus no había llegado de trabajar. De golpe, todo se apagó. Tardé en darme cuenta porque era de noche, y porque en este pueblo no suele haber mucha luz, pero un cambio repentino hubo.

Sentí un escalofrío. Sin haber terminado de comer (la verdad es que no tenía hambre), dejé mi plato y subí al cuarto. No me sentía bien. Tenía miedo. No, tan poco no: estaba aterrada. Cuando cerré la puerta, ahí lo noté. No entraba por la ventana la habitual luz naranja… sino una verdosa.

Con el peor de los pánicos, me fui acercando, lo vi… una calavera gigante y verde, con una serpiente saliendo de su boca, flotada en el cielo.

Todo en pueblo estaba en tinieblas, pero se veían siluetas vestidas de negro transitar por él… los tejados volaban, las personas también… los árboles. Tiemblo y lloro cuando lo recuerdo. Severus no estaba en casa, no sabía si no estaba allí afuera, tal vez en peligro.

Ahí estaba yo, con la varita en la mano, sentada en un rincón de la habitación, al lado del viejo baúl de 7 candados. Mirando hacia todos lados… desesperada. Con la varita apuntaba a la puerta, a la ventana, a la otra ventana a la puerta de nuevo. Los minutos pasaban, los ruidos se acercaban y yo sabía que pronto vendrían por mí.

Allí estuve, toda la noche. Nada ocurrió. No sé cuando terminó el tumulto. Llegó el amanecer y las personas que estaban por el pueblo eran del ministerio. Ni señales había de Severus. Llamaron a la puerta, bajé a abrir, pero no lo hice. Insistieron. Abrí. Eran dos hombres. Uno completamente desconocido… el otro era…

-¿John? -pregunté extrañada.

-¿La conoces? -pregutó el otro hombre.

-¡Sí! ¡Sarah! ¡No puedo creerlo! ¡Tanto tiempo sin vernos!

-¿Qué haces aquí? ¡Me alegro mucho de verte!

-Trabajo para el Ministerio y me enviaron aquí a entrevistar gente por lo de anoche… ¿podemos pasar?

-Claro, entren -dije haciéndome a un lado.

Le ofrecí té y café, pero me dijeron que no, que ya habían bebido en todas las casas anteriores. Nos sentamos en la mesa.

-¿Señora...?

-Señorita -corregí, Joda me sonrió.

-¿Podría tomar Veritaserum? -preguntó el desconocido.

-No hace falta, yo la conozco ella no va a mentirnos.

-No hay problema. No tengo nada que ocultar. Sí, puedo tomarlo -bebí un sorbo de la botellita que el sujeto que alcanzaba. Luego comenzó el interrogatorio.

-¿Dónde estuvo anoche?

-Aquí, en mi casa.

-¿No salió para absolutamente nada?

-Para nada.

-¿Alguien ha intentado realizarle el Maleficio Imperius?

-No.

-¿Ha recibido alguna propuesta de unión con el Señor Oscuro?

-No.

-¿Conoce a alguien que pueda estar relacionado con el Señor Oscuro?

-No con certeza, pero creo que podría ser cualquiera.

-¿Es usted de Sangre Pura?

-¿En qué sentido? -sabía a qué se refería, pero no me gusta que hablen de pureza de la sangre. Como bien sabes, no considero a la sangre muggle una impureza.

-¿Tiene parientes muggles?

-Sí, muchos.

-¿Vives sola?

-No.

-¿Quiénes más viven aquí?

-Sólo somos mi prometido y yo.

-¿Dónde está él?

Tenía un gran impulso de decir “No lo sé” pero sabía que no sonaría bien y no quería que comenzaran a sospechar de él… ya bastante tengo con que mis amigos lo hagan.

Pero no tuve que responder, porque justo llegó Severus. Miró a la mesa extrañado, sorprendido de ver a esos dos hombres en casa.

-Severus, ellos son empleados del Ministerio. Vinieron a hacer preguntas por lo de anoche.

-John Dark… -murmuró.

-Buenos días, Snape -saludó Joda, con seriedad.

La cosa se puso tan tensa, que el hombre de escasa estatura comenzó a mirar hacia la puerta con deseos de irse.

-John, tenemos otras casas que ver. Ya terminamos con las preguntas que queríamos hacerles, así que…

-Eh… sí, no hay problema. Vámonos. Un placer volver a verte, Sarah.

-Igualmente, Joda.

Saludó con la cabeza y se fue.

Me resultó extraño que con lo mal que le cae Severus no haya querido interrogarlo, pero eso me tranquilizó.

-¿De dónde vienes? -pregunté enojada.

-No es asunto tuyo.

-¡Sí que lo es! ¿No te das cuenta? ¡Anoche un montón de sirvientes del Señor Oscuro vinieron al pueblo! ¡Atacaron gente! ¡Y aquí estaba yo! ¡SOLA! ¡Temiendo por tu vida y por la mía!

-Pídele a tu amiguito que te tome de la mano cuando tengas miedo, pero no me molestes.

-¿Qué pasa contigo?

-¡Sarah! ¡Basta! ¡No quiero hablarte! -y se fue.

No sé que pensar. No sé. El prometió que jamás se uniría a un grupo así, pero últimamente no puedo pasar por alto algunas cosas. No pasa tiempo en casa, se va por las noches, no me habla. No puede ser solo por la mala relación que llevamos últimamente. Tiene que haber algo más. Otra mujer, tal vez.

Lloro, lloro al escribirlo, porque no puedo creerlo, no de él. Pero es obvio que las cosas cambiaron mucho… pero no quiero pensar. No puedo.

Ese mismo día, fui a casa de los Potter, allí estaban Sirius y Remus. De Peter no sabían nada aún y todos estaban preocupados. Cuando aparecí me abrazaron.

-¡Gracias a Dios que estás bien! -me dijo Lily-. Supimos que también ocurrió en Hogmead –dijo-. Justo Sirius iba a ir a buscarte.

-Estoy bien ¡Qué bueno que ustedes también!

Extendí mis brazos, para tomar al pequeño Harry que Lily cargaba. Lo miré a los ojos y me senté en el sillón. Me tranquiliza ver bebés. Más últimamente. Son como luces en medio de tanta oscuridad. El niño me sonreía. Todos estaban callados.

Luego de un prolongado silencio, cada uno contó los datos que tenía. No soy la única que se ve con Dumbledore. Remus fue el último en hablar con él, así que era el más actualizado. Cuando terminó de hablar. El silencio reinó nuevamente.

-¡Vamos, James! ¡Dícelo! ¡Ella tiene que saberlo! -lo apresuró Sirius.

-¿Saber qué? -pregunté.

-Vamos a mudarnos… -comenzó- Anoche vimos s Voldemort.

-¿QUE?

-Vino a buscarnos. No sabemos por qué. Luchamos contra él y escapamos. Debemos irnos de aquí.

-Por supuesto que sí… -acordé- Pero… ¿por qué a ustedes?

-No lo sabemos. Pero no sea lo que sea, lo sigue buscando. Debemos irnos.

-¿Adónde irán? -pregunté.

Harry había comenzado a llorar y yo lo mecía para tranquilizarlo.

-No lo sabemos aún, pero te lo diremos cuando lo sepamos. Pero tienes que prometer que no le dirás a Severus. Sabemos que confías en él, pero… él confía en Lucius.

-Entiendo. No diré una palabra. Lo prometo. Tampoco lo escribiré en el diario.

Harry había dejado de llorar, pero la tensión seguía presente.

-Solo Los Merodeadores sabrán de esto.

-¿Y qué pasará con tu familia?

-A ellos tampoco queremos decirles -dijo Lily-. En mi caso porque ellos son muggles y darles información sería ponerlos en peligro. Y ellos no se pueden defender.

-Aún no sé qué hacer con mis padres -siguió James-. En realidad, no quiero preocuparlos, pero no puedo ponerlos en peligro tampoco.

Silencio.

-No puedo creerlo…

-Nosotros tampoco. ¿Cómo te fue a ti?

-Bien, nadie vino a casa -respondí.

-¿Y Severus?

No quiero… no quiero oír cosas malas sobre él…

-Estaba conmigo.

No puedo pensar que cabe la posibilidad de que ellos sean los próximos asesinados… ya en las noticias no se habla de “desaparecidos” directamente se habla de muertes. Familias enteras… bebés… niños muertos.

Nadie está a salvo y el Señor Oscuro no tiene piedad ni por las criaturas. Hoy aparecieron más nombres… ¡yo conocía a esa familia! Acababan de tener gemelos ¡Dos bebés de cuatro meses! ¡Y sus padres! ¡Todos aparecieron muertos en su casa!

Los detalles eran escalofriantes. El padre había sufrido una maldición desconocida por los Aurors. Tenía el pecho abierto y se había desangrado. El cadaver de la madre estaba abrazando el de los dos bebés... su último movimiento fue para serles de escudo. Imaginé a Lily muriendo así sobre Harry, a James desangrado...

Ya no temo ser la próxima, temo que cualquiera de los seres que amo lo sea. Hoy miraba los ojos de Harry. Tan puros. Tan inocentes. Tan llenos de vida. ¿Qué será de él? ¿Y de Sirius? ¿Y Remus? ¿Y, obviamente, de Lily y James? Me niego a pensar que mañana puedo despertar y enterarme que el Señor de las Tinieblas dio con ellos…

10-11-88

Querido Diario:

Sigo sin ganas de escribir, y créeme que cualquiera que viviera este horror estaría en mi situación.

El Señor Oscuro ha vuelto a dar con Lily y James y por suerte se han salvado nuevamente. Yo no le he dicho a nadie, ni a ti, dónde se refugiaban, así que no sabemos por dónde pudo salir el secreto.

Ayer Sirius vino a decírmelo.

-¡NO! ¡NO PUEDE SER! ¡YO NO HE DICHO NADA! -dije atemorizada.

El puso sus manos sobre mis hombros y dijo:

-Nadie sospecha de ti, quédate tranquila. No sabemos de qué armas se vale Voldemort para averiguar las cosas, pero tengo una teoría… y cuando te la diga, estarás de acuerdo.

-¿Cuál teoría?

-Peter… pero James confía en él tanto como en nosotros, aunque yo no.

-¿Por qué?

-Porque aquel día, no vino a buscarnos ni a ver si estábamos bien. Al día siguiente fui a verlo y estaba a la defensiva. Eso me pareció raro. Esta vez, tampoco vino a ver si estaban bien, a pesar de que James le avisó lo que había sucedido…

Reflexioné al respecto… era cierto. Aparte me desagrada Peter… no veo motivos para no desconfiar.

-¿Te has visto con alguien últimamente?

-Joda ha venido en un par de ocasiones a ver si todo estaba en orden… pero nadie más.

-Bien. Te tengo una buena noticia… cerraron el set. La novela no se grabará más. De hecho… todos los canales estarán destinados a uso del Ministerio…

-¡Qué idiotas! ¡Planean publicar sus estrategias! ¿Qué no se han dado cuenta de que no se puede confiar en nadie? -pregunté retóricamente-. Prefieren mostrarle a la gente lo mucho que trabajan, que mantener el secreto...

-Por eso es que Dumbledore está actuando… -dijo en voz casi inaudible-. ¿Hay alguien aquí? -preguntó.

-No, estamos solos.

-Dumbledore está formando una alianza entre las personas más confiables. Está armando un grupo de gente dispuesta a luchar por vencer a Voldemort…

-¡NO DIGAS EL NOMBRE! –grité, en sus ojos vi la sorpresa ante mi reacción, por eso hablé antes que él- ¡Quiero unirme! ¡Quiero luchar!

-Lo sabía, por eso vine a buscarte -me sonrió dulcemente-. Pero debes habar con él. Por cierto… hay otra cosa que debo decirte. Debemos hacer una contraseña. Hay mortífagos matando gente y con sus cadáveres hacen poción multijugos. Debemos tener una contraseña para hablar entre nosotros. Cada vez que te vea, la haré antes de saludarte y tú me darás la respuesta secreta. Si te saludo sin decirla, trata de mantener la calma, finge que no se has dado cuenta de nada y en cuando puedas, desaparécete porque corres peligro. No hay tiempo de llorar la muerte de nadie, Sarah, así que huye cuanto antes. La contraseña de los merodeadores ya la tenemos. Pero no se la digas a nadie ni la escribas en tu diario…

-No te preocupes, Sirius. Estaremos bien -le dije, y me abrazó.

No sabes lo puro que es recibir un abrazo tan sincero. No sabes lo importante que es tener amigos como ellos. No se puede confiar en nada ni en nadie. Jamás imaginé que viviría una cosa así. Y creo que nadie imagina que le va a tocar… todas aquellas veces estudiando guerras en Historia de la Magia parecen cosas de un pasado lejano, no de un presente posible.

No sabes lo que es vivir viendo poco a tus amigos, dependiendo de contraseñas, y rogando que no estén muertos. Lloro por ellos todo el tiempo… todo. Nunca se sabe cuando vas a ir a sus casas y encontrar la marca tenebrosa sobre el techo… Es un horror. No puedo siquiera leer El Profeta, porque sólo trae malas noticias, pero no puedo evitarlo. Todo el tiempo aparecen listas de las personas que se creen muertas, y la recorro varias veces con un nudo en la garganta rogando que las personas que amo no estén en ellas. No queda otra que fijarse, pero es sumamente doloroso.

Soy inestable. De la nada me agarran ataques de nervios, de llanto… no soy la persona que solía ser. Esa joven a la que todo le causaba gracia y que lo único que quería era salir en luna llena al pueblo disfrazada de animal con mis mejores amigos. Ya no soy la niña soñadora que iba a casarse al salir de Hogwarts. No sonrío. Me volví una persona lúgubre y fría… algo que jamás pensé que ocurriría conmigo.

No sé ni por qué escribo… me hace mal, me duele. Pero al mismo tiempo no puedo evitarlo. No hablo con nadie, si me quedo con todos estos pensamientos en la cabeza, voy a morir de angustia.

Salen constantemente artículos de defensa personal, como si bastara… iré a ver a Dumbledore. No sé qué puedo hacer para ayudar, pero estoy dispuesta a hacerlo si es necesario. Contribuiré a terminar esta tortura, o moriré en el intento. Porque… es así como funciona. Cuando se vive de esta manera, la muerte no parece algo negativo, sino todo lo contrario. El paso por la tierra comienza a parecerme una simple etapa por la que nos vemos obligados a pasar, pero no algo definitivo.

Creo que al morir, no perdería nada. Es algo que tendré que hacer en algún momento de mi vida. Y si va a ser así, que sea defendiendo lo que más quiero en el mundo: A mis amigos y a Severus Snape.

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